La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Cuando el o la funcionaria se ponen en ‘modo Susanita’, significa que no saben que hacer
En vista de que los políticos pus-modernos son harto sensibles, de piel muy delicada, es preciso crear un breve manual a fin de que, los fregados por los fenómenos naturales, no fastidien a los sufridos funcionarios.
Así pues, los potenciales afectados, además de tener un folder con sus papeles y un botiquín a la mano, deberán agregar un kit con pasta dental, desodorante, gel y una cremita, con la idea de llegar presentables a la zona en que se encuentren gobernador(a) y presidenta.
Se harán simulacros de buenos modales, para no gritar y lanzar insultos, aunque la inundación se haya llevado todas sus pertenecías, a un familiar, tengan hambre o sed, como bien dicen los Windsor: se puede perder todo menos la elegancia.
Además, se impulsarán las enseñanzas de Kaliman, para hacer ayuno prolongado y no exigir despensas. Asimismo, en caso extremo, podrán realizar el ‘actus mortis’ por unas semanas y así, dejar de incomodar a las autoridades que se entregan ‘en cuerpo y alma’.
También, se les harán exhortos con el propósito de que sean empáticos con el dolor de los burócratas, que dejan el confort de sus oficinas para acudir, con lentes Gucci y botas Louis Vuitton, a lugares en donde los habitantes no tienen otra que asentarse a la orilla de los ríos.
Por último, con el afán de corregir el entuerto de origen, se aplicará una terapia desde la primaria, que consistirá en poner a los niños a llenar planas con el siguiente mantra o principio moral: ‘calladito, me veo más bonito’. Ni modo, así son los mandamases.