Joel Hernández Santiago
El Partido Acción Nacional (PAN) anuncia ya su refundación. El 18 de octubre fue la fecha en la que con una gran manifestación de sus dirigentes, simpatizantes y seguidores en la Ciudad de México, dijeron que el PAN cambia su logo, con 73 años de antigüedad, y que se terminaron desde ahora las alianzas con otros partidos políticos… “Ojalá lo entendamos y abramos nuestro propio camino, sobre todo para recuperar identidad”.
Esto ocurre a un año de que Jorge Romero asumió la dirigencia y en el marco del 86 aniversario del partido. Porque el PAN -dicen sus dirigentes de hoy– no necesita de otras fuerzas para seguir su camino político electoral.
Jorge Romero y Damián Zepeda, promotor del cambio también, anuncian ya una etapa de fortalecimiento de sus principios políticos, ideológicos y doctrinarios y la apertura a candidaturas ciudadanas, con el fin de recuperar su identidad y ampliar su base de militantes ante el riesgo de perder su registro nacional. Que sean los electores los que decidan quién será el presidente del país y no unos cuantos, esto mediante elección o consulta, pero que sea el pueblo, afirman.
Muy bien. Pero ¿y cómo van a hacer todo esto? ¿Con cuál capital político y electoral si en este momento están en crisis de militancia y de presencia política en México? Según el INE, el PAN registra actualmente 277 mil 665 militantes, uno de los niveles más bajos en la historia de ese partido.
A pesar de haber sido la segunda fuerza política en 2024, el PAN está muy lejos de los resultados que anunció Morena y sus rémoras en las elecciones de ese año. Hoy es oposición muy débil, sin horizontes visibles, lo que presagia dificultades para obtener triunfos electorales y mucho menos mantenerse en ese segundo puesto como fuerza política nacional.
El Partido que históricamente se ha identificado con el pensamiento conservador y de derecha en México ha tenido una muy larga historia. De esta habría que reconocer que desde 1939 en que se fundó, ha mostrado reciedumbre para enfrentar distintas etapas de la democracia en México. Fue y ha sido por muchos años la oposición a los gobiernos revolucionarios y a los gobiernos de la 4-T.
Sus fundadores fueron Manuel Gómez Morin junto con Efraín González Luna, Aquiles Elorduy, Luis Calderón Vega, Miguel Estrada Iturbide, Manuel Herrera y Lasso, Rafael Preciado Hernández, Juan Gutiérrez Lascuráin y Manuel R. Samperio, entre otros.
Como se ve, la mayoría de ellos fueron personajes inteligentes, de ideas firmes, entereza y convencidos de que podían contener lo que consideraban excesos de un gobierno que alentaba -decían- el desdén por la iglesia católica y el desdén por el orden social basado en valores morales y filosóficos. La derecha, pues.
Hay que recordar que el PAN nació para enfrentar las políticas del presidente Lázaro Cárdenas, a las que consideraban de extrema izquierda, socialistas y peligrosas para la salud social del país -decían sus fundadores-.
Y por supuesto ellos estaban convencidos de volver la vista a los valores tradicionales, a la religión y a conservar la esencia de la democracia. Pero el PRI era tan incluyente en su momento de gloria -dictadura, dicen muchos-, que tuvieron presidentes de derecha casi panista, como fue Manuel Ávila Camacho o Miguel de la Madrid, por ejemplo y en esto, el PRI le comió el mandado al PAN.
Siempre consecuente con su línea de pensamiento en un país en el que ha entre los electores predomina el conformismo, el dejar hacer, el dejar pasar y la conveniencia individual, en lugar de los principios ideológicos y de defensa nacional, el PAN ha sabido consolidarse, pero también llegó a perder lo que había obtenido desde 1989 cuando por primera vez ganó una gubernatura, Baja California, para estar hoy en 2025 a punto de perder el registro si no levanta cabeza pronto.
El PAN, ciertamente fue una institución política importante en México. Tuvo ya dos presidentes: Vicente Fox y Felipe Calderón… luego de ese momento culminante, la debacle.
Quizá por la aplanadora que significó la presencia de López Obrador con su fuerza aglutinadora, por su mensaje de confrontación y de un cambio de formas y fondo, o acaso por el fastidio de los electores por la manera corrupta como se manejó el PRI en su última etapa en el poder presidencial: Enrique Peña Nieto. Los electores en mayoría votaron por ese cambio. ¿Hacia dónde? Ya Lo vemos hoy.
Si. La democracia mexicana, el país, México, necesita una oposición fuerte. Sólida. Responsable. Impecable. Que atraiga electores a las diferentes formas de pensamiento. Izquierda, derecha, centro y todas las variantes posibles, siempre dispuestas a aportar fortaleza al país y la seguridad en sus vidas y en su patrimonio. La seguridad en su salud, en su educación y en el trabajo, en la libertad, en el derecho, en la justicia impecable también… Tanto.
El PAN debe renovarse, sí, pero no sólo maquillar su debilidad. No sólo cambiar un logo. Debe ser oposición digna, fuerte, con militantes dispuestos a dar la batalla.
Así como los partidos de izquierda que surjan para contrarrestar a una izquierda mentirosa que es populismo y que hoy está en el poder político de México con personajes que mienten, engañan, traicionan, roban, y quienes en lo que menos piensan es en México, en el futuro de México y de su pueblo. Los mismos que hoy están agazapados, escondidos y temblorinos por las corruptelas que ya salen a la luz debilitan su propio “Movimiento”.