—Piense Señor Presidente, siga pensando: piense todo lo que pueda.
Claro: ¡Si es que puede pensar!. (Le hará mucho bien a México).
Es preciso, en éstos tiempos, que Usted sepa que: “La justicia es igual para todos”. Pues hay un error en su forma de pensar. Una fe de erratas dirían los entendidos; en lugar de “es” usted piensa que “no es”.
Mientras Usted siga pensando en que “no es”, México asiste absorto ante ese espectáculo de “pensar” -o ceremonia de confusión- por los datos que maneja y nuestra Nación acaba por no entender nada.
Entretanto, los que si piensan corren por desgracia el riesgo de no creer siquiera en la justicia de su Cuarta Transformación de la Nación y en la independencia y honorabilidad de su Fiscal General de la República. Está visto!.
Si usted piensa, se percatará bien rápido (aunque ello le cueste trabajo) que por su manera de pensar está consiguiendo un resultado negativo que está generando un conflicto o enfrentamiento entre nosotros los mexicanos. Los que pensamos y los que no piensan.
Es cierto, por otra parte, que en México existen nacionales que en verdad “si piensan” y que dada la manera en que usted “piensa”, no existe una aplicación irrestricta de justicia, por lo que los “pensantes” se encuentran obligados en efectuar una defensa de ella.
Es preciso que Usted trate de pensar, sólo trate, que ello puede contribuir a generar nuevamente una confianza en nuestra Justicia y consecuentemente, ¡quizá! en Usted.
Eurípides decía que los segundos pensamientos suelen ser los mejores “posteriores cogitationes sapientores solent esse”.
Si el Señor Presidente llegara a “pensar” que la justicia que se procura en su Cuarta Transformación de la Nación es la forma más degenerativa del ejercicio de su forma de “pensar” en el poder, se percataría que esa forma de “pensar” no es “pensar”; es fracasar.
En fin. Lo dejamos que piense.
Mientras el Presidente dice que “piensa”, otros “pensamos” que de hecho, en medio de tantos escándalos jurídico-políticos, de abominables espectáculos que estamos viviendo, con todo México pendiente de que se provea “justicia igual para todos”, nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, parece un enigma más que el suelo y vuelo de la solución precisa para sacar a México adelante.
El México pensante ya no apoya, ni entiende, ni justifica la política de “abrazos y besos” a la delincuencia. Debe romperse con esa forma de “no pensar”.
México requiere, necesita urgentemente la utilización del derecho como instrumento de profundización para encontrar justicia, corrigiendo desigualdad y desviaciones de aquella forma de pensar de que “el Derecho no es igual para todos”.
Como se ha visto, con aquella forma errónea de pensar se ha olvidado, reducido y degradado a la justicia.
Señor Presidente, ya deje de pensar así y ahora el deseo de México es que piense que “la justicia es igual para todos”.
Es cuanto.
Lic. Alberto Woolrich Ortiz.
Presidente de la Academia de Derecho
Penal del Colegio de Abogados de México, A.C..