DE LINDES
Han pasado más de tres años desde aquel fatídico 17 de noviembre del 2019, cuando se conociera el primer caso de Covid 19 en Wuhan China, y en el mundo, uno pensaría que a estas alturas los países ya habrían encontrado la forma correcta de lidiar con un virus que llegó para quedarse, sin embargo, irónicamente en China, que fue el país donde inició esta pandemia, parece no entender como actuar de forma correcta y como adaptarse a una nueva realidad.
Esto ya que en últimos días la ola de protestas por la política Zero Covid, han comenzado a intensificarse, generando que incluso cada día se escuchen más las voces de aquellos que piden la renuncia del presidente Xi Jinping.
Si bien es cierto que el número de muertes en China es extraordinariamente bajo, sobre todo si tomamos en cuenta que es el país más poblado del mundo, pero muchos creen que el costo que se ha tenido que pagar para que ese número se mantenga apenas por arriba de las 5000 personas, es extraordinario.
Ya que desde que iniciara la pandemia, la política de China fue extrema, con confinamientos extendidos a lo largo y ancho del gigante asiático, muy pronto comenzó a verse le escasez de alimento y artículos básicos, por lo que muchas personas desesperadas quisieron salir a buscar alimento, pero el gobierno se los impidió por la fuerza, incluso llegando a soldar las puertas de edificios para evitar que las personas escaparan.
Con la llegada de las vacunas, y el hecho de que en muchos países comenzaron a levantarse las restricciones, muchos ciudadanos chinos creyeron que llegaría el momento en el que el gobierno aceptara que no habría manera de erradicar por completo al virus, a menos que permanecieran aislados del mundo.
Por el cierre de fábricas en China, muchos insumos en el mundo comenzaron a escasear, y diversas economías mundiales se vieron seriamente afectadas, la presión tanto interna como externa se acrecentó y el gobierno decidió comenzar a reducir las medidas y a bajar de alguna manera la guardia.
La gente finalmente sentía que podían poco a poco volver a la normalidad, pero como en los últimos meses el incremento de casos fue evidente, el gobierno volvió a radicalizar su política y los confinamientos volvieron.
Pero con lo que no contaban es que los ciudadanos ya se habían cansado de ello, ya no estaban dispuestos a volver a sus casas, ya no querían sentirse prisioneros, querían volver a la vida y enfrentarse a ella como fuera que viniera, así que las protestas iniciaron y parece que no van a parar, y es que el mundo ya no va a parar.
El Covid llegó, sacudió, paralizó, pero después de tres años la realidad es que todo está volviendo a la normalidad y si el gobierno Chino no lo comprende, puede que tenga que enfrentarse a la molestia y hartazgo de 1412 millones de personas que no quieren soltar su libertad, por lo que el número de protestas se incrementa y muchas de ellas se han tornado violentas.
Hay que recordar aquella celebre frase de Octavio Paz; “Sin libertad, la democracia es despotismo, sin democracia la libertad es una quimera”.
Jessica Woolrich