No Pasa Nada
Por: Jesús Solano Lira
La semana pasada, Andrés Manuel López Beltran, “El Andy” para los cuates, quien aspira a la jefatura de gobierno capitalino y después a la Presidencia de México, saco a relucir aún más su verdadero rostro: el de la ambición, prepotencia, soberbia, arrogancia y falta de humildad, al responder a las criticas por su viaje a Japón, luego de “extenuantes jornadas de trabajo”.
Mmmmmm no sé Rick, pero se me hace muy falsa esa retórica de las duras y sacrificadas horas de trabajo del junior de Andrés Manuel López Obrador, al justificar sus excesos, cuando ellos pregonan el principio juarista de la “justa medianía”.
Y bien vale la pena recordar que Andy López Obrador, se ha empeñado por seguir el legado de su padre, pero está muy lejos del tabasqueño que traicionó a todo aquel que le brindo su ayuda para lograr su sueño dorado y ser Presidente de México.
Andy, como no quiere que le digan, fue impuesto por su padre en el segundo cargo más importante de Morena: la Secretaría de Organización del partido, pero la neta, la neta, la neta, le ha quedado muy grande la silla, y prueba de ello fue su ineficaz operación en las elecciones de Durango y Veracruz, con muy malos resultados.
En Morena lo alucinan, y lo señalan por sus desplantes autoritarios y entorpecer las estrategias electorales, su problema, nos han confiado algunos dirigentes, es creer que tiene toda la autoridad en el partido fundado por su padre.
Sin embargo, Andy López Beltrán, no es nadie, es un hombre conocido porque ha crecido a la sombra de su padre, y sobre este junior de la política, pesan serias acusaciones documentadas de corrupción, tráfico de influencias y conflictos de interés.
En su carta, en la que se hace la víctima, solo le faltó inventarse un complot, como a los que recurría su padre.
Y no solo eso, su imaginación voló, voló, voló hasta el cielo, al grado de acusar a sus detractores políticos “de enviar a sus espías a fotografiarme y acosarme para así emprender una campaña de linchamiento político impregnada de odio clasismo y calumnias”, increíble lo que escribió el junior, que salió más que raspado en su afán de justificarse.
Y vaya que paso de la justificación a la mentira, cuando aseguro que desde niño aprendió a que “el poder es humildad, que la austeridad es un asunto de principios y que se debe vivir en la justa medianía”, no pues está cabrón, que nos diga cómo le hacemos para vivir en la justa medianía y viajar a Japón y hospedarse en un hotel en el que cuesta 20 mil pesos la noche, y no siete mil 500 como argumentó.
Sin duda, la mayoría de la clase política mexicana ha abusado del poder y cometido innumerables excesos, y hay honrosas excepciones de quienes sí viven en la justa medianía, pero mantener la falaz retórica de que no son iguales, ni corruptos, es un engaño a ellos mismos y a quien los eligió.
Morena como el viejo PRI ha abusado de las mieles del poder, y sobre pasado en mucho una de las máximas priistas que era: El que no tranza, no avanza, y vaya que Andy López Beltrán, la ha acuñado de muy buena manera, sin embargo, por ser hijo del fundador de Morena, se le perdonan todos los excesos, aunque él acuse campañas mediáticas en su contra.