Ricardo Del Muro / Austral
En los últimos diez años, México ha registrado un aumento sostenido en la mortalidad femenina por cáncer de mama. La tasa de defunciones por este padecimiento en mujeres de 20 años y más, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), pasó de 15 por cada 100 mil en 2014 a 18.7 en 2024.
En el marco del Día Mundial de la lucha contra el Cáncer de Mama, que se celebra el 19 de octubre, el INEGI dio a conocer un panorma nacional sobre la morbilidad y la mortalidad por esta enfermedad que el año pasado provocó en México la muerte de 8 mil 384 mujeres (99.2%) y 67 hombres. El cáncer de mama representó 1.0% del total de las muertes del país y fue la primera causa entre las defunciones por tumores malignos, después de diabetes y las enfermedades del corazón.
Chihuahua registró la tasa más elevada de cáncer de mama en mujeres, con 27.6, seguida por Baja California Sur, con 24.0, mientrs que las tasas más bajas se ubicaron en Chiapas, con 14.1; Oaxaca con 13.2; Guerrero, con 12.7 y Tlaxcala, con 12.9 fallecimientos por cada 100 mil mujeres de 20 años y más.
De acuerdo con los registros históricos, desde alrededor de 2013-2015, el cáncer de mama ocupa de forma constante el tercer lugar entre las principales causas de muerte en mujeres. A mediados de la década de 2000, este tipo de cáncer ya había desplazado al cáncer cérvico-uterino como la principal causa de muerte por tumores malignos en mujeres mexicanas.
El primer “listón o lazo rosa” que identifica la campaña de lucha contra el cáncer de mama, fue utilizado en el otoño de 1991, cuando la Fundación Susan G. Komen los obsequió a los participantes de una carrera en la ciudad de Nueva York, en alusión a las sobrevivientes del cáncer de mama.
Sin embargo, los conocimientos actuales sobre las causas del cáncer de mama son insuficientes, por lo que la detección temprana sigue siendo el punto más importante de la lucha contra esta enfermedad.
El incremento de casos registrados en los últimos diez años, según los especialistas, tiene varias causas interralacionadas, entre las que dstacan el envejecimiento poblacional, la detección tardía y la desigualdad en la cobertura.
Los cambios en los estilos de vida —sobrepeso, obesidad, menor actividad física y maternidad más tardía— han incrementado el riesgo. Además, la población mexicana envejece, lo que aumenta el número de mujeres en los grupos de mayor vulnerabilidad.
Aunque el tamizaje con mastografía ha mejorado, sigue siendo insuficiente y desigual entre regiones. Muchas mujeres llegan al diagnóstico en etapas avanzadas, cuando las posibilidades de cura se reducen considerablemente.
El confinamiento por COVID-19 provocó una caída drástica en las mamografías de detección y retrasos en diagnósticos y tratamientos. Los especialistas advierten que ese “bache” de 2020-2021 se reflejó en un repunte de casos avanzados y muertes posteriores.
Aunque México cuenta con centros de excelencia, los tratamientos de última generación (como terapias dirigidas o inmunoterapia) no están disponibles para todas las pacientes. Las desigualdades económicas y geográficas agravan las brechas de atención.
El estigma, la falta de información y los costos indirectos (traslados, pérdida de ingresos, cuidados familiares) retrasan la búsqueda de ayuda médica, sobre todo en zonas rurales o marginadas.
Cuando el cáncer de mama se detecta en una etapa temprana, las posibilidades de curación son elevadas.
Por ello, durante el mes de octubre, la Organización Mundial de la Salud (OMS), fomenta programas integrales de lucha contra el cáncer de mama, dando prioridad a estrategias de prevención y detección oportuna con base en la autoexploración y mastografía. RDM