DIARIO DE ANTHONY
Aprox. 5 p.m. Dearest… Todo es “muy gracioso”. Hoy tuve que agarrarle dinero prestado a mi madre. ¡Es el colmo! Cuando sucede que debería de ser yo quien le diese… Pero en fin. De todas maneras ya se lo he devuelto: ¡60 pesotes!
Me sentía muy mal en la mañana… pero aun así NO DEJÉ de dizque luchar. Okay. Algo pasó, en el pasado… Algo que aún no te he podido hablar. ¿Por qué?, es lo que me pregunto.
No quejarse… para nada. ¿Te gustaría tomarte un descanso? Quizás. FUIMOS HEROES. ¡Tienes que hablarlo!
Era ese labios de olmeca… Me sentía solo y abandonado. Como podía buscaba y demás… No había nadie, así que lo buscaba a él entre puro vacile.
A veces, al regresar del consultorio de ese estúpido médico… una vez sucedió que ahí estaba ese maldito. ¡Siempre me hablaba o me chiflaba! Y yo, pues siempre acudía… a su llamado. ¿Por qué? No lo sé. Tal vez y era porque estaba MUY SOLO… ¡Dolor!
¡Había tanto dolor en mí que…! Ahora que lo digo no sé cómo es que pude soportarlo. Nunca podré explicar todo el dolor que había aquí en todo mi cuerpo…
Dolió y dolió, ¡como no te lo puedes imaginar! ¿Cómo explico que… todo fue verdad? Entonces –lo recuerdo- deseaba ser “bonito”, tan solo para poder ser “respetado” y demás. Así entonces tal vez ese maldito no se habría mofado de mí como lo hizo…
Yo… había renegado de él, del hombre que me había “hecho” junto con mi madre. Había renegado “de su herencia”, de sus malditos rasgos y de su asqueroso color de piel… ¡Porque ese maldito labios de olmeca hacía mofa de mí!
Pero ¿qué me había dicho? Esto es lo que no puedo decir. Estaba yo tan paralizado que NUNCA pude protestar. Aparte, si lo hubiera hecho, ¡esto no iba a librarme de ser objeto de sus asquerosos comentarios! Así que no era yo “bonito”, ni guapo… sino que solamente un adefesio sin un gramo de GRACIA o atractivo.
Hoy he “vendido” unas diez copias de “Nacer Pobre”, a diez pesos cada una. Esa persona me había negado el préstamo de 60 pesotes para hacer las 204 copias (51 juegos de a cuatro hojas cada una, el cuento completo).
Es chistoso que yo haya vivido precisamente lo que la señora de mi cuento. Una negativa… algo que duele. Pero a mí no era eso lo que me había dolido, ¡no!, sino que todo mi pasado. Todo lo que he venido arrastrando desde entonces, aparte de los dolores físicos y neurológicos.
“Aquí no es casa de empeños”, me dijo. Y creí que estaba bromeando, ya que una vez me había presado 60 pesos, los cuales enseguida se los había devuelto al siguiente día, después de reunirlos vendiendo las mismas copias del cuento en turno. Esa vez había logrado reunir 80 pesotes, así que solamente había “ganado” 20.
No creo en dios –de las religiones-, pero aun así fue sorprendente que… Le agarré prestado un billete de 100 a mi madre. Entonces fui rápido a la copiadora. Pedí imprimir el cuento. Luego pedí que me hicieran 51 juegos del mismo, ya que ese maldito dueño sólo da descuento de a 30 centavos una copia, cuando la cantidad rebasa las 200 copias. Así que hice 204 copias exactamente, para así poder tener el precio de 30 centavos. Debajo de 200 copias, cada copia tiene un costo de 50 centavos…
Apenas terminar de fotocopiar las 204 copias, corrí hacia la escuela primaria, y… Uno de aquellos profesores me debía 20 pesos de la copia de “Disparos en el bosque”… Hablé y… A uno que nunca me compra lo convencí y… así fue que terminó por comprarme una copia. ¡Mis primeros diez pesos!
…El caso es que al salir de esa escuela yo ya tenía los 60 pesos recaudados. Entonces saqué los cuarenta del cambio de 100, y le añadí los 60 pesos (sobra decir que yo tenía 5 pesos con 20 centavos, lo cual fue el costo de las cuatro impresiones, y el 51 juego del cuento. Total= 65, 1, 20 pesos). De vuelta ya tenía otra vez LOS CIEN PESOTES.
Y hoy en la tarde he logrado reunir 75 pesos. He gastado 15 pesotes en un refresco y un chicharrón; ¡tenía sed! Luego pude regalarle 5 pesotes al hijo de mi primo. “Toma”, le dije. “Cómprate un chicharrón”. Él estudia en primero de secundaria, la misma escuela donde hoy he “vendí” unas cuatro copias del mismo cuento.
¿Mi moral? No sé para qué me lo preguntas… Si yo fuese Ana Frank, diría: “Dios no me ha abandonado del todo”. ¡Patrañas! No creo en dios de las religiones, y… no sé si creer en mi dios interior que… la vida tan mal lo trató.
No sabes lo avergonzado que siempre me sentí de ser “yo”, y no otra persona. Alguien menos “feo”, alguien… Todo lo viví en tiempo real. Sufrí y sufrí el peor de los escarnios… Siempre que alguien se reía de mi “aspecto”, no sabía hacia dónde correr… quería escapar, lejos de mí mismo, lejos del que yo era… ¡pero no se podía!
Aun no lo digo todo, pero… Todo sucedió en tiempo real. Y todavía lo sigo arrastrando, así como también todos los días arrastro lo poco que de mí queda…
No creo en ese dios, pero… mi dios interior –creo- no me ha abandonado del todo. Por increíble y absurdo que parezca… Hoy he logrado reunir los 60 pesotes de la inversión de las copias, y en total dizque he logrado ganar 75 pesotes.
Ahora, en la bolsa, solamente me quedan 55… pero, ¿peor es nada? ¡Qué, ¿no?!
A. SMART
Junio/26/2018