Héctor Calderón Hallal
Por muchas décadas, constituída en el monopolio del servicio eléctrico a todo el territorio nacional, a excepción del entonces Distrito Federal y de 80 municipios del Estado de México, dos de Morelos, dos de Puebla y cinco de Hidalgo, cuyo servicio lo ofrecía la desaparecida Compañía de Luz y Fuerza del Centro, también una paraestatal.
Pero fue hasta el 11 de octubre de 2009, en que por decreto presidencial, se dispuso que el servicio de energía eléctrica proveído a la capital de la República y a la región centro del país, fuera transferido a la empresa paraestatal que hoy nos ocupa y que es motivo de un complejo mazacote de reproches y abominaciones por parte del público consumidor en todas las entidades de la república: la hoy multiinvocada y célebre Comisión Federal de Electricidad (CFE).
En esa fecha y por esa eventualidad terminó de forma definitiva la “luna de miel” sostenida a lo largo de toda la era post-revolucionaria por los habitantes de la capital del país y la zona central del país. Se acabó el último reducto de un trato gubernamental respetuoso, considerado con la economía popular y familiar; consciente digamos, del índice inflacionario provocado por el propio gobierno en detrimento de la población… por esos días terminó de fraguarse el divorcio de la población capitalina y de la zona conurbada con el PRIAN y su afán neoliberal, que habría iniciado en 1997, doce años antes; hay que decirlo con todas sus letras.
Empezó entonces el mal servicio en la capital; las molestias fueron cada vez más frecuentes en la calidad del mismo y lo más engorroso: el cobro puntual y sin consideraciones; abusivamente ajustado y con una visión más que empresarial… usurera.
Empresa constituída hoy por hoy pues, en la bestia que acecha la tranquilidad y el patrimonio de los mexicanos; cuyos agravios bien pueden y deben ser invocados a propósito de toda esta historia de desatención al público, de marasmo y de descuido en que ha incurrido este gobierno, más preocupado por la clientela que por el cumplimiento cabal de su función constitucional.
La bestia de la administración pública federal, la CFE, es un engendro voluminoso y torpe, al que el síntoma de la reuma no le hace mella, por el contrario, le alientan a ser más abusiva y hasta le sirve de pretexto para retrasar el restablecimiento del servicio en los cada vez más frecuentes “apagones”… cuando el servicio “se cae”.
Porque a esta bestia también y con frecuencia se le cae el servicio y …el sistema.
La bestia es cínica y abusiva. Nunca el usuario le podrá ganar un simple trámite de aclaración por mal servicio o cobros indebidos.
La bestia hace uso de todos sus recursos jurídico-interpretativos para aplicar la norma a su favor: infla dolosamente recibos del consumidor para pagar su deuda institucional y capitalizarse… pero paga muy puntualmente y en una sola exhibición sus compromisos financieros internacionales con empresas trasnacionales cuando de borrar un vergonzoso error institucional se trata. Por ejemplo, el caso del reciente pago hecho por 65 mil millones de pesos, luego de que por no pagar la cobertura de un seguro en febrero pasado, tuvieron que comprarle al primer postor gas natural, ya que gran parte del norte del país se encontraba sin energía eléctrica, producida a partir de gas.
Edmundo Sánchez Aguilar, director corporativo de finanzas de CFE, justificó este pago “en una sola exhibición”, por “la fortaleza financiera de la empresa, ya que el pago se tenía que hacer de contado… además de que no obstante los efectos de la pandemia y la crisis de Texas, el flujo operativo de la CFE es de 125 mil millones de pesos en promedio anualizado, lo que les permite darse el lujo de cotizar hoy en Bolsa Mexicana de Valores”, subrayó.
Además, la empresa pagó 2.8 millones de pesos para contratar a un panel de expertos que analizara un incendio de un pastizal en un lóbrego punto de Tamaulipas que supuestamente aconteció en diciembre de 2020 y que también dejó sin energía eléctrica a 15 estados del país… incendio cuya existencia incluso que en esos días se ventiló en la prensa que nunca existió.
La bestia presume orden y austeridad financiera; disciplina y productividad… pero lo cierto es que no es así.
La bestia se nutre del sacrificio y la sangre de los consumidores más humildes en los rincones geográficos más alejados al centro del país y donde en estos días, por las condiciones climáticas y de la pandemia, es inevitable consumir muchos kilowatts para restaurar el cansancio y la salud de la gente, al encender los diferentes aparatos para sobrevivir al infernal calor y la humedad de algunas regiones del país.
Este miércoles se aclaró en la prensa nacional que, contrario a lo prometido (o comprometido) por el presidente López Obrador, la paraestatal sí ha “ajustado las tarifas y no sólo en la Ciudad de México y el Estado de México, sino en todo el país, desde inicios del actual 2021.
Con maromas discursivas, ayer trató de explicar la bestia que el incremento de un 20.9% en la tarifa tipo DAC (De Alto Consumo), a la que se encuentra adherido más del 60 % de los usuarios de la paraestatal, no era cierto… que era una “exageración periodística”, pues solo se habría ajustado poco más de un 9 %… por debajo “del índice inflacionario”, que está en poco más del 11%.
Nunca esperamos los mexicanos una maroma más neoliberal que esta para tratar de desmentir una especie informativa difundida por el rotativo capitalino Reforma: “por debajo del índice inflacionario”… ¡Oh contradicción!…¿Pues qué no odian a los neoliberales?.
La bestia es hipócrita: se hace pato, viste piel de oveja, camina como ganso… pero es una bestia sedienta de sangre y miseria para la población, ni duda cabe.
Se dice ser en un pomposo eslogan, “Una Empresa de Clase Mundial”… pero en versión “Conasupo”.
De nada vale la existencia de una emergencia sanitaria; no hay para el pueblo ninguna consideración en tiempos de esa pandemia. Ni siquiera de las instituciones formales del Poder Ejecutivo, mucho menos de paraestatales como la CFE… la bestia de la administración pública federal.
La bestia reta a la legalidad y a la constitucionalidad misma, no obstante estar siendo “maquiavélicamente” operada por un doctor en derecho, egresado de la Universidad Sorbona de París.
Reportan al suscrito desde Sinaloa, que las juntas de agua potable de por lo menos 12 de los 18 municipios actuales de aquel estado, por tener “adeudos” con “la bestia”, en tiempos de pandemia -se reitera- en donde la situación no es fácil ni para el mejor administrado ente del mundo, están quedando sin el servicio… por lo que las plantas potabilizadoras están dejando de operar y tienen a la población civil inmersas en la peor de las sequías.
El agua es un servicio considerado dentro de los considerados “vitales”.
El acceso al agua, es uno de los considerados universalmente derechos humanos de primera generación. La arbitraria acción de la CFE al cortar el servicio de energía a las plantas potabilizadoras y de suministro de esos municipios de Sinaloa, atenta contra la Carta Magna también en los términos del artículo 115 constitucional.
Pues si se dice tan solvente esta “bestia” financiera, tan disciplinada y tan “neoliberal”, bien podría pagar a estos municipios sus impuestos prediales rústicos y sus derechos de vía por sus torres y cableados, por lo menos, que nunca se le cobran, sin saber en atención a qué precepto o consideración. Finalmente se trata solo de una empresa paraestatal, pero con esa solvencia que le permite “cotizar en bolsa” y especular de varias formas… no se diga pagar errores de miles de millones de pesos en una sola exhibición, como a las gaseras de Texas recientemente.
Y es que las juntas de agua potable de aquel estado –hay que decirlo también- operan con la eficiencia de un banco para cobrar… vamos, como la “mismísima bestia” cada corte, puntualmente hacen llegar el recibo y el aviso de corte en caso de incumplimiento.
Ni en Durango, ni en Zacatecas –por ejemplo- que son estados secos, cobran tan “puntualmente” el servicio (y lo cortan si no) como en el llamado “estado del agua”, Sinaloa. En Zacatecas hay poblados donde no pagan los habitantes el servicio.
Esto se debe a que en ese estado, mañosamente los gobiernos ya se dieron cuenta de que ahí está “la caja del circulante”, pues la población no paga el impuesto predial, entonces el objetivo recaudatorio más asertivo es el cobro del servicio de agua.
Así que la población humilde de aquellos lugares se encuentra hoy ante un verdadero dilema: en estos días de enfermedades, de servicios fúnebres, de desempleo, de ausencia de circulante en el mercado, de gastos inesperados por la pandemia… “o paga el recibo del agua o de la luz… o come, materialmente”.
Hoy, mucha gente, en esas regiones con temperaturas ambientales de hasta 45 grados a la sombra, no tiene ni energía eléctrica… ni agua para tomar, ni cocinar, ni refrescarse, ni asearse.
Pero no hay autoridad que se conmisere o intervenga. No solo Sinaloa, sino que el país entero está desprotegido por paraestatales y autoridades como “la bestia” de la CFE.
Y claro, Sinaloa no es Tabasco para que súbita y magnánimamente, una fuerza superior, fuera del plano terrenal, intervenga para que “le sea condonado un adeudo histórico con la CFE por el servicio de energía”, como le sucedió a los tabasqueños recientemente, un adeudo que sumaba cientos de miles de millones de pesos.
La bestia no es pareja.
Pero tiene sus puntos vulnerables y su existencia, al final de cuentas, más que una adversidad para los mexicanos, será una oportunidad para unificarnos con el cemento de la desgracia.
Una bestia que balbucea sus razonamientos para no conceder ni un ápice de justicia o consideración a sus usuarios cautivos por obra y gracia de un sistema monopólico, despide de sus fauces un tufo a putrefacción y a ocaso.
El poder de la solidaridad del pueblo de México y de la empatía humana, debe ser capaz de actuar a favor de la gente que es víctima de esta y otras figuras del autoritarismo y la soberbia humana.
Porque esa empatía vuelta fraternidad, conlleva a la acción colectiva que puede salvar vidas o hasta liberar prisioneros de engendros y figuras de ‘autoridad’ como la ‘bestia’.
Quienes vivimos en lugares como la Ciudad de México, en el confort –digamos- de un clima templado y un medio con todos los servicios al alcance, debemos estar atentos y nopermitir que se replique aquí lo que lastimosamente pasa en aquellas latitudes.
Porque con apatía, los ciudadanos escogemos activar a esos monstruos de la insensibilidad y el abuso gubernamental. Y nos comprometemos al mismo tiempo, a reivindicar con egoísmo, nuestra propia maldad en secreto, al no hacer nada por el prójimo y al no detener el abuso, pues muy pronto podríamos ser nosotros las víctimas.
Siempre hay un camino para salir del laberinto de la bestia. Y otros más incluso, para derrotarla.
Como también hay un camino para construir una oposición sólida y numerosa para corregir el rumbo del país.
No necesitamos magia para cambiar al país ni al mundo. Ya llevamos el poder necesario para ello dentro de nosotros mismos: llevamos palpitando un corazón de mexicano y sabemos lo que le duele al prójimo. Tenemos la capacidad de acompañar al hermano en desgracia y en un revire… de dar la cara por él también. Porque nos indigna la injusticia y nos crecemos ante la adversidad.
Nadie nos puede regalar la felicidad y el bienestar que nosotros mismos escojamos y nos construyamos… ni siquiera un gobierno con sus “dádivas y apoyos”.
Autor: Héctor Calderón Hallal
Twitter: @pequenialdo