José Luis Parra
Una ciudad del futuro se construye, aparentemente, con paneles solares, alumnos creativos, científicos ilustres y selfies con celebridades. Así al menos lo pinta Antonio Astiazarán, alcalde de Hermosillo, quien presume orgulloso el Cuarto Foro Mundial de Energía Solar, donde brillarán —literalmente— luminarias como Steve Wozniak, el tipo que junto con Jobs inventó la computadora personal; y Carlos Moreno, el ideólogo de las “ciudades de 15 minutos”, que suenan muy bien si uno vive en París.
La postal es impecable. Villa Toscana. Estudiantes compitiendo por salvar el planeta. Delegaciones internacionales. Cámaras, flashes, innovación.
Pero…
Mientras se preparan para hablar de sostenibilidad, inclusión y talento local, por otro lado recientemente se acusó al mismo gobierno municipal de desaparecer a los pobres durante las Fiestas del Pitic. Sí, literalmente. Personas humildes, jornaleros, albañiles, ayudantes de cocina, fueron —según denuncias— detenidos por verse mal. Por afeársele al turismo. Por existir sin filtros de Instagram.
Así como hay “ciudades del futuro”, también hay prácticas del pasado. Redadas. Levantones. Abandonos en la madrugada. La crónica de Antonio Medina, quien caminó horas hasta llegar a Navojoa tras ser dejado en medio de la nada, debería helarnos más que cualquier diagnóstico climático.
No se trata de comparar peras solares con manzanas de cementerio, sino de entender que el mismo actor —el alcalde— protagoniza dos guiones muy distintos: uno de luces, otro de sombras.
Y el público somos nosotros.
El peinado rubio del progreso
A Toño lo compararon con Trump. No por sus negocios, sino por su desprecio al pobre que estorba. En redes lo apodaron “Toño Trump”, lo tiñeron de güero en memes y lo convirtieron en símbolo del clasismo municipal. Él respondió, como buen político en aprietos: “es una campaña en mi contra”.
Ah, la palabra mágica: campaña. Siempre hay una en curso. Y si no hay, se inventa.
Mientras tanto, las Fiestas del Pitic dejaron 90 millones en derrama. ¿Cuánto costó cada millón? ¿Cuántas detenciones por imagen bonita? ¿Cuánta dignidad perdida en el traslado de madrugada?
Y no, no se trata de demonizar la fiesta ni el foro solar. Ambas cosas tienen valor.
El problema está en la disonancia: ¿cómo hablar de “ciudades humanas”, de inclusión y vanguardia climática, mientras se trata a los ciudadanos sin casa como residuos urbanos?
¿Regreso a casa… o a la oscuridad?
El alcalde asegura que existe un programa llamado “Regreso a Casa”, donde se apoya voluntariamente a personas sin hogar. Les ofrecen regresar a su lugar de origen, dice.
Los testimonios contaron otra historia.
Personas llevadas contra su voluntad. Autobuses sin destino. Promesas falsas de comida. Abandonos en Guaymas, Miguel Alemán, Navojoa.
Eso no es inclusión. Es desplazamiento.
Y eso que todavía no se abren las urnas del 2027.
Porque estas estrategias, tan parecidas a las de los gobernadores autoritarios del pasado, no nacen solas. Se cultivan. Se prueban. Se normalizan. Y luego se institucionalizan.
Las ciudades del futuro no borran a su gente
Mientras Steve Wozniak habla de revolución tecnológica, mientras el Climathon desafía a estudiantes a salvar el mundo, mientras la directora de la Agencia de Energía se llena la boca con palabras como “innovación”, “talento” y “potencial”… la ciudad real parece mandar un mensaje silencioso pero contundente: hay personas que sobran.
No es nuevo. Ha pasado en Nueva York, en París, en la Ciudad de México. Pero eso no lo hace menos brutal.
Una ciudad que se vende como sede internacional de las energías limpias no puede tener prácticas tan sucias. Ni un gobierno que se dice moderno puede operar con métodos medievales.
Porque el problema no es solo la contradicción. Es la hipocresía.
Conclusión: Entre el sol y la sombra
Toño quiere que Hermosillo brille. Y se le aplaude. Pero que también se haga cargo de las sombras que su brillo proyecta.
Porque las verdaderas ciudades del futuro no se construyen con paneles solares importados ni con frases de gurús europeos. Se construyen con principios básicos: dignidad, justicia, coherencia.
Y con la voluntad política de no usar a los pobres como basura electoral.
Hasta nuevo aviso, la tecnología ilumina… pero la política sigue abandonando a las tres de la mañana.