Napoleón Gómez Urrutia, senador de Morena y líder minero, sigue buscando temas a los cuales colgarse y no perder presencia y sobre todo, desviar la atención de aquellos problemas que ha generado y no ha resuelto.
Uno de ellos, es la iniciativa para regular el outsourcing que impulsó el presidente Andrés Manuel López Obrador y que es muy distinta a la que él presentó en 2019. Y aquí es donde se evidencia su cinismo, porque ha acusado a los empresarios de chantaje, cuando él mismo ha chantajeado a empresas, desde el sindicato minero, para conseguir contratos colectivos, a través de amenazas de huelga.
Y no solo eso, también ha exigido fuertes cantidades de dinero para impedir o levantar huelgas. Un caso fue la minera Taxco en Guerrero, que desde hace más de 13 años mantiene una huelga que dejó a muchas familias sin un sustento económico.
Muy mal parado quedó Gómez Urrutia cuando pidió a sus compañeros de la bancada de Morena “no ceder a los chantajes”.
Ahora resulta que olvidó que dejó a mineros y sus familias sin los fondos de un fideicomiso con 55 millones de dólares que fueron entregados al Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares, el 3 de marzo de 2005, tras la venta de la Minera Cananea.
Desde entonces, no ha regresado ese dinero y los mineros, ya jubilados, siguen clamando justicia. Pero su cinismo no para, también ha dicho que es un perseguido político a causa de las demandas que se interpusieron por este caso.
Tampoco hay que olvidar que a pesar de encabezar un sindicato, su prioridad nunca han sido los trabajadores. Una muestra es que la Confederación Internacional de Trabajadores, impulsada por el propio “Napito”, está aliada a las organizaciones norteamericanas Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO), sindicatos canadienses y organizaciones que apoyan al partido laborista inglés.
Ello ha traído acusaciones de trabajadores de que el senador de Morena se está inmiscuyendo e introduciendo a grupos sindicales del extranjero a territorio nacional, con prácticas anti-sindicales, afectando a sectores como el automotriz y de autopartes.
Así que ahora que esté defendiendo una iniciativa que regule el outsourcing, la cual se está construyendo en el Congreso, no solo con las voces de todos los partidos, sino también se está considerando al sector patronal y a los propios trabajadores.
El outsourcing o subcontratación es una práctica mundial. Ha permitido mejorar la productividad de las empresas, ampliar o reducir su producción según las fluctuaciones del mercado, delegar tareas que no son esenciales o incorporar a trabajadores solo durante el tiempo que se les necesita. No es que se considere un mal necesario, pero con una buena legislación puede ser una gran alternativa y no desaparecer como propone Gómez Urrutia.
Tampoco es verdad que despoje a los trabajadores de sus derechos. Si bien algunas empresas omiten el pago de prestaciones, éstas pueden ser sancionadas con la actual legislación, pero no son necesariamente de subcontratación.
La ley, actualmente, hace responsable a las subcontratantes de los derechos de los trabajadores en caso de que las subcontratistas no cumplan con sus obligaciones.
Así que no se deje engañar por este líder minero, que solo ve por sus intereses. Nunca, pero nunca, ha defendido a los trabajadores.