Joel Hernández Santiago
Aguascalientes, Veracruz y Oaxaca cambiaron de gobierno. Dos panistas y un priísta. Esto suena a que ahí todo termina y todo comienza; salen los malos, llegan los buenos… y así cada seis años: es la historia sin fin en este país en donde la política y los políticos viven dando vueltas a la noria.
Digamos que en Aguascalientes las cosas van ligeras y Martín Orozco Sandoval, panista, llega al gobierno de una entidad a la que los grandes problemas sociales y confrontaciones de gran fuste entre políticos y políticos, o con la sociedad, son menos.
Hay un cambio terso en esta entidad y, al recuperarla para el PAN, los grupos empresariales y la derecha local lo reciben con los brazos abiertos en un estado con 1.3 millones de habitantes y un PIB de. 1.2 del Nacional. Digamos que por lo pronto no es una entidad que aporte grandes pesares a la nación mexicana y pronto sabremos la catadura del nuevo gobernante.
En Veracruz es muy distinto: el gobierno de Javier Duarte de Ochoa –PRI- fue el ejemplo exacto de lo que no debe hacerse en política y mucho menos en administración de recursos públicos. Quien fuera uno de los ‘ejemplos del priísmo en su gente joven’ está prófugo de la ley y ya sin fuero. Muy probablemente el gobierno federal ya lo tenga ubicado aunque la política es, aun en esto, política. Los priístas lo repudian y lo acusan de corrupto: los mismos que decían maravillas de él.
Así que cuando asuma como nuevo gobernador de la entidad, el ahora panista Miguel Ángel Yunes Linares recibirá una administración en quiebra. Los pasivos en la tesorería estatal suman 87 mil 927 millones de pesos; las calificadoras bajaron la puntuación crediticia del estado y el gobierno federal le redujo las participaciones para el año próximo.
“Si el gobierno de Veracruz fuera una empresa, estaría en quiebra”, dijo Clementina Guerrero García, secretaria de Finanzas del equipo de Yunes Linares. Pero más que eso. Veracruz es ahora un estado en el que la desconfianza y la indignación social se extienden al nuevo gobierno; al panista que no es precisamente un político bien averiguado y que tiene cola que le pisen y, sus adversarios locales, se la van a pisar…
Por lo pronto mediante negociaciones bajo la mesa se recuperaron más de 400 millones de pesos desviados por Duarte. Doscientos de estos son devueltos al gobierno de Yunes para que comience la pelea y él mismo, el mismo día de su toma de posesión, anunció la incautación de un rancho otorgado a un prestanombres por Duarte y que significa muchos millones de pesos. Sin embargo sigue pendiente ese anuncio que –dijo Yunes exaltado- haría cimbrar al país entero…
Oaxaca es un caso aparte. Sale Gabino Cué Monteagudo, quien llegó al gobierno mediante la Coalición ‘Unidos por la Paz y el Progreso’, conformada por los partidos PAN, PRD, Convergencia y PT. Por entonces prometía un gobierno transparente, anti corrupción y con paz luego de los conflictos de 2006, y progreso, indispensable para el desarrollo de la entidad. No fue así.
Deja un estado convulso; con grandes conflictos sociales que tienen que ver con grupos de poder sindical, pero también con grupos de corte político en algunos de los 570 municipios de la entidad. No pudo y no quiso solucionar el problema de la CNTE con sus voraces dirigentes más políticos que maestros y que han sido beneficiarios de gobiernos interesados como fue el del padre del entrante gobernador priísta Alejandro Murat Hinojosa.
José Murat Casab no saca las manos de Oaxaca e intervino para favorecer el triunfo de su vástago. Habló a medio mundo, en su estilo amenazante y recordando deudas políticas pendientes.
El hijo de Murat Casab recibe a una entidad gravemente comprometida, con deudas enormes a proveedores del gobierno del estado y con un quebranto serio en las finanzas de los oaxaqueños que, sin deberla ni temerla, tienen ahora una deuda pública de casi 14 mil millones de pesos, si nos vamos en cifras mínimas.
Aun así, mal comienza el gobierno Murat Hinojosa cuando anuncia que “no está en su agenda perseguir a Gabino Cué” y que ya se acabaron los tiempos de lo políticamente correcto.
Sí, pero no. Resulta que el nuevo gobernador tiene una responsabilidad con los oaxaqueños, no con el gobierno saliente. Esto es: está obligado a investigar en dónde están los recursos asignados al gobierno del saliente y de su gente; está obligado a recuperarlos y fincar responsabilidades si las hay y a explicar a los oaxaqueños qué fue lo que pasó ahí…
Negociar en política no es pasar por encima de los intereses de los oaxaqueños. Y si es así, estamos peor, porque no ha cumplido ni unas horas en el gobierno y las señales son funestas.
¿Qué sigue en Oaxaca? ¿Mano dura al estilo Murat Casab? ¿Dinero a raudales para control político? ¿Dádivas oscuras para tener anestesiados los problemas sociales? ¿Migración desenfrenada en tiempos de Trump? ¿Abandono de lo oaxaqueño por intereses electorales nacionales?…. Vaya pues:
“Con el gran honor que significa tomar el mando del Gobierno Estatal, hoy asumo el compromiso de trabajar por el bienestar de Oaxaca”: Alejandro Murat Hinojosa, 1° de diciembre de 2016.