La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
La dualidad del cobarde: prepotente para robar y llorón para asumirlo
De acuerdo, a uno de los abogados de Emilio Lozoya Austin, el famoso reo está delicado de salud ‘por las presiones’ a las que se ha visto sometido, por lo tanto, le urge llegar a un acuerdo reparatorio para obtener su libertad.
No obstante, el gobierno del presidente López Obrador, subió de 10 a 30 millones de dólares el monto de la reparación, por los casos Odebrecht y AgroNitrogenados, lo que llevó al presunto defraudador, a comentar que “este cambio (de cifra) me parece que es ilegal, es inmoral y raya casi en la extorsión”.
De botepronto, podríamos suponer que el radical aumento en la cantidad, es una chicana para que el delincuente de cuello blanco permanezca en el Reclusorio, pero, si ponemos el asunto en contexto, la 4T se queda corta en lo que le demanda a este personaje.
La frivolidad, con la que se condujo como director general de PEMEX (jets de propiedad gubernamental para viajar por todo el mundo, comida y vinos de alta gama con cargo al erario, sobrecosto en las licitaciones, financiamiento subrepticio a campañas políticas y otras perlitas), merece que se le aplique la ley con la mayor severidad posible.
Si ‘las presiones’ lo tienen malito, debió pensar la consecuencia de sus actos antes de cometerlos y no lamentarse ahora, buscando hacerse la víctima.
El gobierno federal, nos ha quedado a deber en el castigo a la corrupción anterior (y a la que se ha cometido en la actualidad), así que, lo menos que se puede pedir para atemperar el malhumor social, implica que, en este caso, se haga justicia.