La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
En lugar de robalear, revuelven el río para enmallarse solos
La iniciativa aprobada en el Congreso local, que permite que cualquier ciudadano mexicano, con residencia efectiva de cinco años y/o con hijos nacidos en la entidad, pueda buscar la candidatura a gobernador de Veracruz, bautizada como ‘ley Nahle’, ha provocado un revuelo de proporciones inimaginables.
Las reacciones han sido diversas, desde los anuncios de que se impugnará legalmente, hasta los que acusan el diseño de un traje legislativo ‘a la medida’, para la secretaria de Energía, nacida en algún lugar de Zacatecas cuyo nombre, francamente, ignoramos.
Agregado a lo anterior, varios analistas coinciden en que la señora Rocío no es popular entre la tropa, que es antipática, soberbia, que ha favorecido a sus compadres con los contratos en Dos Bocas y un largo etcétera de acusaciones y adjetivos.
Por otro lado, se alega que, Veracruz, debe ser gobernado por alguien oriundo del estado.
El conjunto de todas estas críticas, implica que la ingeniera no tiene presencia mediática en la aldea (en realidad, nadie le ha preguntado al ciudadano de a pie su opinión) y que, además, es heredera de los adversarios del Cui, que no son pocos.
Pero, suponiendo (sin conceder), que la xenofobia fuera un fenómeno generalizado en la sociedad, a lo que se suma el presunto hecho de que Nahle no cuenta con las preferencias ciudadanas ¿acaso estos dos elementos no son una bendición para la oposición?
En efecto, PRI, PAN, PRD y MC, bajo sus propios argumentos, deberían estar echando las campanas al vuelo, con una candidata oficial con ese perfil, las cosas se les facilitan, sin embargo, por el tamaño de la reacción, pues ya no entendemos.
Señores y señoras de la oposición, construyan su alternativa y dejen que los morenos hagan lo que les corresponde. Al final, lo que importa, es el veredicto de los ciudadanos, no el de la comentocracia.