Claudia Rodríguez
Despertar en este país es la ruta directa a enterarse o encontrarse con tragedias simultáneas, derrotas parciales o definitivas y el tufo del desaliento nacional.
Los mexicanos que compitieron y ya están descalificados de la justa de los Juegos Olímpicos que ahora mismo se desarrollan en Brasil, como siempre y hasta ahora, son justo el reflejo de lo que somos como país; no sólo el del ya merito o el del ya casi, ni sólo el del sí estamos preparados pero otras naciones nos hicieron convulsionar; somos un país en donde de la pobreza se cobran utilidades y otros muchos se sirven, sobre todo en lo que a temas electorales se refiere, pero entre tanto las penurias crecen de manera exponencial.
Aunque también la pobreza se exalta ante las riquezas insultantes no de los empresarios, sino de quienes nos gobiernan y en supuesto sólo cobran un salario como muchos de nosotros; sin embargo, ellos viven en fortalezas incluso en el extranjero, qué importa cuánta casa les descubra el “vulgo” nacional.
Somos el país de la nota roja diaria y cada vez más despiadada. Muertos, desaparecidos, calcinados, decapitados y casi siempre la autoridad cuenta con pocas pistas para encontrar –en su caso–, al asesino u homicida culposo.
México no es un país que pueda crecer y encuentre caminos al desarrollo porque cada Gobierno que arriba sexenio tras sexenio, impone sus ideas “novedosas”, la mayoría vía el Congreso, pero bastan unos meses para vivir y resentir el fracaso de las mismas y luego el gobernante en turno se obnubila con la embestida y el control de quienes gustosos ya no quieren soltar el poder, sino perpetrarse en el mismo.
México es para millones, la peor apuesta para vivir, con sólo advertir que su Sistema de Protección Civil denote un patrón de ruta de paso de tormentas tropicales o huracanes y año tras año sólo esperan el desastre que cada vez es más significante, sin trabajar de manera anticipada, ya no digamos de forma preventiva, sino predictiva.
Es México, el país de los funcionarios de la economía que incluso trascienden fronteras por su “reconocida eficacia”, pero que a los bolsillos de los mexicanos cada vez sangran más.
Es nuestro país, el signo de la desigualdad total, en donde se señala como discurso gubernamental la búsqueda de la misma, pero se rinde culto al cónyuge fallecido del político de batallas de poder en el Congreso, pero no a quienes pierden la vida, a causa precisamente de las decisiones aprobadas en los mismos recintos camerales que cada vez le quitan más a quien nada tiene.
Acta Divina… “Necesario aplicar y cumplir ley en materia de igualdad”: Enrique Peña Nieto, presidente de México.
Para advertir… ¿Si somos tan iguales por qué no todos pueden aspirar a residir como mexicanos en Miami?
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