Por Ramsés Ancira
Participación en el debate tras la proyección del documental Libertad de expresión, para liberarnos del miedo, en DocsMX.
Una información frecuente que encontramos en muchas ciudades de México es la de carteles en los postes, con anuncios de excursiones que ofrecen la oportunidad de conocer atractivos turísticos de nuestro país por muy bajo precio. Varias familias tomaron la decisión de tomar una de estas y el precio pagado ha sido de cuatro años de cárcel… hasta ahora.
Esta vez ocurrió en Michoacán y el anuncio ofrecía un viaje para recorrer Chiapas y los principales atractivos de la región. Amorosos padres de familia se entusiasmaron por la posibilidad de que su mujer y sus hijos conocieran las famosas Lagunas de Montebello, una señora mayor de 60 años, de aquellas que piensan que la edad madura es para viajar se inscribió para tener la oportunidad de conocer el Cañón del Sumidero; algunos jóvenes se preparaban para ver la imponente Águila Arpía, uno de los atractivos que les habían contado que era uno de los más impresionantes en el Zoológico, Miguel Álvarez del Toro.
Pero apenas habían iniciado su recorrido cuando el camión en el que viajaban fue detenido por la policía federal que pidió revisar las maletas de los turistas y “casualmente” se encontraron más de 60 kilos de cocaína. Chofer, asistente y turistas, desde niños hasta la mujer de 64 años, fueron conducidos ante tres brillantes ministerios públicos federales; esos ejemplares que son toda una muestra de la inteligencia, escrúpulo, pasión de servicio y de justicia que caracterizaron a la institución dirigida por el distinguido priista Murillo Karam, y salomónicamente decidieron encarcelar a todos.
En los últimos cuatro años, en el curso del proceso, los menores de edad fueron puestos en libertad, pero todavía quedan en prisión unas 20 personas en edad de merecer… cárcel por andar creyendo esas cosas de que primero hay que conocer México, y si el país invierte millones de dólares precisamente en esa campaña de Visit Mecsico para atraer divisas ¿Por qué no intentarlo aunque sea en forma modesta en esas excursiones de bajo costo? Aunque esto significara dormir en camiones o en modestísimos aposentos.
Pero ¿cómo fue que la brillante policía federal dio con tan valioso cargamento de cocaína, del que por cierto se perdieron unos 12 kilos mientras se averiguaba? Por la más moderna de las técnicas criminales “el pitazo”.
De acuerdo al expediente, una llamada telefónica informó con precisión de por dónde y a qué hora pasaría el camión con la droga, la policía en principio tomó la información con recelo, pero por no dejar, lo interceptó y encontró la cocaína, no entre las maletas de los pasajeros, o tal vez sí, pero la mayoría estaba oculta en un entrepiso que se le hizo al camión.
Trágico, pero lo bueno es que la pía procuradora general de la República, ella que tan cerca está ahora de las alturas tras la bendición de una medalla de las propias manos del Papa Francisco, seguro que tras leer estas líneas de inmediato pedirá los archivos, revisará errores y ordenará la inmediata liberación de quienes no haya pruebas claras y suficientes para involucrar, pues vivimos en un país de leyes, nadie es encarcelado injustamente y tenemos las autoridades más prontas y expeditas “del mundo mundial” para reparar errores e injusticias como ha sucedido con la desaparición de los 43 y el asesinato de media docena de víctimas colaterales en la tristemente célebre noche de Iguala.
Aunque sé que la ironía no es un recurso recomendable para un ensayo periodístico pues mucha gente no la entiende, sí estoy convencido de que las violaciones a los derechos humanos, igual que los fantasmas, desaparecen cuando prendemos la luz.
La falsificación de un documento para montar un delito de fraude procesal fue la razón por la que conocí al perito que me contó esta historia. Quiero creer que la libertad de expresión que me permiten los medios que publicarán esta historia, permitirá que se conozca esta injusticia y no se prolongue por más tiempo el encarcelamiento de los turistas que por un elemental sentido de la lógica, del que parecen carecer las autoridades federales y muchos de los miembros del Poder Judicial, no tuvieron el tiempo de abrir la panza de un camión, introducir el cargamento de cocaína y soldar, mientras empacaban el traje de baño.
Tarquin Ramsay, tenía 15 años cuando ideó el proyecto escolar Free Speach, Fear Free, Libertad de expresión, libre de miedo. Su padre le convenció de que debía entrevistar a gente más conocida que sus compañeros de clase y sus maestros, para hacer un cambio. Así conoció a Julian Assange y otros entrañables personajes que son protagonistas de su película. Gente que ama más a otra gente que a su propia libertad y han preferido exiliarse o sufrir otras privaciones para que otros sean libres.
En ese espíritu están inscritas estas palabras de la historia de los excursionistas michoacanos, que no tendrá significado ni será historia hasta este momento en que el conocimiento es compartido. La libertad de expresión no tiene sentido si alguien grita en la luna, sino hasta que alguien conoce la historia y da un nuevo paso en favor de la difusión del mensaje.