Francisco Rodríguez
Muy conveniente para Emilio Lozoya, Luis Videgaray, Enrique Peña Nieto y el resto de la pandilla toluquita –en opinión de algunos observadores– resultó el asesinato del líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Química, Petroquímica, Carboquímica, Energía y Gases, Gilberto Muñoz Mosqueda, el mediodía del anterior sábado 11 de mayo.
Muñoz Mosqueda, como muy pocos, conocía los entretelones del fraude maquinado por EPN y Videgaray –como pago por los servicios y apoyos prestados por Alonso Ancira en la campaña presidencial de 2012–, mismo que fuese ejecutado por Lozoya Austin, los sumisos y blandengues integrantes de un Consejo de Administración a modo, y por los titulares de los órganos internos de control que sólo dejaron pasar esta maniobra en contra del erario de los mexicanos.
De seguir con vida, Gilberto Muñoz Mosqueda habría sido pieza clave que muy seguramente habría colaborado en las indagatorias de la Fiscalía General de la República y, sobre todo, en los procesos jurisdiccionales a los que más temprano que tarde habrán de enfrentarse Peñita, Videgaray y Lozoya, entre otros.
Y es que el secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Química, Petroquímica, Carboquímica, Energía y Gases empezó su vida laboral, precisamente, como trabajador de la entonces paraestatal Fertimex, en su planta de Salamanca, Guanajuato. Fue ahí donde tuvo un despegue personal, al hacerse cargo de la dirigencia sindical de esas instalaciones productoras de fertilizantes.
Más adelante, en agosto de 1963, al integrarse a Ferba –Guanos y Fertilizantes, Unidad Bajío– formó la sección 12 del organismo sindical.
De ahí salió para ser, ya como líder nacional de su sindicato, tres veces diputado federal y senador abanderado por el PRI. Llegó a ser, incluso, el sustituto del secretario general de la CTM, ante la ausencia definitiva del dirigente formal de esa Confederación.
¿Quién mandó a matar a Muñoz Mosqueda?
En principio, una célula de la delincuencia organizada se atribuyó su muerte. Una manta colocada en un bajopuente que conduce a las instalaciones en Salamanca de la Universidad de Guanajuato, supuestamente firmada por el Cartel Jalisco Nueva Generación se afirmaba, que el líder sindical priista fue advertido de que “con la empresa no se juega” y se plasmaba ahí una amenaza contra todos los colaboradores de Muñoz Mosqueda.
¿”Con la empresa no se juega”?
¿Qué empresa?
¿Acaso los cárteles ya se consideran a sí mismos “empresas“?
¿Tal vez Pemex, la empresa productiva del Estado, como la bautizaron los toluquitas tras su fallida reforma energética?
¿AHMSA, la empresa de Ancira?
Más sospechoso resulta que, poco después de la aparición de la manta referida, el CJNG se deslindara “totalmente” del crimen… y aún de la colocación de la misma manta.
Los observadores insisten, mientras tanto, en ligar el asesinato del dirigente sindical priísta con el escándalo en el que están envueltos EPN y sus principales colaboradores y que, incluso, ya es investigado en los Estados Unidos.
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