CUENTO
Y el ganador a mejor guion original es… -La actriz anunciante del premio hizo una pausa. Parada sobre el escenario del teatro Dolby de Hollywood se veía deslumbrante con su vestido de diseñador… Después de unos segundos ella volvió a repetir desde el principio-: Y el ganador a mejor guion original es… ¡JAMÁS ESTARÁS SOLO!…
Jerome y su amigo de toda la vida no tenían esperanzas de ganar el tan ansiado premio de las artes cinematográficas: El Oscar. Después de tantos años de esfuerzos, penurias y sacrificios, el deseo por querer ganar un premio se les había esfumado de sus mentes. Pero ahora aquí estaban. El guion escrito por ellos era el ganador. El reconocimiento finalmente les había llegado, justo cuando ya se habían cansado de esperarlo.
-¡Es el nuestro! -le dijo David a Jerome-. Levántate y ve a buscarlo.
-¡No! ¡Mejor ve tú! -le contestó Jerome, y añadió-: Yo tengo pánico escénico.
-¡Cuándo vas a dejar de ser tan tímido! -le espetó David, y se levantó para ir al escenario donde lo esperaban.
Todo lo que les estaba sucediendo en esos instantes parecía ser un sueño, un sueño hermoso que por fin se hacía realidad.
Ninguno de los dos lo podía creer, pero todo era verdad. Aquí estaban, a punto de ver sus nombres ser escritos en la eternidad.
-¿Te das cuenta? -dijo David a su amigo-. ¡Nada!, ni la cosa más nimia de todo lo que hemos hecho ha sido en vano; ¡hoy por fin estamos viendo el resultado!
-Sí, ¡es cierto! -contestó Jerome-. ¡Pero sube ya a buscar el premio, antes de que se lo entreguen a otro!
Jerome subió al escenario, la actriz le entregó el premio, lo felicitó y lo besó. Jerome le dio las gracias, después se acercó al micrófono y empezó a hablar:
(Silencio). -¡Guau! (Pausa otra vez). ¡Esto es totalmente increíble! No puedo creer que ahora mismo esté parado justamente aquí. -Hizo otra pausa. Le resultaba muy difícil decir lo que quería. No sabía a quién agradecerle primero, y a quién después, porque en el fondo sabía que la mayor parte de todo se lo debía a su colega, quien al final había decidido subir con él al escenario.
Jerome pasó su mirada por toda la audiencia, tratando así de ganar tiempo para encontrar sus palabras. No llevaba ningún papel con algún discurso, o algo parecido, porque estaba seguro de que no ganaría. Se sentía algo abrumado por estar frente a tantos personajes famosos; entonces buscó la mirada de su amigo, y éste le sonrió como siempre lo hacía cada vez que Jerome empezaba a estar nervioso. “Tranquilo, aquí estoy contigo”, le dijo la sonrisa cálida de David. Entonces Jerome se sintió aliviado, porque allí estaba él, su camarada.
Jerome bajó la mirada y vio que el cordón de su zapato derecho se le había desatado.
-Estoy tan nervioso por estar aquí arriba -dijo-, que hasta los cordones de mis zapatos se me han desatado… Al parecer hasta ellos quieren salir huyendo de este lugar ahora mismo. -Todas las personas del auditorio prorrumpieron en risas y carcajadas.
-¡NO LO PUEDO CREER! -volvió a decir Jerome, cuando miró la estatuilla, y en ese mismo instante empezó a recodarlo todo.
“¡No puedo escribir esto, David, te juro que no puedo!”
David era el colega de Jerome, y también era su único amigo. Siempre estaban juntos porque eran igual de soñadores. Se compaginaban tan bien que a veces parecían ser una sola persona. Jerome era feliz porque tenía la amistad de alguien que lo comprendía muy bien. David nunca lo juzgaba o lo criticaba, y cuando lo hacía solamente era para su bien.
Cuando salían a pasear, todo lo que hacían era burlarse del mundo y de las personas, a quienes consideraban unos seres tontos y carentes de vida.
-¡No conocen lo que es la pasión! -decía David.
-¡Tienes toda la razón! -replicaba Jerome-. Definitivamente no lo saben.
-¡Y tampoco saben lo que es la imaginación! -expresaba David-. No saben que tú y yo soñamos alto, muy alto…
-Dime, David -lo interrumpió su amigo. ¿Acaso crees que tú y yo alguna vez… lo lograremos?
-¡Claro que sí, Jerome! ¿O es que acaso no crees en ti?
-¡No es eso, David! Lo que pasa es que, cuando miro a la gente tan apática y tan aburrida, me doy cuenta de que tú y yo no somos mejores que ellos. Amigo, ¡tú y yo ya no soñamos tanto como antes! ¿No es cierto?
-Sí, Jerome. ¡Es verdad! Ya no soñamos tanto como antes, pero a pesar de esto, al final del día, ¡siempre volvemos a nuestros sueños!, aunque éstos ya no tengan la fuerza que antes. ¿No es así?
-Oh, David -dijo Jerome-. ¡No me había dado cuenta de eso!
-¡Para esto soy tu amigo, Jerome!, para reanimarte cuando tú ya no reconoces el camino…
-Pero… ¡tengo un problema! -empezó a decir Jerome-. ¡Las palabras ya no me salen!, y la realidad siempre se impone ante mí. ¡Ya no puedo inventarme fantasías!, y tampoco puedo ver ya con la mente. David, amigo… ¡creo que estoy perdido!
-¡No Jerome! ¡No estás perdido!, ¡de ninguna manera! Lo que pasa es que estás exhausto, y es normal. Estás cansado y agotado, sí, pero aquí sigo contigo. ¿Qué? ¿Acaso no te has dado cuenta de que si me ves eso quiere decir que todavía no has perdido por completo tu capacidad?
-¡David! ¡Qué sabio eres, amigo! ¡No me había dado cuenta de eso! Tienes toda la razón. Todavía puedo verte y hablarte. Y la verdad es que gracias a ti no me siento tan solo, ya sabes a lo que me refiero
-¿Ves? ¡Te lo dije! Pues entonces ¡que no se diga más! ¡Ve y busca una pluma!, que yo te ayudaré a redactar.
-¡Gracias, amigo!
-De nada, Jerome. Para eso soy tu camarada, ¿qué no?
-Sí, David. Es verdad. Tú siempre has sido el colega perfecto…
“¿Hola?” “¿Te sientes bien?”
Jerome sentía que alguien le jalaba la manga de su traje. Cuando despertó de su letargo se dio cuenta de que la voz que le hablaba era de la actriz que le había hecho entrega de su premio.
-Sí, estoy bien -dijo al fin, y trató de seguir con su discurso. -¡Qué noche! -continuó-. Me gustaría agradecer a todas las personas que me ayudaron a hacer esto posible, pero sobre todo, quisiera darle las gracias a alguien que nunca dejó de creer en mí. Este alguien se llama David y es mi colega, y está parado aquí a mi lado.
Todas las personas del auditorio, al escucharlo, empezaron a reírse mucho. Y Jerome también rió con ellos. Nadie entendió lo que había dicho, es por esto que él les anunció:
-Hoy en día, si hay algo que es muy difícil de encontrar, esto es la amistad verdadera. Es por eso que quiero que todos ustedes sepan que yo soy una persona muy afortunada, porque siempre la he tenido. -Jerome esbozó una sonrisa de pura dicha, volvió a mirar a David y siguió hablando-: Siempre tuve a un amigo de verdad, alguien que nunca me abandonó, ni en las malas, y mucho menos es las buenas. Estoy completamente agradecido y en deuda con él. Mi camarada, una persona que nunca me dejó darme por vencido cuando dudé de mí, y de mi capacidad… Si no fuese por su insistencia, yo no habría podido empezar a escribir este guion, y mucho menos terminarlo. Así que David… ¡éste premio es para ti!
-Pero ¿dónde está él? -preguntó alguien del público. -Jerome rió de nuevo y contestó:
-Aquí, junto a mi lado. ¿Es que acaso no lo ven? -preguntó.
-¡Noooo! -respondieron varias voces del público.
-¡Qué decepción y qué ironía! -enfatizó Jerome-. No puedo creer que muchos de los aquí presentes sigan sin entender que la mayoría de las películas están hechas de sueños y de fantasías, y muchas más de puras imaginaciones. No les voy a aburrir más tiempo. -El público empezó a reír otra vez-. Solamente quiero terminar diciendo que David, mi colega, es un amigo imaginario, que yo inventé, que vive en mí, y que ahora mismo está parado justo aquí, junto a mi lado, y que ustedes no lo pueden ver, porque no pueden, o no quieren… David me enseñó que nunca hay que dejar de soñar con los ojos abiertos, y que nunca hay que dejar de ver con la grandeza de la mente… David, mi querido amigo y guía, ¡gracias por ser el colega perfecto!
Todas las personas del auditorio se pusieron de pie y empezaron a aplaudir las palabras dichas por Jerome. Muchos estaban tan emocionados que hasta lloraban. Jerome abrió sus brazos y le dio un abrazo a su amigo imaginario, y entonces le dijo:
-¡Tenía razón, David! ¡Lo logramos!
FIN.
ANTHONY SMART
Agosto/18/2017
Agosto/23/2017