La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Debería tener claro que no se juega un cargo, sino, su paso a la historia
Ya en otra ocasión, hemos comentado del gran talento político de Porfirio Muñoz Ledo, también de su doble ánimo que lo ha llevado, junto con su posición crítica, a deambular lo mismo por el foxismo que por el PARM.
Con 87 años a cuestas, el diputado conserva la lucidez mental, pero su fortaleza física, no le da para desempeñarse como dirigente del principal partido político del país.
Si de algo se puede sentir ahíto Muñoz Ledo, es de su independencia intelectual, misma que lo ha llevado a discrepar con hombres poderosos como los presidentes, incluido el actual, por eso, sorprende que se haya convertido en un torpedero, a modo, de Marcelo Ebrard.
Sin duda, el canciller puede ser cuestionado por su protagonismo (que no es una decisión propia, sino aupado por YSQ), pero en este caso, Porfirio actúa por consigna de intereses fácticos, asunto que no es para presumir a estas alturas, cuando es dueño de su carta.
Desde luego, que el diputado pueda participar, pero la sensatez indica que ya no está para esos trotes y que, al presentarse como jugador, pierde su calidad de referente ético.
Al hacer un recuento, Porfirio no ha sido exitoso en sus aspiraciones electorales, ya que, su destacada inteligencia, lo ha convertido en víctima de su arrogancia y al parecer, no entiende. En términos emocionales, lo domina míster Hyde.