José Luis Parra
Hay gobiernos que se desgastan por el paso del tiempo. Otros, por el peso de sus errores. Y hay uno, el de Tamaulipas, que se desangra por las intrigas palaciegas… de alcoba.
Américo Villarreal ya no manda. No porque haya renunciado formalmente —aún no—, sino porque su ausencia, física y política, ha sido ocupada con toda energía y furia por su esposa, María de la Luz Santiago, la ahora omnipresente Mujer Vitamina. Lo de “vitamina” será porque tiene a todo el Gabinete temblando de B12 para soportarla.
Con la venia del gobernador —o quizás con su rendición tácita—, la señora tomó el control de las riendas administrativas, éticas y emocionales del gobierno. Desde el tercer piso del Palacio, y acompañada de su hija, la también combativa María Villarreal Santiago, reparte sermones, ultimátums y una que otra lágrima de frustración. La consigna: “Este gobierno no jala, y si traes un plan político, vete ahorita mismo”.
¿Y el gobernador? Buena pregunta. Hay quien dice que se encuentra preparando su defensa ante la sombra cada vez más larga del huachicol fiscal, y las cenizas calientes del caso Carmona. Otros aseguran que está esperando instrucciones del cielo, o cuando menos de Palacio Nacional.
Pero el vacío no existe en política. Alguien tenía que mandar. Y vaya que lo están haciendo. La primera dama, sin cargo formal, pero con poder real, ya pidió la renuncia de todos los miembros del Gabinete a mitad del sexenio. De paso, su hijo Roberto ya despacha desde Palacio como si fuera jefe de Gabinete, aunque no sepamos si firmó contrato, protesta de ley o si simplemente tomó la oficina como quien agarra el control remoto de la casa.
En medio de este nuevo matriarcado, apareció un personaje incómodo para la familia real: Tania Contreras, flamante presidenta del Poder Judicial estatal. Su pecado: tener un cuñado que, dicen, cantó demasiado ante las autoridades y ahora tiene en jaque al gobernador. La enemistad es tan personal como política. Al grado que, en la ceremonia de toma de protesta, los asientos reservados a la familia Villarreal lucieron vacíos, como si fueran tribuna de partido a puerta cerrada.
Como en toda buena serie de intriga, las venganzas familiares no se hacen esperar. Las reuniones con directores y subdirectores de secretarías han sido escenario de regaños, amenazas y confesiones incómodas. “El gobierno anda mal”, aceptó la Mujer Vitamina, con esa sinceridad brutal que se gasta quien se siente más allá del bien y del mal, pero todavía debajo del techo del poder.
Y claro, el rumor de una sucesión adelantada suena con fuerza. Ya no es chisme de pasillo. Es estrategia de control de daños. Una retirada decorosa antes de que el escándalo judicial sea demasiado grande. Antes de que los Carmona vuelvan desde el más allá —o desde algún archivo judicial— a cobrarse las facturas pendientes.
¿Renunciará Américo? Quién sabe. Pero que ya no gobierna, eso lo saben hasta los porteros del Palacio.