Claudia Rodríguez
Aun cuando las campañas electorales fueron ríspidas sobre todo con adjetivos fuertes y políticamente incorrectos no sólo hacia el que en breve será el presidente electo de México, sino también para todos aquellos que se ostentaron como sus seguidores e incluso para quienes con la misma orientación política se mantuvieron a raya; la verdad es que esas agresiones se vierten ahora recargadas de la saña del que se siente perdedor.
Me duele como mexicana, como madre, hija, hermana, amiga y profesionista; tanto rencor, tanta burla, tanta insolencia y descompostura para con quienes aún anónimos, votaron por Andrés Manuel y que esos mismos se sientan ahora violentados.
La sustancia verbal para los votantes de la novísima opción de la geografía electoral encabezada por el tres veces candidato a la Presidencia ha sido incontinente; flojos, ignorantes, nacos, morenacos, prietos, chairos y más adjetivos soeces que llevan la carga del México dividido y desigual, que sólo se dibuja unido de vez en vez y de forma extraordinaria.
Para muchos es aún impensable verse regidos a querer o no, por un Gobierno de izquierda, en donde la sentencia en propuesta y acción de “primero los pobres” les suena a amenaza, cuando justo es la primera y única forma pacífica de contener esta “olla de presión” social que es nuestro país.
Lo lamentable es que no sólo es un asunto de ideologías partidistas los ataques en la escena política, hay más.
Esa idea de que por el color de nuestra piel, el lugar en el que nacimos, las oportunidades de estudio, trabajo, acumulación de patrimonio y hasta recreación a algunos los hace superiores; es la misma que esta vez cuando López Obrador arrasó primero en las encuetas y sondeos de intención del voto y después en las misma urnas; la que desde siempre tiene herido al país.
Claro que tampoco se vale regodearse eternamente en la victoria de manera malsana, porque Morena tiene un paquete enorme en trabajar en pro de todos los mexicanos, más allá de si se votó o no por este partido político.
Ya terminaron las campañas y por tanto se acabó el circo de la fanfarronería que de cierta forma está permitida por el órgano electoral encargado de organizar las elecciones en el país. Por tanto, la reconciliación nacional al menos en lo político, también es tarea del Instituto Nacional Electoral (INE), pues se vio omiso ante el elitismo verbal en la contienda.
En el otro terreno, el social, en ese el trabajo es hasta personal y de mucho camino por recorrer.
Acta Divina… En el 2000, ya en las primeras horas de la victoria de Vicente Fox, Martha Sahagún incitó a brincar al equipo del panista, con el coro extendido del que “no brinque es negro”.
Para advertir… La pigmentocracia mexicana también operó en estas campañas políticas.
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