La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El sapo es tan grande que no se resbala ni con una senaduría pluri
Después de superar su berrinche y presionado por vayan a saber que expedientes, Marcelo Ebrard, se sumó a la campaña de Claudia Sheinbaum, suponiendo que sería recibido como el hijo pródigo, pero, nada más inexacto.
De entrada, no hubo ninguna celebración por su incorporación, sólo comentarios de protocolo e, incluso, le metieron unos calambres ante su pretensión de asumirse como una corriente al interior de MORENA.
Navegó varias semanas sin pena ni gloria, sin embargo, cuando se anunciaron las listas de diputados y senadores plurinominales, se comprendió a cabalidad la real dimensión política del ex canciller: lo mandaron al séptimo lugar de la lista de senadores, o sea, ni en su sueño más guajiro será líder del grupo parlamentario de su partido, en primer lugar, está Adán Augusto López, quién parece destinado a ocupar dicho cargo.
El hecho, de no surgir como la primera propuesta, es un terrible descalabro para Marcelo, si le quedara algo de congruencia, debió rechazar la oferta, sin embargo, prefirió la comodidad de continuar pegado a la ubre presupuestal, antes que luchar por sus ideales desde otra trinchera.
La mentada hiperactividad, que dice, tendrá como senador en materia de política exterior, es otra suposición que no ocurrirá, ya que, de ganar la señora Sheinbaum, vivirá un ostracismo legislativo y, si triunfa doña Xóchitl, su única opción será criticar las decisiones oficiales. En cualquier sentido, una forma ominosa de resolver su carrera política, se jodió.