HÉCTOR MOCTEZUMA DE LEÓN
Luis Echeverría Álvarez, ex presidente de México cumplió 100 años este lunes 17 de enero. Entre lo que más se destacó, en esa fecha, de quien encabezó los destinos del país entre 1970 y 1976, fue su longevidad, el ex presidente más longevo en la historia política del país.
Sin embargo, de los que no se habló fue de la forma que este personaje surgido del PRI, se posicionó para llegar hasta el más alto cargo de representación popular en México. Un posicionamiento a base de atropellamientos y truculencias desde que apareció en la escena política nacional como secretario particular del general Rodolfo Sánchez Taboada, dirigente nacional del PRI, por allá de 1945.
Escribir sobre la tenebrosa carrera política de Luis Echeverría llevaría tomos a quién investigue a fondo cómo se hizo del poder un hombre que en ningún momento perteneció a la élite política mexicana, pero que tuvo una gran influencia en las decisiones, antes y después de llegar al Palacio Nacional.
El momento culminante, de Echeverría, como político, llegó cuando Gustavo Díaz Ordaz lo designó subsecretario de Gobernación y, cuando el poblano llegó a la Presidencia de la República, lo ascendió a Secretario del Ramo, cargo en el que se destacó como un político desleal, dispuesto a todo, con el fin de conseguir su objetivo de ascender la cumbre del poder en México.
Destaca en esa carrera su participación en los trágicos acontecimientos del 2 de octubre en Tlatelolco, en donde, de acuerdo con mi colega y amigo Juan Veledíaz, quien en su libro “Jinetes de Tlatelolco, consigna que el general Luis Gutiérrez Oropeza y el entonces Secretario de Gobernación, Luis Echeverría fueron los principales responsables de la matanza de estudiantes el 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco.
Cierto o no lo que dice Veledíaz, lo cierto es que Tlatelolco sirvió a Luis Echeverría para anular a sus principales contrincantes en la sucesión presidencial de 1970, que no eran otros que Alfonso Corona del Rosal, jefe del entonces Departamento de Distrito Federal y a quién le había tocado lidiar con las manifestaciones estudiantiles en el Movimiento del 68 y Emilio Martínez Manatou, un tamaulipeco muy cercano a Díaz Ordáz, de quien fue su Secretario de la Presidencia.
Otro hecho que pesa sobre la conciencia del político más longevo del país, el de los 100 años, fue la matanza de estudiantes, el Jueves de Corpus, en las calles de San Cosme el 10 de junio de 1971. Un hecho muy condenable, porque asesinar a un centenar de estudiantes, según cálculos no oficiales, sólo para sacar de la jefatura del DDF a Alfonso Martínez Domínguez, quien le fue impuesto por su antecesor, es algo que sólo puede salir de la mente de un personaje siniestro. Pero no quedó ahí, Echeverría llamó los Pinos a Martínez Dominguez para que organizara una gran concentración en su apoyo y, horas más tarde lo corrió.
Hay muchos acontecimientos más que marcaron la carrera política de quien ayer recibió a algunos de sus amigos y ex colaboradores vía Zoom en su residencia de San Jerónimo, sólo citó uno más, el asesinato de Eugenio Garza Sade que provocó el repudio del entonces poderoso grupo Monterrey. Cuando los empresarios regiomontanos señalaron hacia Los Pinos, el entonces presidente ordenó a Luis M. Farías gobernador interino de Nuevo León, que le organizara una movilización con 500 mil personas para apoyarlo.
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