Quienes han servido o sirven en las fuerzas armadas, saben bien, que no van a donde quieren, si no a donde los mandan. Ello naturalmente no sólo infiere en sus trayectorias militares, sino en sus derroteros personales y familiares. Tomo la licencia de compartir estás reflexiones que me hizo hace un par de años, el General Brigadier EM Retirado Jorge Carrillo Olea, en una charla en torno al Bicentenario de la fundación del Heroico Colegio Militar en 1823, y que ahora salen a colación con motivo del cincuentenario el año próximo, de la apertura de la moderna sede del histórico plantel en Tlalpan.
Carrillo Olea, soldado de infantería, jamás imaginó en sus años como joven jefe adscrito al Estado Mayor Presidencial, que muy pronto y por órdenes del comandante supremo, cambiaría el uniforme azul “Z” por casimires ingleses y subsecuentemente los campos militares por: la subsecretaría de Hacienda, Astilleros, la PGR, el CISEN, la subsecretaría de Gobernación y la gubernatura de su natal Morelos, además que el retiro de las actividades militares y en la administración pública, le darían la oportunidad de consolidarse como una pluma prolífica.
Popotla, es un lugar emblemático para la historia de México, no sólo por su preponderancia en el México precortesiano, por formar parte de la Calzada de Tlacopan, que unió a Tenochtitlán con tierra firme y que convertida en la Calzada México-Tacuba, es la arteria viva más antigua de tierra firme americana. Ahí también se encuentran los restos del gran ahuehuete, al pie del cual, según la tradición, el conquistador lloró su derrota en la Noche Triste. Durante el virreinato ahí se alzó el convento de San Jacinto, escala obligada en el trayecto entre Sevilla y Manila. Durante el porfiriato devino en una exclusiva colonia campestre y residencial, además se inauguró en el predio de la Cuchilla del Tesoro, con motivo de las fiestas del Centenario en 1910, el soberbio edificio para la Escuela Normal de Maestros, obra del Teniente Coronel de Ingenieros Porfirio Díaz Ortega.
La Escuela Normal, no entró en funciones por las cruentas jornadas revolucionarias, pero el 5 de febrero de 1920 el Presidente Carranza la reabrió como Colegio Militar, sin imaginar que justo tres meses después los leales cadetes en masa, lo escoltaron hasta su trágico destino, pero esa es otra historia.
En 1976, trás cincuenta seis años formando a los oficiales del ejército profesional que surgió de la Revolución y ante un crecimiento urbano que hizo inviable tener una academia de guerra en medio de una zona densamente poblada, el Heroico Colegio Militar cerró sus puertas en Popotla. El nuevo destino fueron los terrenos de San Pedro Mártir en Tlalpan, aunque también se barajaron previamente Cuernavaca, San Miguel de los Jagüeyes y Temamatla. Aquí es donde los recuerdos de Carrillo Olea toman fuerza, al formar parte del convoy presidencial que ingresó desde la calzada hasta el edificio principal bajo los acordes de los honores de ordenanza al Presidente Echeverría, Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas.
El convoy se detuvo en la escalinata y bajaron de los automóviles, el Presidente Echeverría, el Secretario de la Defensa Nacional, General Hermenegildo Cuenca Díaz, el Secretario de Marina, Almirante Luis Bravo Carrera, el Jefe del Estado Mayor, General Jesús Castañeda Gutierrez y el propio Carrillo Olea, quien entendió su presencia en el presidium como en mensaje del presidente hacia los militares mostrándoles su apreció y reconocimiento. La ceremonia fue impecable, los cadetes perfectamente uniformados y formados, los discursos, las salvas de artillería, el himno y marcha del Colegio, así como la “Sambre et Meuse” tan arraigada en la música militar mexicana.
Carrillo Olea quien egresó de Popotla en 1962, no pudo dejar de pensar que en ese momento que ahí convergían el General Cuenca, veterano hijo del plantel pero también los jóvenes subtenientes que en ese momento recibíeron sus despachos. Al concluir la ceremonia el convoy se enfiló hacia Tlalpan para recorrer el imponente recinto y donde una nueva página de la historia militar mexicana estaba por comenzar a escribirse. Hoy el orgullo de las virtudes cívicas y militares, el espíritu de cuerpo y cariño a México y a su institución que es prenda en los hijos de Popotla se ha heredado a los de Tlalpan y con toda seguridad los sentimientos que se afloraron aquel 13 de septiembre de 1976 en la Cuchilla del Tesoro, se manifestaran con fuerza el próximo 13 de septiembre de 2026 en San Pedro Mártir.
Michoacán es prenda de orgullo para México, ahí nació el General Morelos y ahí se combatió y venció a la Intervención y al Segundo Imperio. El Gobierno de la República con decisión, debe imponer la fuerza de la Federación y el imperio del Estado de Derecho en tan entrañable territorio de la Nación.




