Luis Farías Mackey
En “Confianza sin nosotros” alerté que la confianza no se pacta, se construye. Las alianzas que se tejen con los enemigos de mi enemigo, son como los gobiernos producto de los votos de castigo, las mueve el miedo y el odio, no un proyecto lúcido y compartido, no una acción convencida y entusiasta. Cuando no se tiene propósito ni convicción, surgen los apóstoles del voto útil.
Pero la utilidad es un concepto aplicable a la economía capitalista, al egoísmo. La política, por el contrario, no busca utilidad, sino que debe de crear, en la pluralidad, sentido, identidad, pertenencia, acción, compromiso y hasta heroísmo. Y no soy ni pretendo ser franciscano, pero a la de por sí endeble —por su origen— política en México, ya que tras la Revolución se plasma en conservar, incluso con las armas, el poder, en lugar de generarlo como obra de la libertad en la pluralidad, vino a darle la puntilla de muerte el financiamiento público a los partidos políticos, convirtiéndolos en un negocio a acrecentar y conservar, antes que en pensamiento y acción políticos.
Cuando la política se vacía de pensamiento y propósito político, surgen los partidos “atrapatodo”, cuyo destino es ser bisagras, corsarios y buitres.
Y así como el voto útil llevó a Fox a una presidencia sin sentido, ya que su objetivo y utilidad se perfeccionaron y consumaron al ganar, sin tener una idea de para qué. Hoy, no sin tristeza, empiezo a ver en el Frente Amplio el mismo germen y pecado, que permito llamar Alianza de desconfianzas.
¿Por qué?
Por construirse para ganar la presidencia, no para cambiar al país, su organización y formas políticas.
Lo importante es ver quién será, ahora, la candidata, sin saber a ciencia cierta para qué y cómo. Podrán ganar la presidencia, pero sin una visión integral de gobernanza, que implique a los mejores cuadros —que no compromisos, premios de consolación y cuotas de adhesión— para el Congreso, gobernadores, presidentes municipales y gabinete de coalición; caminan, pues, sin saber a dónde van, o si los llevan. Navegan sin carta de navegación, ni puerto de destino; siguen las corrientes, el gobernalle está desierto. Lo importante es llegar, sin importar cómo ni a dónde.
Y digo ¡podrán ganar!, porque, regreso al inicio de este texto, lo que se huele en el ambiente es la desconfianza mutua, el crujir de una casa construida de más sueños, deseos de creer y cálculos personales de llegar, que de pensamiento, confianza, acción y solidaridad compartidos. Parecieran que lo que se comparte es el recelo mutuo, no el propósito común. ¡Se dan asquito!
Espero equivocarme, porque de caer el Frente Amplio, con él caerá la noche y el dolor sobre México y por primera vez en mi vida dudo ya hasta de Netzahualcoyotl: “Aún cuando las flores se marchitan y amarillecen, no acabarán mis flores, ni cesarán mis cantos”. ¿Será?