Texto dedicado a mis profesores Juan José Torres Bata y Alejandro Hernández, así como a la directora de la EPCSG, Analletzin Díaz Alcalá.
Por Gonzalo García Ramírez
Sólo por un momento, hagamos a un lado la sucesión presidencial adelantada. En esa lucha de dimensiones aún desconocidas, se van a enfrentar los intereses transexenales de siete partidos (Morena, PT, PVEM, PRI, PAN, PRD y MC).
Agosto de 2023: todavía no salimos del no entender cómo es que Alejandro Moreno Cárdenas sigue acumulando tanto poder, cuando ya deberíamos visualizar quién será el que le suceda en el CEN del tricolor luego de las elecciones de julio venidero; todavía no sabemos si en el corto plazo regresa Ricardo Anaya a México, cuando ya deberíamos preguntarnos qué hacen en este momento panistas como Cecilia Romero (que nunca sale a medios) o ex panistas, como la ex primera dama Margarita Zavala. Todavía no creemos que el ex edil de Iguala José Luis Abarca vaya conseguir salir de la cárcel antes de que acabe el gobierno de AMLO, cuando ya debemos imaginar si le alcanza el capital político y la vida a Graco Ramírez para encabezar a lo que quede del PRD apenas pasen las siguientes elecciones presidenciales.
En lo que respecta a Movimiento Ciudadano, todavía no es del dominio público saber cómo podría convencer Rosario Robles a Dante Delgado para ponerse la camiseta naranja, cuando ya deberíamos reconocer que, en una de esas, MC se habría de convertir en la segunda fuerza política a partir de la instalación de la siguiente legislatura en 2024.
En tanto, a decir por las últimas encuestas, realizadas en el contexto de la actual sucesión presidencial y tomando en cuenta los últimos resultados electorales en el Estado de México, para el próximo año no se espera un mayor peso específico en todo lo que se refiere al PT y al PVEM. No es temerario pensar que los verde ecologistas irán a menos y que –salvo incremente su presencia en el Edomex–, el Partido del Trabajo seguirá sin repuntar a como ha sucedido desde su creación.
Pero: ¿qué hay de Morena? el partido del presidente. ¿Qué será de esa organización política, a nivel nacional, apenas acudamos a las urnas en las siguientes elecciones federales? ¿Alguien ve a Mario Delgado llegando hasta esa justa electoral? Claro que no. El sueño del marcelista es y seguirá siendo llegar a la jefatura de Gobierno de la CDMX. De concretarse su candidatura, deberá llegar a un arreglo con Ariadna Montiel (es decir, con el bloque bejaranista tan poderoso hoy en día) y con la familia Monreal, Ricardo a la cabeza de esa fuerte corriente al interior del partido Movimiento de Regeneración Nacional.
Hasta el día en que el PRI de Peña Nieto eligió a José Antonio Meade, ese y todos los anteriores destapes se daban a mediados o a fines de noviembre. Da la casualidad que para el 6 de septiembre (o sea, en unas tres semanas) ya se sabrá quiénes serán los contendientes de las alianzas partidistas que buscarán llegar a la Presidencia. Para la clase política nacional, queda claro que, si siguen la confrontación en “paz”, la militancia de Morena sólo tendrá para decidirse o por Claudia Sheinbaum o por Marcelo Ebrard. Pocos o muy pocos sesudos analistas se han atrevido a imaginar, verdaderamente qué busca en estos recorridos nacionales un político tan poderoso como lo es Adán Augusto.
Claro está que en política todo puede pasar. Sin embargo, de concretarse el rumor ya esparcido, en estos momentos estarían ya avanzadas las pláticas para irle pavimentando el camino a que el mismo ex secretario de Gobernación sería el nuevo dirigente nacional de Morena. De ser así, en el corto plazo, en México se habrá dado un paso similar a lo que sucede en países como Cuba y China, en donde, ante los ojos de occidente, el líder nato del partido en el poder, es tanto o más poderoso que el que detenta la figura presidencial. Pregunta: ¿en manos de quién está la elección para las candidaturas a diputados y senadores y a gobernadores, por ejemplo? Respuesta: en manos de quien es el líder nacional de un partido.
Marcelo ha dicho hasta el cansancio que si está compitiendo, es porque sabe que va a ganar y sabe que estará en la boleta presidencial del 2024. A escondidas y lejos de los reflectores, es secreto a voces cómo van creciendo las afinidades a favor de la doctora Claudia. En este momento, un alto porcentaje de la burocracia nacional apoya y apoyará a esa corcholata nativa del DF que inició su liderazgo en el CEU de la UNAM. Así las cosas, el desgaste de recorrer, día a día, el territorio nacional, sólo había sido soportado por un solo hombre: Andrés Manuel López Obrador, ahora en la Presidencia. En ese sentido, ingenuo es no darnos cuenta que desde el primer día de los recorridos nacionales, lo que verdaderamente ha movido al ex secretario de Gobernación y ex gobernador de Tabasco es ir midiendo el “agua a los camotes”, ir cerrando brechas, ir ganando adeptos y consolidando alianzas, es ir viendo perfiles de la llamada “gente nueva”, joven, para ir armando candidaturas de representación proporcional, por mayoría o plurinominales.
A eso se llama tener altura de miras. El presidente López Obrador está apostando a ganar-ganar. Una simple revisión de los nombres de quiénes ocupan puestos importantes en su gobierno, permitirá recordarnos que varios de ellos están en puestos perfectamente claves. Tal vez (y con todo el respeto por su alta investidura) la única desventaja del Grupo Tabasco habría de ser que es una generación similar a la del Presidente, en cuanto a su edad. Alejandro Esquer que lo ha acompañado toda la vida; Octavio Romero Oropeza que en años anteriores se encargada de los gastos personales de la familia de López Obrador; Javier May Rodríguez, quien el mes próximo dejará de ser titular de Fonatur para encaminarse a la gubernatura de su estado natal; la secretaria de Energía, Rocío Nahle vecina de Veracruz; los actuales gobernadores de Tabasco y de Chiapas. Si Rutilio Escandón y Carlos Merino, mandatarios chiapaneco y tabasqueño, respectivamente, no son tan de la misma edad de AMLO, eso lo sustituyen funcionarios de alto poder como un Manuel Bartlett, que anda en los 87 años. Si al poder del grupo Tabasco le faltara algo de fuerza, ahí están los mandatarios de Oaxaca, Salomón Jara o la de Quintana Roo, Mara Lezama. El sur de México ha sentado sus reales como no había sucedido jamás.
Para mí, la mística de la ciudad de Villahermosa se remonta al año 1996. Entonces, sólo era conocido el poder de la familia de Roberto Madrazo y secuaces. Recorrí las calles de esa hermosa ciudad en ese año y desde entonces guardo el recuerdo de su fuerza inusitada. A pocos meses para concretarse la continuidad de la 4T, hago la invitación a imaginar correr las aguas del rio Grijalva. Imagina el ver cómo se esparcen más allá de sus fronteras las aguas de este río legendario y de extenso caudal. Imaginemos que abre caminos, brechas, montes y llanuras y avanza. Solo por un momento y en sentido figurado, pensemos que ese caudal seguirá esparciendo la fuerza de su sonido más allá de los limites que dan una extensión estatal. Es hacer un pequeño ejercicio de retrospección y trasladarlo al escenario del poder político actual en México. Aunque moleste a priistas de antaño, ¿quién iba a imaginar que para este año, 23 gubernaturas iban a ser encabezadas por gobiernos emanados de las filas de Morena? Con esa fuerza y con esa base electoral es que Morena llega al 2024. Y Alito Moreno lo sabe y Los Chuchos lo saben. Más aún Adán Augusto López Hernández.
Y LA AGENDA 2024-2030
Escéptico como soy y carente de altura de miras, reconozco que no vi la importancia de la defensa a ultranza que hizo el gobierno de la 4T de la legislación para declarar al litio patrimonio nacional. Como si le faltara poder a un gobernador como Alfonso Durazo. Tache y doble tache para mí. De la misma forma sucedió en la segunda parte del sexenio anterior, cuando muy pocos vimos un nicho de oportunidad en el proyecto para que se instalara un poderoso gasoducto que iría de la zona norte de México hacia el estado de Texas y más allá de sus fronteras de ese estado de la Unión Americana. Ahora bien, en honor a la verdad, aún estamos a tiempo de seguirle los pasos a las nuevas inversiones (algo también muy poco difundido en medios de comunicación) que ha emprendido Bill Gates. Con todo y su filantropismo, a las mentes castas no les sería fácil imaginar que lo suyo es el negocio a gran escala. En redes sociales, hace unos meses se supo que Bill Gates habría adquirido (o comprado que al fin es lo mismo) enormes extensiones de tierra para el cultivo en zonas estratégicas de su país natal. Apenas hace unas horas, en redes sociales se ha difundido la especie que, junto a Warren Buffett, habría ya adquirido extensas zonas listas para el cultivo, de productos de primera necesidad, en el continente africano, justamente en países en donde la mano de obra barata proliferará en los próximos diez años.
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