RELATO
El día que él abandonó su casa era de noche y llovía muchísimo, pero el agua no le impidió correr y correr, sino que todo lo contrario. Se sentía liberado, se sentía renacido, y toda esa agua que lo mojaba era como un nuevo bautismo.
El hombre corrió y corrió sin mirar atrás. No llevaba nada consigo, solamente una tarjeta de identificación. ¿A dónde se dirigía? No lo sabía. Todo lo que quería era escaparse, lejos, en un lugar en el cual empezar de nuevo, un lugar donde sus recuerdos dejasen de existir. ¿Acaso podía haber tal cosa? Él tampoco lo sabía, pero no dejaría de correr hasta encontrarlo.
La lluvia siguió cayendo y él siguió corriendo sin voltear a ver jamás hacia atrás. De haberlo hecho se habría detenido en seco, porque amaba hasta lo más profundo de su corazón el lugar que abandonaba. Pero sabía que aquí ya no había nada que hacer; ahí solamente quedaban recuerdos de una vida jamás vivida.
Así que lo mejor era escapar, lejos, y nunca regresar.
El hombre siguió y siguió corriendo durante toda la noche. No dudaba de que lo lograría; estaba seguro de que encontraría el lugar que ahora perseguía.
FIN.
ANTHONY SMART
Junio/23/2017