Lo confieso. Parezco niño pobre frente a pastelería de rico, viendo como la prensa española, el diario El Mundo y su director Pedro J. Ramírez en particular, se despacha con suculentas notas y deliciosos editoriales a su presidente de gobierno, el derechista Mariano Rajoy, no sólo por sus muy evidentes actos corruptos, lo peor: por haber mentido a sus gobernados, desconociendo, primero, y desautorizando, después, a quien hoy lo pone en evidencia.
Usted, lo sé muy bien, conoce la trama que en algo me recuerda al The Washington Post de los 70’s con aquel escándalo Watergate que sacó a patadas a Richard Nixon de la Casa Blanca. El tesorero del Partido Popular (PP), al que Rajoy encabeza, pero que fue contratado por el ex presidente del gobierno José María Aznar, Luis Bárcenas, acopió durante años las “mordidas” que no pocos empresarios dieron al PP y que fueron repartidos entre sus principales dirigentes, en sobres y en efectivo. Él, claro, también se hizo multimillonario.
Peccata minuta, diríamos aquí, donde unos cuantos miles de euros nada tienen qué ver con los muchos cientos de millones de pesos que cualquier burócrata encumbrado a cargos públicos acumula en unos cuantos años, merced al tráfico de influencias, las “mochadas” por la concesión de servicios y obras públicas, las sociedades con empresarios, las…
Lo diferente, lo distinto, es que aquí son ventilados esos grandes escándalos de corrupción, sólo cuando el tlatoani en turno da la orden de que así se haga. Mientras, los medios, algunos no pocos periodistas, mantienen los ojos cerrados. Sobre todo si los sospechosos de tanta porquería están aún el poder. Ya después, y sólo hasta después, se encargarán de abordarlos… siempre y cuando “el señor” así lo quiera y ordene por su personal conveniencia política.
Hoy, para mí, para muchos, la prensa española es un ejemplo. Un referente ético y un factor de vigilancia moral.
Es, sobre todo, una prensa con lectores. Y ellos, quienes compran los medios impresos, son quienes mantienen a los diarios y revistas que, así, evitan el mayor de los males de la prensa mexicana: los convenios, la publicidad oficial.
Publicidad oficial y convenios que atan, silencian, corrompen a final de cuentas a la mayor parte de los medios que se publican y transmiten en nuestro país.
Y es así porque, en México, por ejemplo, los periódicos carecen de lectores. Con poco más de 3 mil 500 ejemplares circulando –hay por lo menos dos casos– no es posible crear opinión pública, ¿o usted cree que sí?
PRENSA Y DEMOCRACIA
Uno de los mejores mecanismos que tiene el pueblo para ejercer su soberanía es estar lo mejor informado posible para poder influir en los debates y en las decisiones públicas. Y la mejor manera que conocen las sociedades modernas verdaderamente democráticas para discriminar esa información son los medios de comunicación.
Y así es. Aquí y en cualquier parte, la vida pública se juega en la cancha de los medios. Pero, ¿qué hacer cuando esa cancha está dispareja? ¿O anegada por las aguas pútridas de la corrupción que ahoga?
Sucede, entonces, lo que no hemos dejado de ver por estos lares. Que las primeras planas y los teasers de los noticieros se convierten en meras cajas de resonancia de las palabras de “el señor”. Su bien entonada voz pronunciando frases para los bronces. Acríticos, aunque se conozca la contradicción. O sea evidente la falta de fondos públicos para las grandes obras que, una semana sí y otra también, se anuncian con bombo y platillo, del que se hacen eco los medios.
¿Democracia aquí? Mi amigo y colega Guillermo Fárber, apenas el viernes, reproducía dos frases que responden a la pregunta:
“Citaré algo políticamente incorrecto en esta era de ‘democracia’ definida electoralmente –publicó Farber–. La frase es de la anarquista Emma Goldman (1869-1940) y es digna de reflexionarse a fondo: Si votar implicara un cambio verdadero, sería ilegal. Y esa posición la remata el gran Nelson Mandela: Si no hay comida cuando se tiene hambre; si no hay medicamentos cuando se está enfermo; si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas; la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento.
¿Democracia aquí?
Los medios, quienes nos desempeñamos en ellos, somos corresponsables. No podemos, no debemos, seguir haciendo crónicas sobre un cumpleaños y, por ejemplo, dejar a un lado una investigación seria sobre donaciones o donativos.
Es tiempo, todavía, de seguir el camino de la prensa de España, y la que en alguna ocasión también anduviera el principal diario de la capital imperial, ¿o no?
Índice Flamígero: Escribe don Alfredo Álvarez Barrón su epigrama al respecto, bajo el título “Juicio Popular” y con la firma al calce de El Poeta del Nopal: “Miles de personas protestaron en más de 30 ciudades españolas para exigir la renuncia del presidente Mariano Rajoy, salpicado en un escándalo de corrupción; ‘barbacoa de chorizos (ladrones) en el PP’, fue uno de los lemas que los manifestantes gritaron fuera de las sedes del partido conservador. Los inconformes que arrojaron rollos de papel higiénico a la policía, también denunciaron la falta de ética de los poderes públicos ante el incumplimiento de sus compromisos y la utilización de su estatus en beneficio propio. ¡Qué españoles tan ingenuos! ¡Con qué poquita agua se ahogan!: Parece que el pueblo fiel / se hartó de tanto chorizo, / pues haciendo caso omiso / rompió la luna de miel; / hoy con rollos de papel / demuestran su indignación, / pero préstenme atención / españoles poquiteros, / ¡aquí somos los primeros / en fraudes y corrupción!”
–lo q no hemos entendido don Paco, q la democracia en mexico es como los autos de las agencias automotrices. nos trajeron a la tal “cracia” de “demo”. probadita y ya, pues nos es inaccesible.