PERFIL DE MÉXICO
Armando Ríos Ruiz
Tal vez ocurra. Tal vez no. El Presidente López debe acostumbrarse cuanto antes a los desmentidos que le hacen otros gobiernos. En México ya es natural que profiera falsedades a diestro y siniestro y que un grupo delirante de seguidores le crea y le aplauda, por más inverosímiles que suenan sus dichos.
Acusa un delirio de grandeza que no repara en exhibir, en aras de apuntalar sólo ante los ojos de sus admiradores, que realmente es un ser superior a los que jamás han conocido. Que no se equivocaron al elegirlo Presidente. Que no se equivocan al mantener inalterable su admiración y su devoción a él. Que no se equivocarán si vuelven a votar por él.
Sabe que los otros, a los que llama neoliberales y conservadores, no podrá convencerlos jamás de su falsa grandeza. Al contrario. Cada día les demuestra sus verdaderas intenciones. Su pobreza de espíritu. Su incapacidad. Su falta de visión y su carencia de todo lo que puede calificarse como bueno. Cada día les revela su pequeñez que quiere ocultar con dichos de que es diferente, ejemplar, superior, preocupado por ciertas clases sociales y con auto alabanzas.
¿Por qué la diferencia? Porque los neoliberales, los conservadores han demostrado en estos tres años de su gobierno, que piensan con más claridad que sus chairos devotos. Que su preparación es superior, aunque se lea y escuche mal. Que tienen mayor capacidad para discernir. Por lo menos para esto ha servido el propósito presidencial de dividir al pueblo: para darnos cuenta de la diferencia entre unos y otros. En el bando de sus simpatizantes también hay inteligentes y preparados. Pero por intereses muy redituables.
Sus misas matutinas han servido últimamente para presumir la inmensidad de su grandeza, sin conocer el dicho popular: “alabanza en boca propia es vituperio”. Dijo que es el segundo mejor presidente del mundo, sólo superado por Nadendra Modi, primer ministro de La India. Pero de inmediato lo desmintieron, porque la medición que lo coloca en ese lugar, sólo se realizó entre 13 mandatarios y con una semana de duración.
Bueno. Acaba de volarse la barda. Desde su púlpito aseguró que la Declaratoria sobre los bosques y el uso de la tierra firmada por 131 países en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, surgió porque fue copiada de su programa implantado en México, Sembrando Vida.
Raro es que no le hayan copiado el uso del carbón y del combustóleo. O que no le hayan hecho una propuesta de comprarlo a México, directamente al senador Armando Guadiana, que sería el aportador oficial, de aprobarse la reforma energética que pretende, por ser el mejor del mundo o de los mejores del mundo o algo así, para mantener la importancia que cree tener.
Pero también lo desmintieron. Le dijeron secamente: ¡esto es falso! “Ni el pacto mismo ni algún otro documento oficial de la COP26 mencionan que la Declaratoria se haya basado en dicho programa, ni que la haya propuesto México, y las autoridades mexicanas no han presentado pruebas sobre este vínculo”.
“Lo que sí señala la Declaratoria forestal firmada en la COP26 es que proviene y “reafirma” compromisos colectivos e individuales que vienen de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, a la que se sumó México desde 1993, y sobre todo, a los avances en el tema del Acuerdo climático de París, firmado desde 2015”.
Lo anterior revela que está convencido de que sus programas clientelares son tan trascendentes, que en el mundo nadie tiene cabeza para percibir algo parecido. Hay que copiar el programa aunque esté plagado de defectos, porque no hay otro y nadie en todo el planeta tiene idea de qué aportar al respecto.
Las críticas por la presunción se multiplicaron. Los expertos del tema ambiental coincidieron en que se trata de una falsedad, como las que hoy abundan en nuestro país, proferidas por el mandatario más mentiroso que haya tenido oportunidad de llegar a la Presidencia.
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