Norma Meraz
Hoy despegó el avión llamado “consulta ciudadana”.
La confusión y la incertidumbre invaden el aire que hoy respiramos en México.
Muchos asuntos y tribulaciones simultáneas revolotean y ocupan nuestra atención sin permitirnos digerir el día a día.
Un tema es: ¿se termina o no, el aeropuerto internacional de México en Texcoco?
Dos: ¿se opta por ampliar el ya existente Benito Juárez y se adecua la base militar de Santa Lucía además de ampliar al mismo tiempo el aeródromo de Toluca, en lugar de terminar el de Texcoco?
Qué simple parece.
Que gran capacidad de inventiva posee el mexicano, no cabe duda. “Para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo”, como dicen en Durango .
Digamos que, por principio es una “consulta” a realizar sin base jurídica; teledirigida para que los conspicuos votantes de AMLO sean los que decidan el futuro de un gigantesco proyecto ya encaminado en un casi 30% y que, de cancelarse, se perderían –dicen los que saben– 100 mil millones de pesos, más multas por incumplimiento de contratos apalancados en financiamiento externo.
¿Qué uso se le daría a esta inversión que yace en Texcoco?
Informaciones de datos de factibilidad técnicos y financieros acerca de la conclusión, o no, del NAIM han fluido en los últimos tres meses y sobre todo, en las últimas dos semanas.
Esto ha logrado que surja una polarización de opiniones.
Se han subido al cuadrilátero los técnicos contra los rudos. sin dejar fuera al réferi que es quien finalmente decidirá salomónicamente.
La opción de ampliar la base militar de Santa Lucía se ha planteado cómo si se tratara de un pequeño puerto aéreo en donde sólo se guardan los aviones que surcan los cielos el día 16 de septiembre.
Esta base militar tiene un peso específico como parte importante del inventario del que dispone la seguridad y defensa de la soberanía a manos del Ejército Mexicano.
¿Acaso se ha planteado el posible nuevo destino de esas instalaciones y de sus habitantes?
Cuántas y cuántas incógnitas nos deja este tema de la “consulta ciudadana”.
Pero otros problemas, no menores, enfrenta nuestro país.
A México le llueve sobre mojado. Apenas pasa un huracán, cuando llega otro arrasando ciudades, pueblos, plantas, sembradíos de alimentos y forrajes, cuencas hidráulicas, terrenos ganaderos y rancherías con cientos de mexicanos a quienes se les arranca lo poco o mucho que han logrado para su familia, quedando en el desamparo
Entre otros Estados, atraviesan con serios problemas: Sinaloa, Nayarit Jalisco, Guerrero, Oaxaca Chiapas, Coahuila, Veracruz, Zacatecas y Durango, hasta hoy.
No hay duda de que la naturaleza cobra a quien la agrede y, por desgracia, muchos hemos contribuido a degradarla.
Pocos temas que entusiasmen y alegren nos llegan a través de todos los medios de comunicación
Numerosas caravanas de migrantes centroamericanos han llegado a tocar la puerta del sur de México.
Según cifras oficiales, son 7 mil entre hombres mayores, mujeres. niños y jóvenes, huyendo de la pobreza y la violencia en sus países, recorren a pie el camino de la ilusión y la desesperación. La mayoría atraídos por el sueño americano: llegar para una vida mejor a Estados Unidos; otros, los menos, piden asilo en México y otros dicen NO, a regresar a su país.
Aunque la migración latinoamericana y caribeña que cruza México para llegar a la Unión Americana no es reciente, ahora el flujo es de miles que caminan juntos para librar la inseguridad durante el trayecto hacia la frontera norte (Chiapas-Tamaulipas).
Lo que quizá distinga a estas caravanas de migrantes a las anteriores, es que hoy constituyen una crisis humanitaria sin registro anterior en nuestro México.
Nuestro país ha sido históricamente de puertas abiertas en esta materia, solo que ahora con nuestro vecino del norte, Donald Trump, las cosas pintan diferente. Acusa abiertamente a México de ser incapaz de detener estas caravanas de migrantes que buscan llegar a su país y, amenazante, como es su muy personal estilo “político”, intenta poner al gobierno de México con los dedos contra la puerta.
Y así es que, el otro avión que despegó el 2 de julio , en pleno vuelo ya enfrenta ligeras turbulencias que, aunque conoce las coordenadas, aún no logra aterrizar.
No nos quedemos callados:
¡Digamos la Verdad!