Entretanto millones se burlan de el presidente, de sus dislates, desencuentros, accidentes de locución y evidente falta de inteligencia, cultura y consciencia, sus compinches nos juegan el dedo en la boca con total impunidad, roban a diestra y siniestra sin el menor recato.
Cientos de miles están convencidos de que la destitución o renuncia del presidente es la panacea que sacará a flote el estado hundido y por ello la campaña de “memes” así como la acida y traicionera critica de quienes hasta hace poco ponderaban y se arrastraban ante la “guapura” del presidente, se han dejado sentir como un huracán de indignada e hipócrita revelación nacional.
Cientos de miles más creen que, efectivamente, la corrupción somos todos y la solución es sentirse culpables para continuar a pie juntillas refritos de civilidad social con la cabeza baja y sin reproche, sumisos y convencidos mientras nos siguen bolseando.
Millones siguen esperando que por fin la santísima trinidad y Co. giren sus distraídas miradas, no a los vulnerados que para eso hay clases y santos a medida (bendito sea Dios), sino a sus propias y particulares obras pias, y si acaso sobra un poquitín de la voluntad divina, dispensarlo entre los pobrecitos jodidos, amén.
Existe otro grupo muy numeroso que pone sus “esperanzas” en la buena vibra y el optimismo, casi al punto de recomendar llevar un “potecito” de vaselina aromatizada para no irritarse y deprimirse durante la sodomización diaria a la que se ven sometidos por el sistema.
También hay millones que con ayuda de la SEP y la telecracia siguen pensando que las telenovelas están basadas en hechos reales y que como moderna religión promete una retribución existencial a las miserias, al estilo de peliagudas y fantasiosas historias de amor entre empleadas y patrones que culminan inequívocamente en felicidad conyugal patrocinada por los anunciantes, que dicho sea de paso terminan, vulgarmente, cogiéndose a todos.
Los hay, y por centenas de miles, quienes están felices como pavos engordados para navidad, al dispensar cómodamente el mandato social a una caterva de corruptos con años de experiencia en el saqueo nacional a base del sufragio.
Por ello no es de extrañar atestiguar actos de miembros del senado usando camisetas pro-candidatos extranjeros en la cámara y que luego realicen una verbena en donde la piñata es una efigie del próximo presidente de USA, que gobernadores de distintos estados hayan llevado a la quiebra sus administraciones, que la educación en México sea el hazmerreír mundial, que la deuda pública supere más de 9 billones de pesos, que a un expresidente entoloachado se le permita seguir poniendo en ridículo la ya de por si maltrecha reputación de México, que otro incrospido expresidente genocida pretenda nuevamente administrar el país colgándose de una botella y un rebozo, que secretarios de gobierno le entren a un reto guacamolero, que diputados intenten abrir la puerta a la militarización integral del país, y que una pléyade de mantenidos “high class” nos tengan agarrados de las pelotas.
Tampoco es de extrañar las fortunas que en silencio cómplice se edifican rápidamente al amparo de la corrupción gubernamental, quienes hasta hoy siguen siendo los adalides del desarrollo capitalista y las inversiones que salvarán a México, los empresarios que con sus miras bien calibradas y su ambición han dado la puntilla al naufragio de este sistemita que les sigue aportando dinero suficiente para maicear a los miserables puercos que dirigen el país.
Entretanto el mexicano promedio sigue externando su preocupación por el futuro de sus hijos embobado en el fútbol, telenovelas, teletón, cristo rey, la virgen(en sus diferentes envases), la invitación viral a unos quince años, los vídeos de “ladys and lords”, y 10,000 pendejadas más.
Total, es ya un dato científico que las generaciones actuales cuentan con un tiempo promedio de atención de 8 segundos, casi equiparable al de un pez dorado.
Por ello parece un presidente pendejo, no por que lo sea, sino por que nuestra escala de apreciación está totalmente invertida.
-Victor Roccas