La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Para evitar conflictos, nada como una experta en medirle el agua a los camotes
En ‘la mañanera’ del jueves, el presidente López Obrador señaló que la señora Blanca Jiménez Cisneros, dejaría la titularidad de la CONAGUA y aclaró que no por incompetente, sino, porque tenía que salir del país por un problema familiar. Enseguida agregó, que la propondría como embajadora en París.
La evidencia indica, que al país que tiene que viajar doña Blanca a resolver sus broncas es Francia, así pues, ante la angustia de la mortal y dado que la ley se lo permite, el Tlatoani la manda a vivir a rue de Longchamp, el interés nacional pasó a segundo plano.
No se trata de descalificar a priori a la doctora Jiménez, quien tiene muchos blasones académicos, pero, justamente, revisando sus grados, se infiere que su vocación son los temas medioambientales, en especial los hidrológicos, no la diplomacia.
Si el tabasqueño tuviera la delicadeza de hacer un sondeo entre los miembros del Servicio Exterior (ya que él no habla con cualquiera que lo encargue), comprendería que ellas y ellos, dan los mejores años de su vida profesional para lograr ser embajadores o cónsules y que serlo en Roma, Washington, Beijín, Moscú, Londres, etc., es prácticamente un sueño.
Sin embargo, la costumbre de otorgar los cargos en el extranjero a los amigos prevalece en este gobierno, cuyos integrantes cacarean, ad nauseam, no ser iguales que los de antes.
Ya ocurrió con la representación en EU, que fue dada a Teby Moctezuma, la de RU a Josefa González-Blanco y la de Costa Rica a la esposa del veracruzano Pablo Robles.
Camina como gatopardo, maúlla como gatopardo, huele a gatopardo ¿qué es?