La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El abucheo es la fase previa al voto de castigo
Como suele ocurrir, Cuitláhuac García, no entiende el significado de los abucheos que recibió el pasado domingo, en un evento al que asistió el presidente López Obrador.
Fiel a sí mismo, volvió a evadir el principio de realidad y, para tratar de atenuar el desaguisado, recurrió a su tradicional cantinfleo, veamos:
“A pregunta expresa, el mandatario dijo que aunque hubo abucheos a él no lo pueden acusar de “ser corrupto”… Imagínense la enorme diferencia de que los tres o cuatro gobiernos que me antecedieron terminaron con gobernadores millonarios en exceso; que no se explica cómo es que llegaron a ese nivel si no es porque transaron lana y yo no soy así, entonces el orgullo y a algunos les da coraje y en esta época electoral me van a intentar señalar de lo que quieran y son libres”.
Pongamos en contexto, si el góber acusa de tranzas a sus predecesores, su obligación es denunciarlos ante las instancias correspondientes y no en los medios, pero, después de cinco años suponemos que no lo hará, por lo tanto, es cómplice por omisión.
Además, el mitin fue organizado por el gobierno federal y el estatal, así pues, los asistentes son obreros simpatizantes de la 4T, por lo cual, concluimos: las descalificaciones fueron hechas en casa por compañeros y/o invitados, no le da ni para culpar a la ‘mafia del poder’.
Por último, atendiendo a que se trató de un griterío, el tema de la corrupción lo llevó a la palestra el mandatario, por lo que preguntamos: ¿se trató de un acto fallido?