Paris es no solo la histórica capital de Francia, sino la joya de Europa, considerada el centro mundial del arte, la moda, la gastronomía, la arquitectura y la cultura, está hermanada única y exclusivamente con Roma bajo el precepto de que “solo Paris es digna de Roma , solo Roma es digna de Paris. Cuando Napoleón III ascendió al trono del II Imperio Francés, no solo pretendió emular a su tío el Gran Corso expandiendo un imperio que pudiera estar a la altura en esa Europa decimonónica de los imperios ruso, británico o austro-húngaro, también se decidió a que la Ciudad Luz ya no fuera una población medieval sino una urbe imperial, la más bella ciudad de Europa, para ello comisiono al Barón Haussmann quien superó con creces las expectativas del emperador.
Si bien Napoleón logró su cometido en cuanto a Paris, sus ambiciones imperiales no tuvieron el mismo derrotero. Conformó un magnifico ejército imperial a la altura en calidad y capacidad de la Grande Armée de su tío, las celebres victorias contra los rusos en Crimea en 1853 y posteriormente contra los austriacos en Magenta y Solferino en junio de 1859 le dieron en un principio la razón y Napoleón III pareció tomar vida desde uno de los magníficos retratos de enorme formato que le hizo Winterhalter.
Sin embargo vino la aventura mexicana, la ocupación francesa se prolongó por cinco años durante los cuales los mejores soldados de Europa no pudieron sostener el imperio de opereta de Maximiliano de Habsburgo pero tampoco derrotar a los mexicanos diestros en el arte de la guerra de guerrillas aunado a la presión de los norteamericanos que recién concluían su guerra civil y no estaban dispuestos a tolerar fuerzas europeas en este hemisferio.
Los franceses se retiraron de México en febrero de 1867 pero la llegada a casa no fue placentera, ya no eran las jornadas de gloria de la década anterior, ahora se enfrentaban al vibrante militarismo y expansión de los estados alemanes con Prusia a la cabeza. La chispa que hizo explotar por los aires el barril de pólvora, fue la negativa francesa a reconocer a un príncipe alemán Leopoldo de Hohenzollern como monarca de España, Bismarck aprovecho el incidente para azuzar el nacionalismo teutón y pronto alemanes y franceses estuvieron en guerra en 1870. Los alemanes superaron a los franceses y pronto los derrotaron, En Sedan hicieron prisionero a Napoleón III y de inmediato llegaron a las puertas de Paris.
El artífice de la victoria fue Helmuth von Moltke, uno de los genios militares del siglo XIX, alumno de von Clausewitz y considerado por muchos como el padre de los Estados Mayores modernos. Helmuth von Moltke fue un avezado soldado que sirvió a Dinamarca, el Imperio Otomano, a Prusia a la cual hizo punta de lanza de los estados germánicos y finalmente al Imperio Alemán que nació en Versalles en 1871 tras la desastrosa derrota de los franceses. Cuando los alemanes llegaron a Paris, sitiaron la ciudad, a pesar de la superioridad numérica de los defensores, estos no pudieron vencer a los disciplinados prusianos, el sitio duró 135 días hasta la rendición de la ciudad el 28 de enero de 1871.
Previamente Bismarck con la intención de abreviar el asedio ordeno a von Moltke bombardear con su artillería la ciudad, lo cual hubiera sin duda acelerado la victoria pero destruido todo lo que Haussman construyó, sin embargo el soldado se impuso al canciller de hierro y se negó, adujo que eso era contrario a la leyes de la guerra, que iba a significar la muerte de miles de civiles inocentes y que el apostaba por desgastar a los defensores para evitar que en un futuro buscaran la revancha en el campo de batalla, con sus acciones von Moltke no solo honró las más altas virtudes militares sino sin duda alguna, salvó Paris. La victoria sobre Francia lo convirtió en la figura estelar del naciente imperio alemán donde murió colmado de honores a los 90 años el 24 de abril de 1891. Es comúnmente llamado Moltke el Viejo para no confundirlo con su sobrino del mismo nombre quien es apodado el Joven y fue también Jefe del Estado Mayor Alemán entre 1906 y 1914.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Hitler conquistó Francia, no solo era su afán expansionista el que lo movió, sino también cobrar la afrenta de la anterior derrota a los franceses. Son famosas las imágenes de las tropas alemanas marchando victoriosas bajo el Arco del Triunfo en los Campos Elíseos bajo el semblante lloroso de los parisinos y las del propio Hitler, frustrado estudiante de arte, admirando la Torre Eiffel desde el Trocadero. Paris fue sin duda la joya de la corona del III Reich, los vencedores disfrutaron una vida de reyes en la Ciudad Luz, vivian en los hoteles y palacetes, disfrutaron del teatro y de la opera, se bebieron grandes cavas con legendarias añadas de los mejores vinos y las mejores botellas de coñac y licores franceses. Diario abarrotaron los cafés, terrazas y restaurants enamorando a las bellas muchachas que gozaron la victoria junto a ellos, no en vano el premio más preciado para un soldado alemán era un comisión permanente o unos día de permiso en Paris.
Con el desembarco aliado en Normandía, el 6 de junio de 1944, el sueño llegó a su fin, los norteamericanos pronto llegaron a las goteras de Paris y se aprestaron a recuperar la joya de Europa, los americanos le concedieron a las fuerzas de franceses libres del General de Gaulle el honor de liberar su capital, lo cual le fue encomendado al General Leclerc al mando de la Segunda División Blindada reforzados por la Cuarta División de Infantería americana. Aquí es donde surge la figura del prusiano Dietrich von Choltitz, también conocido como el “Salvador de Paris. El General von Choltitz fue un soldado profesional, veterano de la Primera Guerra Mundial, durante la Segunda Guerra Mundial se distinguió en la conquista de Holanda y en el frente italiano, a principios de agosto de 1944 fue designado Gobernador Militar de Paris, se encontró con una ciudad que era un edén de lujos y diversión pero con una guarnición de 17,000 hombres buenos para reprimir a los combatientes de la Resistencia pero sin capacidad para rechazar un ataque aliado, Hitler a su vez ordenó que todos los subterráneos de la ciudad fueran atiborrados de explosivos, si el enemigo entraba en Paris solo debía encontrar solo escombros humeantes.
La liberación de Paris sucedió entre el 19 y 25 de agosto periodo en el cual se dio una insurrección de los parisinos y la Resistencia desesperados por ser ya liberados y la entrada de la División Blindada de Lecrerc, se sostuvieron combates donde Choltiz perdió alrededor de 3,000 hombres, sin embargo, se negó a volar la ciudad por los aires, todo indica que se impuso el sentido común y el criterio de preservar Paris para la humanidad, Hitler estalló en cólera cuando conoció la noticia. Estas épicas jornadas han sido magistralmente narradas en la novela Arde Paris? De Dominique Lapierre y Larry Collins. Choltiz fue hecho prisionero, enviado a Estados Unidos y liberado tres años después. Regreso a Alemania y a la vida civil, pretendió visitar en alguna ocasión Francia pero le fue negada la visa por “indeseable” de cualquier forma seguramente se llevó a la tumba la satisfacción de al igual que célebre antecesor Moltke el Viejo, haber salvado Paris.