El pasado sábado, el influyente diario ABC, dio cuenta en un amplio reportaje, de una de las mayores pifias en la historia reciente de la diplomacia mexicana: la inadmisible injerencia de la Doctora Beatriz Gutierrez Muller en la agenda exterior de México, y de como quien abolió en 2018, el cargo protocolario de Primera Dama, llegó a niveles de intromisión que la misma Martha Sahagún de Fox envidiaría.
La rotativa madrileña, nos recordó a la Doctora Gutierrez Muller como la artífice de la torpe exigencia de disculpas a España y los desaires al Rey, por parte de su aún esposo. También se añadió en el texto, la mala relación con los polémicos hijos del primer matrimonio de su marido, así como el resentimiento y falta de formas hacia la Presidenta de la República, seguramente motivados por no haber asegurado un cargo en la actual administración. La esposa del anterior presidente, en suma, sembró dinamita, nos dejó la cosecha y ahora ha huido a Madrid, obteniendo la ciudadanía española por Derecho de sangre. La inminente doble nacionalidad de la doctora, entraña el eterno dilema para la deontología jurídica, donde las leyes se imponen a la ética y a la moral. Lejos han quedado, espero que por poco tiempo, las jornadas en que el Rey de España fue recibido en el Heroico Colegio Militar en Tlalpan en 1978 o acogido fraternalmente por Jefes de Estado iberoamericanos, de todas las tendencias ideológicas, en la Primera Cumbre Iberoamericana en Guadalajara en 1991.
Sin embargo existen reductos, aún en la esfera oficial, donde la dignidad y la cordura prevalecen dejando a salvo el honor nacional, me refiero en particular a las Fuerzas Armadas y Guardia Nacional. Las cuales asumen sin caer en discursos políticos, el mestizaje y la fusión de dos mundos, que dieron paso a la nación y raza mexicana, me referiré por lo acontecido en días pasados, al Ejército Méxicano.
En 1768, Carlos III transformó la organización del Ejército Español en la península e hispanoamérica al promulgar en Madrid las “Ordenanzas de S.M. para el régimen, disciplina, subordinación y servicio de sus Exércitos” más conocidas como las “Ordenanzas de Carlos III” . En el caso de México, dichas ordenanzas rigieron primero al Ejército Virreinal, incluso al estallar la Guerra de Independencia, al Ejército Insurgente a través del Teniente General Don Mariano Matamoros y después al Trigarante en 1821. Al caer el Primer Imperio, continuaron firmes hasta que en 1842, se expidió una primera ordenanza mexicana pero sin dejar de lado la influencia de Carlos III. Posteriormente permanecieron en la nueva ordenanza de 1912, que sigue vigente y que influyó trás la Revolución, en la reorganización de la Secretaría de Guerra y Marina así como de la Secretaría de la Defensa Nacional. Se puede entonces confirmar que el legado militar español robustece y es parte de la rica doctrina militar mexicana.
Pero reconocer el legado hispano no se contrapone con, ni hace menos el orgulloso pasado precortesiano. En este espacio, ya se ha compartido cómo de un lustro a la fecha, se lleva a cabo una formidable manifestación de concordia cívico militar, que se traduce en la ceremonia del 13 agosto. Como bien es sabido, la efeméride conmemora la caída de México- Tenochtitlan en 1521 y el sacrificio de Cuauhtémoc, último Tlatoani del imperio Mexica. El acto tiene lugar en el populoso barrio de Tepito, en la esquina que conforman las calles de Constancia y Santa Lucía, sitio donde el valeroso rey-guerrero fue entregado a Cortés trás su aprehensión. La iniciativa de los habitantes del lugar se materializa en la organización del evento por parte de la asociación “Espacio Cultural Tepito” que dirige el gestor cultural Mario Puga. En la emotiva ceremonia, se intercalan los honores patrios ejecutados por tropas de la I Región Militar, las intervenciones de oradores y el posterior conversatorio donde convergen vecinos e invitados. A las tropas, se añade la presencia de un representante del Secretario de la Defensa Nacional. La reciente edición, fue también muy emotiva, porque participó por primera vez, una banda de música de la Fuerza Aérea Mexicana.
La ceremonia suele comenzar a las 3 de la tarde, y cada año, tal y como ocurrió en 1521, la lluvia amaga, pero ello no menoscaba la solemnidad del momento. Este año, el representante del Secretario de la Defensa Nacional, fue el General de División de Estado Mayor Julio Alvarez Arellano, Director General de Archivo e Historia de DEFENSA. Al concluir los honores y los mensajes, el General Director, de manera espontánea dirigió unas palabras a los presentes, donde oportunamente resaltó el espíritu de Cuauhtémoc, su valía como soldado despreciando la vida al ser hecho prisionero y como su sacrificio no solo es modelo de virtudes militares, sino que inspira a los jóvenes oficiales que egresan del Heroico Colegio Militar, subsiste en la notable heráldica militar mexicana, y en elementos significativos como la arquitectura del heroico plantel, un moderno Telpochcalli.
El ejemplo que de cinco años a la fecha da el Ejército Mexicano con su participación en la conmemoración del 13 de agosto en Tepito, no solo es acento de identidad, cultura, memoria histórica y fraternidad cívico militar, sino es muestra vigorosa de como una de las instituciones más preciadas y valoradas por los mexicanos, no tiene objeción en asumir las dos raíces que nos conforman, constituyéndose en un valioso crisol del mestizaje que nació trás el 13 de agosto de 1521.