Norma Meraz
Durango resurgió en la memoria de los mexicanos.
Por mucho tiempo, el nombre de ese Estado estaba ausente en la vida política de México. A pesar de ser un Estado con 125 mil km/2 y una población que ronda los 2 millones de habitantes, Durango permaneció por casi un siglo aislado del resto del país; es en años recientes que ha desarrollado vías de comunicación que le permiten una mayor conectividad, propiciando así un incremento en la actividad productiva.
Las elecciones recientes para gobernador y 39 alcaldes han traído a la conversación política el nombre de Durango.
De “callada y tranquila ciudad colonial “, como reza el corrido, no le queda nada a la capital del Estado.
Durango, la tierra que viera nacer al primer Presidente de México, Don Guadalupe Victoria, fue a principios del siglo pasado el centro cultural más importante del norte del país.
Semillero de artistas como Fanny Anitúa, cantante de ópera que triunfara en la Scala de Milán; Ricardo Castro, músico y compositor de la primera ópera mexicana “Atzimba” y el famoso vals Capricho, entre más de 100 obras para piano; Silvestre Revueltas Sánchez, compositor de música sinfónica, de obras inmortales como: Sensemaya, Janitzio y Redes; sus hermanos José, escritor: Fermín, píntor, y Rosaura, bailarina.
También Nelly Campobello, precursora del ballet en México y por su trabajo literario considerada como la primera narradora moderna del siglo XX mexicano.
El gran pintor Ángel Zarraga, identificado con el realismo simbólico.
Los actores Dolores del Río, Andrea Palma, Julio Bracho y muchos más, sin dejar de mencionar al enorme muralista y escultor Guillermo Ceniceros. oriundo de El Salto, autor de innumerables y magníficas obras como las que engalanan el Palacio Legislativo de San Lázaro en la CDMX e innumerables piezas imponentes en más de 50 países; colaboró con David Alfaro Siqueiros en siete de sus murales más importantes; es el único muralista mexicano vivo que cuenta con un museo ubicado en la capital de Durango.
En la arena política nacional, Durango figuraba en estas elecciones como pieza segura para MORENA, pero los alacranes se alborotaron y no permitieron que los ricos y ostentosos emisarios de Palacio Nacional se hicieran de este (mi) terruño, aunque rico en minería –oro, plata, hierro y azogue–, madera y ganadería, carece de inversiones que le permitan despegar del letargo económico e industrial en que se encuentra.
Mucho ruido y mucho dinero llego a Durango en esta jornada electoral; principalmente en los municipios de la capital, en Lerdo, Gómez Palacio, Santiago Papasquiaro y en Pueblo Nuevo.
La corriente morenista superó la entrega de utilitarios y despensas tradicionales. Ahora repartió paneles solares y dinero en efectivo.
La candidata Marina Vitela, de Morena, con sus aliados del Partido Verde y Partido del Trabajo, y Esteban Villegas candidato por la alianza PRI, PAN, PRD, protagonizaron una batalla campal como nunca se había registrado en ese Estado.
Una traía mucho dinero. El otro traía discurso, experiencia y operación política.
Ante el desánimo de los duranguenses por el insípido gobierno actual encabezado por José Rosas Aispuro –nativo de Tamazula, municipio que quedó en manos de MORENA–, los electores optaron más por la experiencia del priísta Villegas.
Tanto el PRI como el PAN tienen fuertes raíces en esa tierra norteña por lo que ahora, el próximo gobernador no tendrá la canasta baja del gobierno federal.
La muina del Presidente de la República seguramente tendrá a raya al Estado, restringiéndole al máximo los recursos para que, dentro de año y medio, a Durango le doblen las rodillas.
Pregunto: ¿cómo verá Pancho Villa –desde donde esté– a mi pobre tierra querida?
¡Digamos la Verdad!
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