C O N T R A P O D E R
JUAN ANTONIO TORRES
Sin temor a equivocarnos, a la luz de los hechos, Chihuahua, la entidad que hoy por desgracia, es “gobernada” por el mandatario estatal de ascendencia panista, Javier Corral Jurado, en el tema de violencia, inseguridad, ejecuciones, es un desastre, un lamentable retroceso..
A su arribo al poder, el segundo gobernador de extracción blanquiazul, que llego al palacio de gobierno, en su toma de protesta, pinto un futuro color de rosa para sus conciudadanos, que desde luego esperaban mucho en este rubro. Se respiraría tranquilidad en todos y cada uno de los 67 municipios que conforman la geografía política de la vasta entidad norteña.
Los narcos y los sicarios se tendrían que ir de la faz de Chihuahua, porque para ellos no habría componendas, mucho menos una tregua, prometió, al suceder en el poder, a su acérrimo rival, el parralense, César Duarte, quien pondría los pies en polvorosa, sabedor que su sucesor, no descansaría hasta verlo en la cárcel.
La narrativa discursiva de “El Talegas” en el contexto del combate a la violencia, con el paso de los días, los meses y los años, se desgasto demasiado pronto. Al año de acceder a la Primera Magistratura, el tejido social y la clase política, empezaron a constatar que “habían salido de Guatemala, para meterse en Guatepeor”.
El desencanto ciudadano, se oteaba, no solo en las urbes citadinas, sino en las comunidades de la vasta sierra tarahumara.
Las promesas habían quedado en eso, porque los hechos, eran otra cosa. La terca realidad demasiado pronto puso en su exacta dimensión al iluso panista.
Las ejecuciones, o crímenes dolosos, empezaran a escalar no solo en las urbes más importantes por el trasiego de las drogas al vecino país de los Estados Unidos, como la fronteriza, Ciudad Juárez, y Chihuahua, sino en los municipios serranos, donde la ley del revólver, ha hecho rehenes del hampa organizada, a pueblos y comunidades enteras.
Los encargados de velar por las vidas y patrimonios de todos los chihuahuenses, el fiscal general, Cesar Augusto Peniche Espejell, y su brazo ejecutor, el titular de la Comisión Estatal de Seguridad, Oscar Alberto Aparicio Avendaño, lejos de capturar a los “peces gordos” del crimen organizado, que protagonizaban muy seguido enfrentamientos armados, a plena luz del día, sin que nunca fueran capturados, pese a que los tenían perfectamente ubicados y a que gavillas pertenecían.
O eran bandas del Chapo Guzmán, o de La Línea, una falange, del Cartel de Juárez.
Por desgracia para los chihuahuenses de buena cepa, que son los más, empezaron a percatarse de los turbios vínculos que los mandos medios de dicha dependencia fueron infiltrados hasta la medula, que empezaron a intimidar a autoridades municipales que sabían de los arreglos existentes entre la Fiscalía y los capos de la droga.
A la par que cundieron los cruentos enfrentamientos que dejaban cadáveres esparcidos en carreteras y caminos vecinales, con autos incendiados, con cabezas decapitadas, donde “por seguridad” no hacían acto de presencia los efectivos de la Comisión Estatal de Seguridad, porque previamente les daban “el pitazo” que no se pararan por ahí, hasta que hubiera pasado un rato, so pena, que más pronto que tarde, también fueran ejecutados “por ver lo que no les importaba”.
Más de 7 mil crímenes dolosos registra Chihuahua, en El Nuevo Amanecer, en casi cinco años de un régimen que ha dado palos de ciego en este rubro, que hoy flagela a ricos y pobres.
Ha sido tan fallida la operación por la seguridad y la tranquilidad de los chihuahuenses, que hasta hoy, a cuatro años y tres meses desde que tomó las riendas del poder, Corral Jurado, se han registrado, un poco más de 7 mil ejecuciones, en su mandato constitucional que comprenderá 5 años, a tal punto, que hoy, Chihuahua, se ubica, como la tercera entidad más violenta, después de Guanajuato y el Estado de México.
El manto de ejecuciones ha alcanzado a periodistas, como la corresponsal de La Jornada, Miroslva Breach, el 23 de marzo del 2017, a líderes empresariales como Uriel Loya, del municipio de Hidalgo del Parral, a ediles como Carlos Ignacio Beltrán de Temosachi; el líder indigenista, Isidro Baldenegro, asesinado el 15 de enero de 2017 en Bocoyna; Hiram Apolo Contreras en Ciudad Juárez, el ex jefe policiaco de Cuauhtémoc, Efrén Peña Flores, por citar solo algunos nombres.
Como anécdota, no podemos dejar pasar, que cuando recién gano las elecciones para gobernador, Javier Corral, le dio un ultimátum al capo, Carlos Arturo Quintana, apodado el 80, para que huyera del estado, sino muy pronto seria detenido, una vez que asumiera la gubernatura.
El mandatario panista, asumió los controles el 3 de octubre del 2016, y el narco fue detenido casi dos años después, pero por elementos del Ejército y la Marina, que rodearon su casa, y se entregó sin poner la más mínima resistencia. Lo protegían los policías locales de la alcaldía de Namiquipa, como también los de la Policía Estatal. Ambas corporaciones figuraban en su nómina personal, por eso nunca se atreverían a ponerle una mano encima. Comían de su mano.
El Talegas, quedo exhibido por bocón ante la opinión pública.
No deja de llamar la atención, como el fiscal, Cesar Augusto Peniche Espejel, quien tiene más propiedades que el ajo, ha sido denunciado en los medios de prensa, por su ostentosa fortuna en propiedades, tales como residencias, en lujosos fraccionamientos, que nadie se explica cómo las adquirió, porque toda su vida la ha hecho al amparo del gobierno, en dependencias que tienen que ver con la seguridad, como la PGR y hoy, la Fiscalía Estatal.
También, Aparicio Avendaño, su lugarteniente, quien renuncio, hace algunos meses, se le sabían sus nexos que había tejido con los grupos criminales diseminados a lo largo de la entidad, que le pagaban igualas millonarias en dólares mes tras mes, que se recogían en las principales comandancias de la entidad.
Es un hecho, que todos los exgobernadores que antecedieron a Javier Corral, se hicieron de la “vista gorda” con muchos barones de las drogas que dejaron trabajar, y de ahí obtuvieron millonarias ganancias, sin necesidad de pegarle al cajón, como fueron los casos de los priistas, Fernando Baeza, el panista, Francisco Barrio y los tricolores, Patricio Martínez García, José Reyes Baeza, Cesar Duarte.
Y no son pocos los que se preguntan, ¿será cierto, que Javier Corral Jurado, también cayó víctima de tales tentaciones, y ya tiene su guardadito, para cuando deje la gubernatura, tener el suficiente capital para contratar abogados que lo defiendan de toda la podredumbre que le encuentren cuando ya sea polvo de olvido, por todo lo que hizo$$$ y por todo lo que dejo pasar a los mañosos que por desgracia pululan en esta tierra agreste. Algunos hasta se presumen como “empresarios exitosos”.
Para eso tiene a Peniche Espejel y tuvo a Oscar Alberto Aparicio Avendaño, quien se fue, loco de contento con su cargamento, dizque renunciado, pero más que feliz…