Todas las posiciones estratégicas de poder en el Estado mexicano, casi en sus tres niveles de mando, han sido asaltadas por individuos que sobreestiman la capacidad informativa de los medios audiovisuales y rechazan el significado perenne de la letra escrita.
Copadas por criaturas que le tienen aversión a los procesos de pensamiento, así como a los significados del lenguaje. Que sustituyen al mecanismo cerebral del recuerdo o a la inventiva por el alcahuete teleprompter.
Por personas que prefieren el resultado resumido de las encuestas mandadas a hacer al gusto para sondear tal o cual asunto, que el contacto directo con líderes de opinión o representantes populares con base social para enterarse de las demandas de allá abajo.
Así, toman decisiones cruciales sobre el empleo, el hambre, la salud, la seguridad, los mejores prospectos para las posiciones, sin tomarse la molestia de sondear entre la gente o en artículos de contenido, sino con base en estadísticas engañosas.
Y no, no estamos hablando del hombre de la sociedad masificada, sino de la tan temida especie, ahora entre nosotros, del hombre teledirigido.
La aparición de estudios políticos sobre el comportamiento del hombre- masa fue un fenómeno propio del siglo XX, amenazado por la irrupción de ideologías totalitarias de grandes impactos.
Cuando la televisión hizo su entrada triunfal en los cincuenta del XX, todos los análisis se quedaron cortos. La televisión arrasó con la restringida visión de su tiempo, sobre los alcances y expectativas como el medio de comunicación por excelencia del futuro posible.
Como siempre, el hombre comodino abusó. Jamás usó su prospectiva para poder diseñar mecanismos de reglamentación y defensas mínimas contra la invasividad de la caja idiota en nuestras salas, recámaras y en nuestras vidas.
Homo Videns Vs. Homo Sapiens
Desgraciadamente, varias generaciones, en su desarrollo cerebral, cultural y político, han sido marcadas por esta estela singular, que anula la capacidad de convivencia y lo más peligroso, la de raciocinio mínimo.
La aparición, en 1998, de Homo videns. La sociedad teledirigida, de un politólogo florentino que ha influido en la formación de analistas mexicanos serios, Giovanni Sartori, movió a la reflexión.
El homo videns, en contraposición al homo sapiens, dice el florentino, es “una criatura que mira, pero que no piensa; que ve, pero que no entiende”. Es alguien que ha perdido el apego por el lenguaje, su ignorancia es alimentada por la flojera, la comodidad y la amenaza de quedarse así para siempre.
Son los hijos de la televisión. Si el homo sapiens era un ser caracterizado por la reflexión, por su capacidad para generar abstracciones, hoy es un ser inane que ha sustituido la palabra escrita por la imagen audiovisual.
Atrofiado en la capacidad de entender, el homo videns ha crecido ajeno al concepto de la comprensión, pues ésta se forma y desarrolla mediante la cultura escrita y el lenguaje verbal. Para el nuevo hombre, eso es de hueva.
Su concepción del mundo se vuelve una caricatura; conoce la realidad por medio de las imágenes y reduce su idea del mundo a éstas. Su capacidad de administrar los acontecimientos que lo rodean está afectada. Se reduce a lo visible.
Su capacidad de abstracción (de trascender lo que dicta el ojo) es sumamente pobre y no sólo en cuanto a palabras, sino a riquezas de significados. El acto de ver, anula el acto de pensar, más aún el de reflexionar.
Para el homo videns, el concepto queda sumergido entre colores, formas, secuencias y ruidos de fondo. Si la asimilación de una palabra requiere del conocimiento de un lenguaje, la imagen es cómoda, sólo se procesa automáticamente.
En el mundo del homo videns no hay más autoridad que la pantalla: el individuo solo cree en lo que cree ver. Como la imagen de la televisión está descontextualizada y escogida, es más peligrosa, porque su veredicto es irrefutable.
Para un homo videns la abundancia de información no garantiza la comprensión de los fenómenos. “Se puede estar informadísimo de muchas cuestiones y a pesar de ello no comprenderlas”.
Gobiernan los mass media
El que promueve una democracia teledirigida es un irresponsable o un inconsciente, expresa Sartori. Ver de lejos, como indica la etimología de la palabra, es efectivamente, ser ajeno a la realidad de carne y hueso.
Las encuestas son una expresión del poder de los medios sobre la población. La connotación de las opiniones expresadas estadísticamente es nula; su argumentación es pobre; su profundidad, inexistente.
Es tan ancho el margen que existe para provocar una respuesta, manipulando la pregunta, que la opinión que se recoge no es la del encuestado, sino la que el encuestador persigue. Gobiernan los massmedia.
La opción política de internet es revolucionaria, por cuanto implica una libertad de selección de contenidos por la libertad del usuario. Sin embargo, debe usarse con responsabilidad y previa ilustración, si queremos preservarla.
Las amenazas gubernamentales, los retiros de publicidad, los boicots que se emprenden en la práctica contra los medios de comunicación impresa, forman parte de un tejido de aversiones contra lo que no sea imagen audiovisual.
Alguien con opinión propia, haciendo uso de los micrófonos y la pantalla de un medio audiovisual, de un aparato televisivo sojuzgador, es alguien doblemente peligroso. Un auténtico invasor de la zona de confort.
¿Dónde están las revistas de conveniencia, los famosos medios “católicos” –porque sólo Dios sabía cuándo volverían a salir publicados–, los calumniadores de ocasión? ¡Que regresen! Se están tardando. ¿Son mejor mil embutes que una verdad?
Se abusa de las noticias gubernamentales en las televisoras, porque su mensaje audiovisual es irreflexivo. El mensaje es rápido y furioso. No admite pensamiento –ni memoria– crítico.
En su pantalla pueden desfilar cualquier cantidad de noticias inconexas, desarticuladas, una sobre otra, sin análisis ni jerarquización, que inoculan el subconsciente colectivo, porque todo mundo las da por buenas y valederas.
Confinado, aislado, lejos de la letra escrita
Con voz engolada, teleprompter al alcance, Peña Nieto, El Atracomulca, se atreve a decir en el Colegio Miraflores que “si algo valioso tenemos como mexicanos, es estabilidad social, económica y política”.
Enfrente de los embajadores de Estados Unidos y España agrega:
“No imponiendo, no generando unanimidades, sino más bien convenciendo y enriqueciendo cualquier propuesta con la participación de todas las opiniones”.
What!
Es el resultado de vivir confinado. Aislado del mundanal ruido. Lejos de la letra escrita. Cerquita del hogar de la televisión, confortable y agradable reproductora de lo que se masculla.
Así llegan a creer en lo que quieren creer. No entienden lo que no pueden entender. Generan franca aversión a la crítica y al lenguaje mismo. Para ellos, una imagen sí vale lo que un millón de palabras.
Viven en un mundo raro. Están teledirigidos.
¡Que no les extrañe, entonces, lo que viene!
Índice Flamígero: Muy oportuna la colaboración de El Poeta del Nopal: “Se cimbra hasta los cimientos / la Economía, ¡qué desgracia, / mientras la alta burocracia / se queda sin argumentos; / no tengo conocimientos / para opinar sobre el tema, / pero semeja un dilema / con visos de nudo ciego: /
¿por qué, si juegan con fuego, / mi casa es la que se quema? + + + Y no, no fue por la foto a Panamá. Acorde a los nuevos tiempos, lo que se trajo fue una selfie.
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Como dijera aquel cómico: “ahí está el detalle”.
Contra esos medios (los manipuladores) tenemos que luchar y actuar.