Ramsés Ancira
Basado en John H Eliot, España, Europa y el Mundo de Ultramar, Editorial Taurus.
La marcha desde el hoy privatizado Auditorio Nacional se convirtió en redes como una marcha de las televisoras o recibir llamados de la “gente de izquierda” para no participar simplemente porque no se le ocurrió a López Obrador, hay un gran trecho.
Ahora resulta que según algunos de estos personeros la izquierda debe dictarle a la derecha, o simplemente a quien no se ubica en ninguna geometría política, que es lo que debe o no debe de hacer, según sus buenas conciencias sociales justamente en lo contrario que pretendía, en un nuevo campo de batalla para dirimir la desunión de los mexicanos.
¿Quién dijo que protestar contra Trump y su muro era exactamente lo mismo que apoyar a Peña Nieto, el gasolinazo, la voluntad oficial de no resolver jamás el caso de Ayotzinapa o el de Tlatlaya; o la ejecución de narcotraficantes en vez de su aprehensión en Nayarit?
¿Por qué hay “chairos” buenos y “chairos” malos? Sí, ya sabemos que las marchas de la gente de blanco son una tradición de la derecha, aunque en realidad lo que hay de fondo es que ningún partido político se identifique con la protesta social, pero de ahí a descalificarla de plano, calificarla
Más bien nos parece que con Trump se repiten las mismas debilidades que llevaron a millones de nativos de este continente, a ser dominados por unos cientos de europeos que cabían en los barcos de Cortés.
No es el materialismo, como creyó Marx, negando cualquier influencia del espíritu humano, ni la economía, como se simplifica el marco teórico de Adam Smith, lo que puede explicar cómo una expedición de menos de 700 personas, no solo hombres, porque también venían al menos 20 mujeres, logró conquistar una región de millones de habitantes, ubicada al otro lado del océano desde su lugar original de procedencia.
El historiador de origen británico John Huxtable Elliot, nacido el 23 de junio de 1930, doctorado en historia en la Universidad de Cambridge en 1952, y autor de España, Europa y el Mundo de Ultramar, publicada por primera vez en inglés en el año 2006 y traducida al español en 2009, aporta un análisis alternativo para comprender un suceso que sigue afectando la vida de Latinoamérica al paso de los siglos, pero que es mayoritariamente aceptado y poco comprendido.
Inicia Elliot el Capítulo VI de su libro, titulado La Apropiación de Territorios de Ultramar por las Potencias Europeas citando a Adam Smith cuando dice que el Establecimiento de colonias europeas en América y las Antillas, no nació de la necesidad”
Y en efecto, los europeos ya se habían instalado con relativa comodidad en las islas del Caribe. La naturaleza había sido pródiga con los nativos, lo que en una conclusión personal, les había dado lo necesario para una existencia pacífica, por lo tanto no tenían necesidad de la guerra, no de sus artes mortales.
Los salvajes eran los españoles, a esa condición les habían llevado siglos de guerra con los musulmanes.
Elliot dice que los europeos tenían distintas maneras que los que después iban a ser llamados americanos para hacer la Guerra, los primeros mataban, para diezmar a los enemigos, los segundos tomaban prisioneros, para sacrificarlos en rituales.
Diezmados por la viruela y otras enfermedades, entre ellas las venéreas, además de la guerra de exterminio que los españoles realizaron, como consta en las cartas de Fray Bartolomé de las Casas, su dominio en las islas estaba consolidado, no así en el Continente donde sobrevivían españoles de otras expediciones, como es el caso de Jerónimo Aguilar, según anota en su cátedra de la UNAM el doctor Gerardo Martínez.
Si los mayas y los aztecas se hubieran comportado como europeos, muy probablemente hubieran asesinado a esos peninsulares y la conquista jamás hubiera culminado. La señora Malinche no le habría traducido al maya a Jerónimo de Aguilar lo que ella sabía en Náhuatl, y el fraile no le hubiera podido traducir a Cortés, al castellano, lo que se sabía del Imperio Azteca.
La expedición de Cortés, dice Huxtable Elliot “comenzó autorizada como expedición de rescate (cambio o trueque) y acabó transformada por su comandante en expedición de conquista”
¿Qué hizo decidirse a Cortés a desobedecer a su jefe y buscar la conquista? Tal vez aquí sí aplique la explicación marxista de la lucha de clases. Como apunta el doctor Martínez, Hernán y sus soldados procedían de las regiones españolas de mayor pobreza y tradición militar. Es lógico pensar que con la mentalidad medieval que aún les dominaba: poseer tierras y renovar la gloria de ser Hidalgos (“hijos de algo” o de alguien que había sido distinguido por sus hazañas militares o sus servicios a la Corona) les impulsara a conquistar nuevas tierras, sin importar que estas ya tuvieran dueño.
Aunque la inferioridad numérica de los europeos era tanta, que el uso de cabalgaduras no es suficiente para explicar sus victorias militares, sin duda también influyó. Eso de que los indígenas hayan creído que corcel y caballero eran lo mismo, puede funcionar como explicación didáctica o desde la perspectiva de las almas cándidas que quisieron ilustrar los misioneros, pero seguro no pasaron más de 10 minutos antes de que los naturales se dieran cuenta de que ambos eran sujetos distintos y también sangraban y morían.
España, dice Elliot citando a Adam Smith, no tenía un exceso de población que fuera esencial para impulsar a nuevas conquistas en Ultramar. Europa y Asia ya no ofrecían condiciones para la expansión de los españoles, ninguna otra región del mundo ofrecía tantas facilidades para la expansión que América.
Regresando al Siglo XXI, México no necesita para nada de los Estados Unidos. Ni siquiera en materia de ciencia o tecnología.
En este mismo momento en Nayarit desarrollan sostenes capaces de diagnosticar el cáncer de pecho por fluctuaciones de calor, investigan sobre elementos que se adhieren a las células cancerígenas para matarlas con luz y no con quimioterapia. Hace más de 30 años existe la ingeniería genética para producir carne de cebúes en pequeños espacios; computadoras programables en español, aviones; los drones son invento desarrollado por un mexicano; los cereales más nutritivos crecen en México, la semilla de amaranto puede alimentar a los mexicanos en un bloque con miel, pasas y cacahuates que cuesta 25 centavos de dólar, gracias a esto los pobres e indigentes en México pueden vivir mucho mejor que los “homeless” en Estados Unidos.
No somos más pobres ni más desvalidos que nuestros vecinos del norte, sólo es una situación de percepción y de una desunión que no nos permite siquiera ponernos de acuerdo en una marcha por la soberanía, sin buscarle tres pies al gato, sabiendo que tiene cuatro.