Por Aurelio Contreras Moreno
Cada vez son menos disimuladas las canonjías y concesiones de los gobiernos de la llamada “cuarta transformación” al ex gobernador de Veracruz preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, Javier Duarte de Ochoa.
La noche de este pasado sábado, tras filtrarse el documento con las órdenes de aprehensión giradas en contra del “fiscal suspendido” Jorge Winckler Ortiz, el ex fiscal Anticorrupción Marcos Even Torres y el ex fiscal de Búsqueda de Desaparecidos Luis Eduardo Coronel, Duarte de Ochoa se hizo el aparecido en la red social Twitter para hacer la enésima demostración de su monumental cinismo, solazándose en la persecución judicial de la “4T” a sus enemigos.
El primero de sus tuits se publicó a las 9:54 pm, poco tiempo después de que comenzara a circular el documento filtrado desde la Fiscalía General del Estado, en cuyo mensaje refiere que “se cosecha lo que se siembra y esto es el principio de lo que seguramente será una buena zafra”.
En su segundo tuit, publicado a las 10:17 pm, Duarte fue más allá y colocó una foto de dos reporteros veracruzanos conocida y públicamente afines a Jorge Winckler –con quien aparecen en la imagen- y le mandó “saludos cordiales” a @ChispitaMX, cuyo nombre es Gabriela Rasgado, lo cual, viniendo de un ex gobernador en cuyo sexenio fueron asesinados 20 periodistas, no puede ser tomado como otra cosa que una intimidación.
Estas bravuconadas de Javier Duarte para amedrentar a sus críticos cuentan con la complacencia del gobierno de la Ciudad de México –encargado de la operación de este centro de reclusión- y del presidente Andrés Manuel López Obrador, sin cuya venia no podría el ex mandatario veracruzano gozar del privilegio de acceder al iPhone desde el cual tuitea.
Porque por la hora en la que se publicaron los tuits, ¿cómo podría haberse comunicado con los terceros que supuestamente manejan su cuenta? ¿Se pueden hacer llamadas desde la cárcel a la hora que quieran los internos? No resulta creíble.
Pero la “cuarta transformación”, entre otras prebendas –como la de comer exquisitas viandas que comparte con sus “invitados”-, le concedió a Javier Duarte el privilegio de amedrentar y amenazar reporteros, lo que más allá de sus afiliaciones políticas y su conducta ética, es inadmisible y brutalmente irresponsable.
Habrán de cargar con ello también.
La repartición del botín
Esta semana se determinará la terna de la que será elegida la persona que encabece al Órgano de Fiscalización Superior de Veracruz (Orfis) los próximos siete años.
De hecho, se sabe que se convocará a sesión extraordinaria del Pleno de la LXV Legislatura el próximo jueves, durante la cual se presentará dicha terna y se someterá a votación, junto con la designación de los magistrados del Poder Judicial estatal que quedó detenida desde el bienio pasado.
Y precisamente, trascendió que se lleva a cabo un intenso cabildeo entre los diputados locales para llegar a un acuerdo sobre la persona que sea designada para dirigir al Orfis, y se estaría ofreciendo conceder un magistrado por fracción parlamentaria, cargos en la Fiscalía General del Estado –que se ha convertido en un tianguis- y en el propio organismo fiscalizador.
Aunque estaría prácticamente descartada la reelección de Lorenzo Portilla, éste no cesa en su millonaria campaña de promoción; mientras que una facción de Morena impulsa a Delia González, cuyos “méritos” serían su trabajo partidario, a pesar de que no cubre el perfil para el cargo ni cumpliría con el requisito de residencia efectiva en la entidad que se exige a quienes no sean originarios de Veracruz.
Lo que resulta un hecho es que la repartición del botín es digna de forajidos.
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