Claudia Rodríguez
El presidente Andrés Manuel López Obrador puede disponer casi sin obstáculos en el momento que desee, de la plancha del Zócalo de la Ciudad de México para cualquier objetivo como el festejo que celebrará su triunfo electoral del pasado primero de julio, no requerirá de contratar espacios privados como fue el caso del Estadio Azteca, en el cual, acompañado de integrantes y seguidores del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), vivieron una gran fiesta popular y del triunfo añorado, que se extendió a muchos más, vía comunicación instantánea hacia las pantallas de televisión y gadgets digitales, el pasado primero de julio.
Como todas las maniobras de López Obrador, la celebración de este lunes en el Zócalo capitalino, con motivo de un año de su triunfo electoral, provoca una profunda división entre la sociedad mexicana. Para unos hay mucho que celebrar, para el otro frente, la agonía es lenta y aguda.
La ecuanimidad es posible, y en ese sentido claro que hay para señalar como relevante tras el triunfo presidencial y cuáles los ámbitos en los que se asoma la incertidumbre por no decir, el mal manejo de la Administración federal.
Es un triunfo de la izquierda llegar a la máxima magistratura de México con López Obrador, quien relevó a la derecha que gobernó al país por décadas. Eso significó de entrada, una nueva plataforma de atención para las masas olvidadas por mucho tiempo y como siempre, atendidas en la medianía del discurso político o como medida cacha votos.
Contra las estimaciones de que la paridad del peso frente al dólar estadounidense mostraría un gran revés, la moneda mexicana ha tenido una verdadera estabilidad, en los términos desastrosos heredados por Enrique Peña Nieto.
El frente a la corrupción, al enfrentamiento abierto al huachicol y hasta el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, no pueden desestimarse como aciertos –unos necesarios otros populistas–, que desmarcan al nuevo Gobierno, de los anteriores.
Sin embargo el camino no ha sido terso y en este se pueden listar muchas áreas de controversia y de peligro en el quehacer político de la Presidencia: Un gabinete casi infructuoso y apenas conocido por los gobernados, los escándalos de corrupción que ya se conocen en algunas de estas áreas comandadas por morenistas o adeptos a López Obrador, las dificultades en hospitales por falta de atención médica y desabasto de medicamentos, el desempleo, los recortes abruptos en las plazas de la burocracia, los mensajes equivocadas en contra de trances ambientales, la crisis humanitaria por la contención de migrantes en nuestro territorio nacional, la inseguridad y la violencia que siguen cobrando y víctimas y que se intenta contener con una Guardia Nacional diseminada en todo el país, con salida oficial el día de ayer.
Pero si de números se trata, López Obrador y sólo él, sigue gozando de una gran aceptación ciudadana, lo cual en sentido estricto, no quiere decir que vivimos ya como los suizos.
Acta Divina… El presidente Andrés Manuel López Obrador, invita a bailongo este mismo lunes… la dosis de circo.
Para advertir… Ojalá que el gozo nunca se vaya al pozo.
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