HOMO POLÍTICUS
PAVE SOBERANES
- Jugo en Brownsville una Cascarita de Minusvalías
Cinco días antes de rogar le pusieran asistencia cuando jugaba raqueta, Cuauhtémoc Blanco voló a Brownsville, TX, para jugar una cascarita de futbol el domingo anterior. El peladito de Tlatilco dribló así, una vez más, a Palacio Nacional, San Lázaro y Morena.
Como el miércoles 15, que no se presentó ni votó las reformas a la Ley Federal de Derechos y al Código Fiscal de la Federación por jugar pádel, el martes siguiente del partido de exhibición de minusvalías, tampoco asistió a la sesión de la Cámara de Diputados ni votó la Ley de Amparo, del Código Federal de la Federación y de la Ley Orgánica del Tribunal Federal de Justicia Administrativa, tan necesarias para el gobierno sheinbaumista.
La sanción por cada falta, de acuerdo al reglamento cameral, sería de dos mil 525 pesos. Nada, comparado con los miles de millones de pesos que falta de comprobar su gobierno 2018-2024 y que la Auditoría Superior de la Federación podría denunciar ante la Fiscalía General de la República, en caso de encontrar un daño a la Hacienda Pública Federal. Cumple 421 días de arraigo político —de mil 094 en total—, en San Lázaro, antes de ser judicializado.
El señor Blanco debió arribar al aeropuerto South Padre Island, uno o dos días antes del partido entre veteranos del América y veteranos de Brownsville, presentándose ambos equiperos el domingo 12, en un estadio semivacío, cuyo resultado fue 4-3 a favor de los anfitriones. El martes siguiente, día 14, estaba convocado a sesión, pero no asistió.

No es la primera ni la segunda ocasión que lo hace. Cuando edil de Cuernavaca, sólo aparecía miércoles y jueves en público, ausentándose los demás días. Ya en el gobierno del estado, los días lunes y viernes se mantenían en blanco, sin actos ni audiencias. Sus días de asueto los aprovechaba para viajar, encabezar comilonas o jugar futbol, con todos los gastos pagados por las familias morelenses que cumplen el pago de sus obligaciones tributarias.
letraschiquitas
El local de Matamoros 10 que mandó construir Lauro Ortega [†] en 1983 y que la Legislatura 53 —Beatriz Vicera, Mario Chávez, Julio Espín, Paco Moreno, Julio Yáñez, Javier Estrada, Jaime Álvarez y Eder Rodríguez, entre otros— saqueó, ya tiene un mejor y honesto uso: la promoción de la cultura, por instrucciones de la gobernadora Margarita González-Saravia, que lo entregó como Casa del Pueblo***. El zar anticrimen que no quiso ser Uriel Carmona, aún permanece en Cuernavaca. A nueve meses de su destitución por la Legislatura 56, a cumplirse la primera semana de noviembre —y del nombramiento de Edgar Maldonado como subprocurador de Justicia, que hoy podría reaparecer—, Carmona no tiene pensado asilarse en Canadá***. La entrega de la carta «cumplimiento» de Ricardo Torres a Juan Emilio Elizalde es un acto de vulgar propaganda política. No puede estar aprobado por las familias de Morelos el Tribunal Superior de Justicia, en absolutamente nada. El representante del INEGI y «su eminencia» —como prefiere le digan—, en ese orden, saben que transparencia y rendición de cuentas, no es honestidad.




