Eduardo Sadot
Con la razón obnubilada, enfurecido, henchido de resentimiento, transpirando rencor de recuerdos de viejas batallas perdidas, escurriendo saliva por las comisuras de los labios, con las pupilas dilatadas por el consumo excesivo de medicamentos, por el famoso coctel que le mantiene sobreviviendo – que no lúcido – se escucha desde el fondo de las más bajas pasiones que pueda conservar un individuo, un grito – o aullido desesperado – que lanza contra el contrapeso de sus iguales ¡tengo un plan “C”! “no crean que esto se ha acabado”. ¡Vaya con las ocurrencias! Estertores avulsivos de un cuerpo decrépito y agotado por el odio acumulado. ¿No crean que se ha acabado? ¿No crean?¿quien cree? O quién ¿cree que cree? Otra mentira surgida del fondo de sus rencores, otra calumnia surgida del envalentonamiento de la ignorancia y la sin razón.
Y no, ignorancia no es un insulto, tampoco sinónimo de idiota, estúpido o aquella palabra – que solo adivinamos los mexicanos y, que en su mente repitió o pensó en silencio, usted quien ésto lee – no te confundas, ternurita, si acaso es una descripción de alguien – que como dijera García Lorca – en el discurso pronunciado en su pueblo, cuando le pusieran su nombre a la biblioteca de Fuente Vaqueros, España, “la ignorancia hace que las personas confundan lo bueno con lo malo y las verdades con las mentiras”.
El creciente odio contra sus pares – sí, sus pares aunque no quiera, aunque lo niegue, aunque pretenda borrarlos o ignorarlos, son – los miembros de los otros poderes, Legislativo y Judicial. No manda sobre ellos, como quisiera y eso es lo que lo tiene podrido y dentro de poco apestado.
Muchos cambios requiere México, comenzando por ti ternurita, que no controlas tus impulsos, tus instintos, a los que das rienda suelta, sin reparar que tienes una responsabilidad y una investidura que no respetas y que menos honras.
Pero ya que tocaste aspectos de la democracia, ante tu evidente ignorancia de conocer lo escrito por Tocqueville, la democracia implica equidad en conocimientos para normarse el mejor criterio y decidir mediante una elección lo mejor – no para el hombre en lo individual – sino para el colectivo al que pertenece y se debe – sí ya sé, que tampoco lo entiendes – a eso me refiero cuando te digo que tienes mucho por cambiar ternurita.
Mandaste tres misiles, uno contra el nombramiento de los consejeros del INE, otro contra los nombramientos de los ministros de la corte y uno más, contra la UNAM, proponiendo que la elección de las autoridades sea por elección directa – también ignoras o pretendes ignorar – que en una institución de excelencia – si también sabemos que la excelencia, ni la entiendes, ni se te da, antes por el contrario, te molesta, te ofende, porque, odias o temes lo que te recuerda lo que no eres, ni tienes o nunca llegarás a ser o tener, imparcialidad, honestidad y control de tus impulsos animales.
Lo que sí debiera cambiarse, es la manera de nombrar a los ministros de la corte, comandantes de las fuerzas armadas, miembros de los organismos autónomos, embajadores, fiscal general. De eso si debes sacar tus manos “ternurita” dejar que ésa decisión la tomen quienes sí controlan sus impulsos, resentimientos y rencores, esas mujeres y hombres de espíritus superiores, que ya debieran estar integrados en un órgano autónomo compuesto de quince miembros que tomen ésa facultad de nombramiento que no debe intervenir ningún poder – menos el presidente – y dejar que una Junta de gobierno o Asamblea de quince notables los nombre sin tu intervención.
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