* El Jefe del Ejecutivo parece divertirse con asuntos que para cualquier otro gobierno del mundo, serían tema de honda preocupación como la humillación de grupos criminales a miembros de las fuerzas armadas, la devastación de la Selva Maya y el proyecto del Tren Tolteca, éste último, planteado por la candidata al gobierno de Hidalgo, Carolina Viggiano
SILOGISMOS
Por Antonio Ortigoza Vázquez / @ortigoza2010
Especial de Expediente Ultra
Parece claro que a ningún ciudadano le causan risa las imágenes de la Selva Maya espantosamente aniquilada por las obras de un tren que, inclusive, modificó su trazo y dejó detrás una destrucción para ir a devastar otros espacios naturales. Esas imágenes son dolorosas y han provocado indignación, nunca carcajadas.
Tampoco, en esencia, es divertido —aunque sí pueda provocar algo de irónica incredulidad— ver imágenes de un destacamento del Ejército mexicano huir despavorido ante un grupo de sicarios del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en Michoacán. Los soldados se someten a la humillación por las órdenes expresas de no enfrentar a los criminales, no por cobardía, y eso lo entendemos todos. Los casos de repiten de manera cotidiana; primero en Guerrero, luego en Michoacán…
El oprobioso espectáculo pudo apreciarse en redes sociales. Quizá algunos han reído a carcajadas por “el oso” de soldados que su función intrínseca es combatir criminales, pero ellos solo acatan órdenes de los delincuentes: inclusive, como ha sucedido, humillarse ante hampones o activistas violentos, en contra de todos los preceptos de pundonor militar elementales.
Pero el miércoles por la mañana pudimos ver al presidente López Obrador soltar una carcajada de unos 45 segundos, al mencionar en su “conferencia mañanera”, uno de los proyectos de la candidata de “Va por Hidalgo”, Carolina Viggiano, a gobernadora de Hidalgo, el “Tren Tolteca”, para comunicar de forma eficiente la Zona Metropolitana de CDMX con Pachuca y el AIFA.
Se trata, por el momento, de un proyecto; falta el plan maestro, pero es evidente que no podría nunca destruir zonas arqueológicas en proceso de rescate ni mucho menos, aniquilar millones de hectáreas de terreno boscoso de especies valiosas.
Un proyecto así puede despertar optimismo por el futuro, no risas. Es un proyecto quizá difícil en su ejecución, pero para eso está la planeación profesional, con metas bien fijadas en cada etapa, y así no tener que modificar el trazo cuando ya se han gastado algunos cientos de millones de pesos y se haya destruido selva tropical ya sin posibilidades de reconstituir.
Empero, al presidente López Obrador un proyecto diseñado con sensatez ingenieril y responsabilidad ecológica, le genera carcajadas y no la destrucción de la hermosa selva maya y el envío al drenaje de varios miles de millones de pesos. Tampoco le preocupa la dignidad de los soldados mexicanos, que sí pueden aparecer en redes sociales humillados por hampones, por obedecer órdenes de un jefe a quien no le importa cosa alguna la dignidad de las tropas.
Los abrazos y no balazos son consecuencia directa de que nuestras antes honrosas fuerzas armadas, sean ahora el hazmerreír en todo el mundo.
Y todo, por no querer abordar el tema de la contaminación de la ciudad de México por la quema de combustóleo en la refinería de Tula. Algo que, ciertamente, tampoco puede ser cosa de risa.