1:55p.m.
Hola otra vez, Anthony. ¿Cómo has estado, Amigo? Estoy bien. Acabo de comer… mierda. Y he llorado. Comí frijoles con puerco, pero me dolía tanto mi cabeza, que ni fuerza tuve para ir por el cilantro. ¡A la mierda con el cilantro!
Comía y me dolía muchísimo mi cabeza. Y no sabía qué pensar. Digo. A estas alturas ya ni puedo pensar. Solamente soy un zombi que camina, que aparenta dizque tener vida, pero que por dentro está más muerto que… Iba a decir este páramo llamado comála.
Ahora mismo el dolor y la presión se me han disipado, esto se debe a que, mientras comía, me soné la fosa nasal izquierda, y sí, y aquí salió un poco de moco, que es lo que me estaba ocasionando toda esta presión. Oh, cielos.
Ahora, hace como cinco minutos, estando aquí, detrás de la casa, me soné la otra fosa, y otro poco más de moco salió. ¡Cielos! Puedo decir estar o sentirme SOBRIO ahora mismo. No hay nada más doloroso que lo que me sucede. Y no puedes tener UNA IDEA de lo mucho que HE ESCRITO. Y todo lo escribí EN TIEMPO REAL… ¡TODO!
Quisiera APAGARME. Tú sabes que nunca pude llamarle “matarme”, porque yo no tenía NADA QUÉ MATAR. Jamás tuve nada, ¡jamás tuve vida! Así de simple.
Hoy he ido a visitar a profesor Antonio Vázquez, y él de nuevo ha sido muy amable conmigo. Me ha dicho, ¡otra vez!, que cuando yo sea un escritor famoso, él dirá, refiriéndose a mí: él venía aquí a platicar conmigo, y le ayudaba a revisar sus cuentos. Por si no lo sabes, te lo diré. He escrito dos cuentos “para niños”. Uno se llama “El Niño Flojo”, y el otro “El niño rico”.
He estado tan cansado, tan muerto, que ni pude venir y contártelo. Ayer, por ejemplo, les vendí 19 copias a los niños de una escuela primaria, y le di una copia al profesor, también. Y cuando él me preguntó: ¿cuánto es o cuánto te debo? Yo enseguida le respondí: deme 7 pesos, de manera simbólica. 7 pesos es lo que les cobraré a los niños por una copia.
Y ayer he logrado reunir 140 pesos “con la venta” de las 20 copias del cuento. Y las 10 copias restantes tendrán que quedar sin vender, porque el profesor me ha dado consejos para hacer esto y lo otro en el cuento. Y hoy ya lo he editado, ¡otra vez!
El cuento está muy bien, a excepción de que no me gustaba mucho la parte en donde tuve que poner o decir “niño gordo y feo”. Hoy lo he editado, y no sé cómo no se me ocurrió desde un principio, ponerle que un niño se burlaba de otro, porque éste era débil y no podía defenderse. ¡Mierda! Ha de ser porque mi maldita cabeza estaba muy adolorida, y muy cansada por el dolor. Así que el problema ya está resuelto.
Y la parte en donde dice que el niño se pelea con el otro, no lo quiero editar. Me gusta así. Es parte del cuento. Es muy fácil de entender. Nadie hace nada “malo” sin que lo provoquen, o sin que se lo busquen, así de simple.
Estoy un poco mejor. La fatiga en mi cabeza ha desaparecido. Pero ya nada me alegra, ya nada me consuela. Ayer al reunir los 140 pesos, YO, NO PUDE SENTIR NADA. Tal vez y sea porque estaba yo peor que hoy. 140 pesos, en otros tiempos, me habría hecho sentir la persona más millonaria. Y es que nadie sabe por todo lo que he pasado, y todo lo que me ha tocado soportar. Así que, lograr reunir 140 pesos con “las ventas” de tu cuentito, bueno, para mí siempre será la más grande de las hazañas, y esto sin mencionar la otra puta hazaña de mi enfermedad. Batallar con esta, sí que ha sido… No. Jamás habrán palabras que puedan describirla o CONTARLA.
Enhorabuena, Anthony. Eres todo un imbécil luchador. 2:25p.m.