De memoria
Carlos Ferreyra
Así, sin más, calificaría a Héctor Martínez Serrano, hombre al que conocí en el ocaso de su vida, pero en la plenitud de sus facultades como periodista y organizador social.
Héctor me permitió participar en su programa “Buenos días”, inicialmente con un comentario telefónico sobre un tema de actualidad y luego integrándome al maravilloso equipo de analistas y comentaristas sobre los sucesos cotidianos.
Seguramente el programa de Héctor, ilustre celayense, ha sido el de mayor duración en las ondas informativas y en el ánimo de un público muy selecto y respetable.
Es una vergüenza que a este informador se le otorgue tan poca importancia, cuando su programa trascendía fronteras y permitía la participación libre de todo aquel que tenía una duda o una opinión.
El programa comenzaba a las 5 de la madrugada, casi siempre presentando un trovador desconocido, y seguía a las 6 de la mañana con un sistema insólito e impredecible. Un grupo encabezado por su hijo mayor, a esas horas, comenzaba a bucear los periódicos del día. Recortaba y seleccionaba las noticias de mayor impacto para el público en general.
Me maravillaba la precisión con que escogían informaciones de interés popular, muy escasamente noticias de índole político o similares, que eran, como alguna vez dijo Héctor, previsibles en su desarrollo y sus consecuencias.
A esa hora general, entre personas de edad mayor, estaban pendientes del programa y, sin dudar, participaban lo mejor que podían; hacían comentarios sobre orígenes y recetas para hacer el atole de puscua o orientaban a los necesitados para obtener su pensión, inscribir a los nietos en la escuela y acudir a determinados centros para la atención de molestias o enfermedades.
Recurro a Catarella, el ujier del comandante Montalvo, y pido perdón a mis colegas que se han entronizado como orientadores de la opinión pública, sin pensar que la gente, como dicen en mi pueblo, “los oye y los echa al morral”.
Constituidos en una especie de recua noticiosa, disputan entre ellos el honor de “yo soy más que tú y te gano la nota del día”.
En el programa “Buenos días”, que se transmitía o ignoro si se sigue transmitiendo por Radio Centro, la gente tenía siempre motivos de agradecimiento, no solo por el programa mismo, sino por los actos cívicos y festivos que periódicamente patrocinaba el programa.
Martínez Serrano cubrió con amplitud el enorme hueco que dejó el desaparecido cancionero Picot. Periódicamente renovaba el acervo musical de su cancionero, que tenía amplia difusión pero no la necesaria.
En determinadas fechas convocaba a los escuchas para otorgarles un reconocimiento. La convocatoria ocupaba dos cuadras completas de Balderas, artículo 123, y otras calles que estropeaban la circulación en esa zona.
Pero demostraban lo importante que era para el público el noticiario de Héctor Martínez Serrano, quien falleció a los 92 años de vida con el micrófono en la mano, su voz grave, potente y muchas ideas pendientes para desarrollar.
No creo que en la historia del periodismo radiofónico haya habido alguien equiparable y de tan larga duración ante los micrófonos.
La gráfica ilustra el amplio equipo del periodista guanajuatense; lamentablemente, ese día no acudí al programa, por lo que no aparezco en la foto. Allí estaban la familia, los hijos de Héctor, jóvenes ejemplares que ojalá conserven las dotes de su progenitor.
Descanse en paz y supongo que en breve tiempo habré de hacerle compañía en la tertulia celestial. La edad manda.