El Papa Juan Pablo II, elevado de manera súbita a los altares trás su muerte en 2005, fue no solo un líder religioso de primer orden, sino uno de los hombres más destacados de la historia contemporánea. Con México tuvo una relación entrañable que quedó expresada en cinco visitas apostólicas al país, durante las cuales, el pueblo literalmente desbordó las calles para vitorearlo, pero también en la devoción popular que se le profesa a lo largo y ancho de nuestro territorio, no es raro encontrar su imagen en improvisados altares familiares o en murales callejeros.
El ingeniero Cuauhtemoc Cárdenas, ha sabido labrar un nombre propio y un sitio en la historia mexicana más allá de su linaje familiar. A pesar de la popularidad con que cuenta el ex presidente López Obrador entre las masas y los resultados electorales que dió a su movimiento en los comicios de este año, el Ingeniero Cárdenas es el indiscutible líder moral de la izquierda y de las causas progresistas mexicanas. Es un hombre discreto, sensato y enemigo de los halagos, aún así, su popularidad es constante, me tomo la licencia para compartir dos escenas de las cuales fui testigo: en un recorrido por un popular balneario morelense, la gente al verlo, de manera espontánea salía de las albercas, y mojados se acercaban a saludarlo y tomarse fotografías con él, de igual manera al encontrarlo en otra ocasión, en un supermercado de una exclusiva zona de la Ciudad de México, las amas de casa lo abordaron de manera afable compartiéndole comentarios respetuosos.
Es ampliamente conocido, el episodio en torno a la elección presidencial de 1988 y a la “caída del sistema” instrumentada por Manuel Bartlett, ahora irónicamente fervoroso militante de la 4T. Si bien en aquella ocasión, se le cerró el paso a la presidencia de la república y no pudo tampoco alcanzarla en 1994 y el año 2000, su contribución a la democracia y al fin del sistema de partido único es irrefutable. Aun así, fue el primer Jefe de Gobierno electo popularmente en la Ciudad de México en 1997, y desde entonces a la fecha, la izquierda gobierna la capital del país.
Durante su histórico periodo como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, le correspondió ser el anfitrión del Papa Juan Pablo II en su cuarta visita a México en 1999, el Nuncio Apostólico en México era el afamado Arzobispo Justo Mullor García. En aquellas jornadas, el 22 de enero de 1999, el Ingeniero Cárdenas entregó las llaves de la Ciudad al Papa Juan Pablo II y lo declaró huésped distinguido en el Museo de la Ciudad.
Ahí dirigió al Sumo Pontífice un vibrante mensaje. La presencia del Papa en 1999, coincidía con los veinte años de su pontificado y su primera visita a México, entonces Cárdenas de manera oportuna refirió las transformaciones profundas vividas en México y el mundo a lo largo de esas dos décadas. Destacó la presencia, contribuciones e incluso las confrontaciones con la iglesia a lo largo de la historia mexicana. Pero sobre todo resaltó que en un mundo secularizado, subsista el humanismo que derivado de la cultura religiosa ha formado valores que identifican al pueblo y nación mexicanos.
No omitió mencionar a Fray Bartolomé de las Casas, a Tata Vasco, primer Obispo de Michoacán y su utopía. También a Alonso de la Veracruz, a Sahagún, Clavijero y Sor Juana Inés de la Cruz. No quedaron fuera del mensaje las referencias a Fray Servando, Hidalgo, al pendón Guadalupano en la madrugada del 16 de septiembre de 1810 en el curato de Dolores, así como a José María Morelos y Pavón, a quien reconoció el mayor aporte y contenido social a la lucha de independencia. Luego abordó los signos de la Iglesia Católica en la Ciudad de México, a través de sus templos y edificios, de la vida cotidiana, del sincretismo y las costumbres, sin omitir la importancia del culto guadalupano entre los capitalinos.
El discurso cerró reiterando la satisfacción de los habitantes de la ciudad, por la visita, manifestada a través de su hospitalidad y citando a Paulo VI quien declaró que : “el desarrollo es el nuevo nombre de la paz” e hizo hincapié en que el humanismo debe prevalecer sobre el materialismo, que produce a nivel internacional ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres. Con motivo de la visita papal, el gobierno de la Ciudad de México, imprimió en honor de Juan Pablo II, una reproducción facsimilar de la Doctrina Cristiana en náhuatl y español, un gesto de la altura diplomática que actualmente añoramos. El documento reproduce en su portada el escudo de la ciudad, al interior un bello y antiguo grabado de la Señora del Tepeyac y en ambas lenguas: el per signum crucis, el Padre Nuestro, el Ave María, el Credo, la Salve, los Diez Mandamientos, los mandamientos de la Iglesia Católica, los Santos Sacramentos, los Artículos de Fe, las Obras de Misericordia y los Pecados Mortales.
A lo largo de su abultada trayectoria política, el Ingeniero Cárdenas ha dado muestras de que se puede disentir sin enfrentarse, de que las distintas expresiones de pluralidad política deben enriquecer no polarizar a la sociedad mexicana y el acto de recepción a Juan Pablo II aquel 22 de enero de 1999, reafirmó que la genuina izquierda no se funda en poses radicales o francamente ya cómicas bien entrado el siglo XXI, sino en el reconocimiento a la identidad y memoria histórica del pueblo mexicano. Nuestra clase política, sin importar su origen partidista, debe mirarse en el espejo del Ingeniero Cárdenas e inspirarse en sus acciones congruentes y mesuradas, que sin duda pueden abonar a la obligada reconciliación de los mexicanos.