Héctor Calderón Hallal
Abrir la entrega con la disposición bíblica (Lucas 16:10) del Antiguo Testamento, pudiera ser temerario para conservar la atención del lector, pero resulta propicia y contundente la cita para recordar que la funcionalidad de un ente administrativo, así como la del más humilde amo de llaves, desde la antigüedad se pudo medir por principios inalienables, como este que nos ocupa: “El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco , también es injusto en lo mucho”.
Así, un gobierno como el de la ‘Cuarta Transformación’, de cuyos resultados ya se empiezan a sentir en todo el país los estragos, por la inflación rampante y el alza a los precios que no puede ser alcanzada por ningún artilugio mediático como lo es este pretendido aumento salarial del 22% que, dicho sea de paso, dejó de ser hasta una referencia oficial en México, pues vino a ser sustituido por las llamadas Unidades de Medida y Actualización (UMA), por decreto entrado en vigor el 27 de enero de 2016.
De tal forma que el multicitado y célebre Salario Mínimo Nacional (S. M. N.) ha sido desindexado como medida oficial en trámites y referencias oficiales, de tipo económico, financiero y judicial (como multas, presupuestos públicos y otras obligaciones), entre otros rubros. De nada le sirve pues a la titular del Trabajo y Previsión Social (STyPS), Luisa María Alcalde Luján, ‘cacaraquear’ un ‘hit político’ que no lo es… ni a nadie le queda del Gobierno, ni al propio Presidente de la República; es una falacia, un golpe ‘mediático’ que a nadie convence ya.
En este país nadie percibe ya en la realidad el “S.M.N.” (Salario Mínimo Nacional).
Y es que en términos generales, las cosas en México no van bien… y eso nadie, que sea honesto y tenga dos dedos de frente lo puede refutar.
El prinicipal problema radica en que no tenemos un gobierno eficiente, a lo que habría que sumar que como población no asumimos nuestras obligaciones cívicas ni de forma mínima, en algunos temas como por ejemplo, la concientización de vacunarse para alcanzar la ‘inmunización colectiva o de rebaño’ durante la actual pandemia.
Ya de otras obligaciones de tipo moral pues mejor ni hablar, como por ejemplo la de votar a conciencia para erradicar o ‘cerrarle el paso’ a los mafiosos hacia los gobiernos de los diferentes niveles… resulta ocioso, pues ahí se impuso la fuerza de las armas y del crimen organizado que, aunque también “es pueblo y merece respeto”, cuenta con la concesión del “abrazo generoso y cómplice”, de parte del Gobierno Federal.
Es así, como al fallar en nuestro país dos de los tres integrantes del concepto Estado, (Gobierno y Población), materialmente nos encontramos ante un Estado Mexicano paralítico, pues el tercer elemento que lo integra, es materialmente inerte, sólo referencial: el territorio.
Tenemos un Estado que no funciona y eso es algo que debe ser reivindicado.
Y no funciona porque el Gobierno y la Población tampoco funcionan… aunque es el Gobierno el que en mayor medida debe asumir su avería.
El Gobierno es un sirviente del Estado; debe sujetarse al principio bíblico con el que iniciamos este artículo líneas atrás: “Debe ser fiel en lo poco y en lo mucho”, a su genuino mandante, que es la Población… el “Pueblo”, como “chicharroneramente” lo invoca hasta el cansancio López Obrador todos los días en su instrumento de gobierno, el soliloquio ese llamado “Las Mañaneras”.
Y vaya que ha prostituído AMLO este último criterio, en sus formulismos discursivos por demás cursis: “Con el pueblo todo, sin el pueblo nada”… aunque ese supuesto respeto al pueblo no lo ejecuta en los hechos; no parece obedecer al pueblo, más que sólo cuando le conviene acomodarse a los razonamientos; sobre todo cuando son de tipo idológico o electoral.
Pero, pues… ¿Quién le dijo o en dónde aprendió López Obrador que los partidos políticos, las elecciones y las leyes electorales, son los únicos elementos que importan o que dibujan a una democracia moderna?.
La recolección de la basura de un barrio; la frustración de un asalto a mano armada en una ‘pesera’ por un policía armado y adiestrado para intervenir; la garantía de que nuestros votos tendrán el mismo valor que el de cualquier otro ciudadano y que no se nos intimidará con armas o amenazas durante una jornada electoral; la certeza de que todo salario o remuneración percibida por un trabajador será suficiente para cubrir las necesidades más básicas de una familia; la suficiente planeación o prevención para que aspectos de convivencia y funcionalidad tan comunes, como el tránsito vehicular y las vialidades, sean lo más seguras posibles y no nos enluten como sociedad con tragedias múltiples de gente inocente… también son tareas urgentísimas de todo Estado moderno. Esas también son tareas sustantivas de un Gobierno. No son tareas menores, de ningún modo.
En México están materialmente abandonadas, no sólo descuidadas. Tenemos un Gobierno que sólo trabaja para perpetuarse en el poder, haciendo campaña con los instrumentos que desde el Estado se lo pueden garantizar, tramposa y deslealmente, así como precisamente trabajaban los gobiernos a los que dicen combatir… igualitos.
Antes, por lo menos el “elefante reumático” se movía a duras penas y, con todos sus defectos, trataba de resolver los pendientes y hacer algo por solventar o avanzar algo en la resolución de los problemas. Hoy, -citando a la brillante Denisse Dresser- el elefante no sólo está reumático, sino “descalcificado y escuálido”, abandonado, no se le invierte, no se le da su ración de alimento… se le quiere ‘matar de hambre’.
Andrés Manuel es un politólogo perdido en las ideas del siglo 19.
De por sí, el siglo 20 no nos enseñó gran cosa en materia de ideas nuevas: comunismo, liberalismo, socialismo, son conceptos del siglo 19, nacidos de las grandes revoluciones de los siglos 17 y 18, como la inglesa, la francesa, la americana… a las que por cierto muchos politólogos y sociólogos invocan sin venir al caso en la mayoría de sus discusiones… uno de esos politólogos (o pseudopolitólogos) es Andrés Manuel López Obrador, que ha descuidado olímpicamente la tarea del Gobierno mexicano, en pleno siglo 21; tarea que sobrepasa en muchos sentidos
Las obligaciones de un gobierno van mucho más allá del plano ideológico. Son materiales en su mayoría.
El Estado moderno es un ente imprescindible en el progreso y la funcionalidad de las sociedades modernas.
El Estado nos provee a los individuos -aislados o viviendo en conglomerado- de principios jurídicos más o menos compartidos. Así surge el llamado “Estado -Nación”. Sin la existencia de este, el progreso de la humanidad no se hubiera dado con la celeridad y armonía registrada en los últimos siglos.
Sin embargo, la eficacia de ese Estado-Nación en estos últimos tiempos, ha perdido su reputación, debido no sólo a la globalización y a los excesos de la rigidez de muchos estados a lo largo de las últimas décadas, aplicando la fuerza pública “en nombre de la legalidad”… y tácitamente, “en nombre del Estado-Nación”.
Así ha surgido ese odio prejuicioso hacia las burocracias, que son el brazo ejecutor de la administración de cualquier Estado-Nación.
Hay generaciones que se forjaron en el prejuicio hacia las burocracias y el Estado formal. A una de esas generaciones pertenece Andrés Manuel López Obrador.
El Estado moderno se define a partir de la presencia de una administración… no hay administración sin burocracia… consecuentemente, ni Estado sin burocracia.
Hemos violentado muy seguramente ya, como Gobierno y como Población, el principio de la Precacución.
Se rompieron las ‘cadenas de responsabilidad’ en nuestro país y eso, es algo muy grave, muy preocupante.
Las burocracias no funcionan; los mandos medios y superiores se mueven al ritmo y en la ‘conveniente’ dirección de sus ideologías y hay un descuido (por no decir que desatención total) al sector de la población que no es correligionaria de su movimiento electoral (4-T); … así el sentido y la proporción de los apoyos que reparten… o “dispersan”, aunque este último verbo resulta inapropiado e injustamente aplicado, porque se dispersa algo cuando no se le aplica “criterio selectivo”… y aquí sí hay -por supuesto- criterios selectivos… de clientelismo político, básicamente.
Dos temas, sólo para ilustrar el nivel de abandono en que tiene a la población este gobierno de la “Cuarta Transformación”:
Cuando todos los electores mexicanos, seguidores o no de Morena, albergamos la esperanza de que una izquierda ilustrada, patriota, comprometida con los valores del positivismo del siglo 19 que la nutren, socialmente responsable y desprovista de revanchismos políticos, prejuicios y mezquindades de cualquier tipo, se encargara de corregir cosas tan básicas como esa demanda largamente expuesta ante las autoridades, de que no circulen por carreteras nacionales los famosos camiones con “Doble Remolque”, que han propiciado millares de accidentes carreteros en los últimos años en nuestro país y que, por el contrario, fomentaría la canalización del transporte de carga por ferrocarril, pues esto no ocurrió, para desgracia de millares de mexicanos que se vieron enlutados en sus hogares con tragedias carreteras que se pudieron evitar.
Y por último, la más sentida de las demandas para el actual Gobierno, expresada en campaña también y que ni por asomo, han tenido la curiosidad de “empezar a corregir” desde el Gobierno Federal:
El consumo de alcohol o estupefacientes de conductores de vehículos, por calles y carreteras del país.
En un país que, como el nuestro, por la publicidad y la cercanía con los Estados Unidos y su influencia sociocultural, la conducción de vehículos automotores se asume con una relajada responsabilidad, a diferencia de los países y Europa y Asia.
Se asocia la conducción “como un acto de placer, sensorial”, más allá de ser un acto de necesidad para trasladarse o trasladar a grupos de personas velando por su integridad y sus vidas.
La influencia de “Hollywood” y esa socorrida imagen de una o varias parejas de adolescentes conduciendo vehículos deportivos convertibles, por esa ya conocida autopista desértica de Los Ángeles a Las Vegas, en una actitud de búsqueda de placer permanente y haciendo desfiguros como abrir botellas de cerveza y desatender el volante, ante la ausencia de patrulla alguna, le venden una idea errática a los jóvenes mexicanos, de la auténtica responsabilidad que es conducir un vehículo automotor… en los “cinco sentidos”.
“Chango ve… chango hace”
Los mexicanos todo imitamos a los “gringos”. Es muy peligrosa la influencia de la industria de las modas, si no hay un padre o una madre (o los dos) que tengan la “suficiente mano dura”, para hacer entender al adolescente que lo que vió en esa película no corresponde a la realidad, por lo menos a la del 99% de los mexicanos.
Pero si aparte de la ausencia de padre y madre en un hogar, no hay un estado que se encargue de orientar, de incidir con políticas públicas, de regular, de inspeccionar, al momento de entregar una licencia de conducir o al momento de hacer una revisión vehicular durante un operativo policial, sin corromperse el agente ni el ciudadano, difícilmente podremos avanzar en este rubro.
Por ningún lado se ven las campañas de prevención básicas o situacionales del Gobierno Federal ni de ningún estado de la República.
Tampoco se ve el afán de colaboración del Gobierno con instancias de la sociedad civil como antaño, con aquellas memorables del “Conductor Designado” o algo parecido.
Aún cuando en México es uno de los siete países con más altas cifras de accidentes viales causados por el consumo de alcohol en el mundo.
Hay regiones en el norte del país, en donde es tal el cinismo de los pobladores, que la distancia o el tiempo de traslado de un punto a otro, se expresa o se mide en tragos de cerveza: “¡Cananea está a ‘media cheve’ de Tubutama tú, fulano!”.
El norteño toma deliberadamente al conducir un vehículo automotor; algo inexplicable, imposible de concebir en un país desarrollado. Y no sólo eso, se ofende con los operativos antialcohol; no hay poder humano que pueda erradicar esa mala costumbre, aunada a la de escuchar música estridente.
No obstante, está sobradamente comprobado que conducir bajo los efectos del alcohol distorsiona la visión y los reflejos, disminuye el discernimiento y provoca la pérdida de inhibiciones, situación que aumenta las probabilidades de provocar un siniestro vial con consecuencias graves y/o fatales.
Según un informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2019, murieron en el mundio más de 3 millones de personas a consecuencia del consumo nocivo de alcohol, lo que representa 1 de cada 20 muertes. Más de las tres cuartas partes de esas muertes correspondieron a hombres.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT) del año 2020, el 71% de la población ha consumido alcohol alguna vez en su vida y el 33.6% reporta un consumo excesivo en el último año.
México ocupa el séptimo lugar a nivel mundial en muertes por accidentes viales. De acuerdo a especialistas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), aseguran que la mitad de los accidentes en fechas decembrinas, involucran el consumo de bebidas embriagantes, causando más del 40% de muertes en automóviles.
Están consumiendo más alcohol las mujeres adolescentes.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018-19, el consumo en el último mes de bebidas alcohólicas entre los adolescentes de 10 a 19 años fue de 29.8%, en los hombres adolescentes de 22.5% y en las mujeres adolescentes de 26.6%.
El pasado domingo un trágico accidente producido por un conductor alcohilizado desató la ira ciudadana enla Ciudad de México.
Doce peregrinos (9 ciclistas y 3 corredores) que circulaban en la alcaldía Tlalpan fueron atropellados por un automovilista en presunto estado de ebriedad, así lo dio a conocer el Gobierno de la Ciudad de México (CDMX).
De acuerdo con la información dada a conocer por las autoridades, los ciclistas que participaban en la peregrinación proveniente de Xochimilco hacia la Basílica de Guadalupe, en la alcaldía Gustavo A. Madero, fueron atropellados por un vehículo color gris, cuyo conductor había sido retenido y agredido por ciudadanos que presenciaron los hechos.
El más reciente reporte del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM), diagnosticó a un hombre 58 años y tres mujeres de 53, 54 y 42 años, con traumatismo craneoencefálico.
Hasta hoy no se reportan decesos afortunadamente, pero han estado las víctimas muy cerca de ello; todo por la imprudencia de conducir en estado de ebriedad, en un deporte que es en México muy practicado, por la inacción de las instancias preventivas del Gobierno mexicano, en sus tres niveles.
Se reitera, es inevitable.
En México, el Gobierno no funciona, está desarticulado.
… está ocupado en algo más importante: su sucesión a otro político del mismo partido.
Porque “¡El que es fiel en lo poco, es también lo mucho!”.
Todos las tareas del Gobierno son importantes, señor Presidente.
“Y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho”.
Autor: Héctor Calderón Hallal
Contacto en redes:
En Twitter: @pequenialdo
E-Mail: hchallal99@gmail.com