-Victor Roccas.
En una sociedad donde todos te indican que pensar y como pensar la tarea más complicada y realmente trascendental es forjarse un pensamiento propio pues en ello la consciencia es indispensable y la voluntad siempre será objeto de quebranto mediante la fe, la esperanza, la ambición y el privilegio.
-V.Roccas.
Para este momento, y más allá de la tragedia ocurrida a causa de un huracán de grado 5 llamado Otis, el ciudadano común, aquel individuo parte del llamado pueblo bueno y sabio se encuentra en un estado de expectativa similar a un conejo “lampareado” en la penumbra de la noche por la linterna del cazador que le tiene en la mira.
Millones de mexicanos atentos e ilusionados momentáneamente por la reacción inmediata de los principales protagonistas del estado, la iniciativa privada y el gobierno en lucha por aparentar quien es más solidario, más caritativo, más filantrópico, ocultando irresponsabilidades y corrupción tras motivaciones electorales y presionando sus intereses personales.
Para cuando el lector me brinde su atención la bandera blanca estará ondeando entre los supuestos opositores, los adalides de la 4T transformación y los adversarios mediáticos, pues por supuesto la nación, el país, México, no merece “divisiones egoístas” sino la unidad republicana de frente a estás insospechadas tragedias…
Lágrimas podrían emerger de muchos, muchísimos obnubilados acostumbrados a estas tramas de tragedia y pundonor “telenovelescas” que a través de los años se han repetido hasta el empacho.
Habrá estúpidos que experimenten orgasmos ante el talante de estadista del Peje, otros idiotas arderán en aplausos y loas por la calidad humana de diputados y senadores aportando parte de sus salarios al alivio de la tragedia, algunos tantos estarán extasiados celebrando el carisma justiciero y contestatario de Norma Piña, y sin duda existen millones que en los empresarios privilegiados del estado advierten una vez más a los verdaderos salvadores del país, a esos mal entendidos filántropos.
Entre tanto miles de voluntarios anónimos, reales héroes silenciosos, han ya prestado ayuda a los desamparados por gobiernos e iniciativas corporativas y empresariales.
Y preguntará usted, querido lector, ¿A cuenta de qué todo lo anterior?..
Sencillamente a esa pasmosa hipocresía y cinismo de los señores del poder ante las tragedias que se construyen día con día a fuerza de ambiciones, corrupción, ilegalidad, privilegios y sobre todo maldad pura, diáfana. Y claro que esa nefasta intención emanada desde el poder no germinaría de no existir una tierra fértil de estupidez colectiva aderezada con siglos de fe y esperanza.
Explíquese a si mismo, atento lector, el porqué los gobiernos obligados y responsables de garantizar el bienestar de la ciudadanía (no como potenciales electores sino como depositarios de todo esfuerzo del poder institucional y el servicio público) no lograron cumplir con los más mínimos protocolos de prevención, manejo y corrección ante eventos como el huracán Otis. Para ello se supone sirven entes como las llamadas Secretarías de Protección Civil y decenas de entes como el Servicio Meteorológico Nacional o la Secretaria de Comunicaciones y Transportes entre otras, y el apoyo, comunicación, con servicios foráneos como los de USA, es decir infraestructura y personal tanto estatal, federal e internacional, pero claro estamos en México, el México del PRI, el del PAN y ahora el México de la 4T…
Curioso escuchar los lamentos de muchos grandes empresarios que con rabia declaran sus pólizas de seguro no cubrirán la dimensión de un episodio como el huracán Otis, y no por improbable, no lo cubren pues los dueños de grandes hoteles, cadenas de restaurantes y otros edificios de la industria del servicio y consumo prefirieron ahorrar y no invertir en medidas estructurales ni de seguridad requeridas para enfrentar la remota pero siempre probable fuerza de un huracán clase 5, derivado de lo cual la prima por esa cobertura seguramente era muy elevada, lo suficiente como para poner en riesgo las ganancias que siempre se pretenden en el mundo de la corrupción empresarial mexicana.
Añada a lo anterior la imposibilidad de muchos pequeños empresarios que no ganan lo suficiente sino para apenas cubrir impuestos, corrupción institucional, derecho de piso, salarios de pena, inflación e incertidumbre social ¿Qué ciudadano común podría invertir en estructuras de protección y pólizas de seguro para sus pequeños locales comerciales o viviendas en caso de siniestro?..
Igualmente curioso que sean las administraciones a cargo del bienestar ciudadano, es decir los mal entendidos y erigidos gobiernos locales, estatales y federales quienes no tuvieron otra vez empacho alguno en desentenderse de su responsabilidad al exigir a esos consorcios empresariales mantener los más altos estándares de seguridad y servicio sin concesión alguna, pero claro, esto es México y si no pregunten a los deudos de tantos mineros muertos como los del Pinabete Coahuila, ¿En dónde se encontraba la hoy reluciente Secretaria de Gobernación, en ese entonces Secretaria del Trabajo y Previsión Social Maria Luisa Alcalde, cuando los mineros se obligaban a trabajaba y morir en condiciones laborales de empresas dignas de la época victoriana?..
Así hoy tenemos a las dos partes más visibles de una tragedia disputando el reclamo y recuento de daños sin admitir responsabilidad alguna, distrayendo al público con historias de sufrimiento de acaudalados como un nuevo episodio de los “Ricos también lloran” o señalando hasta el cansancio la inmoralidad y perversión de personas de clase socioeconómica baja y muy baja saqueando y robando grandes cadenas de supermercados, entre tanto decenas de miles de pobladores rurales han perdido realmente todo.
Pues les guste o no, Acapulco no es todo Guerrero como parece muchas personas creen, Acapulco fue en su mejor momento el punto turístico más importante del pacifico, un sitio de reunión obligado para las elites del mundo, para los privilegiados del sistema “democrático” emanado del mercado y consumo. Y aún, a pesar de haber sido sólo la sombra de lo que fue antaño, Acapulco poco antes de Otis fue y es el sustento económico de todo un estado, actualmente más por la industria del narcotráfico, la trata de blancas, los giros negros, la prostitución, el lavado de dinero, la derrama económica tanto de gobernantes como de empresarios y sus familias privilegiadas, etc.
En resumen Acapulco es un microcosmos del país entero.
Acapulco ciertamente es el motor de la economía de gran parte de la región guerrerense, por lo menos de esa economía de consumo que tanto centraliza el privilegio de unos pocos.
Algunos comentaristas que de esto se supone saben han declarado por ejemplo que tras el huracán Otis la agricultura del estado se verá afectada pues Acapulco consumía gran parte de los productos de campesinos y brindaba empleos (mal pagados) a buena parte de la población urbana.
Por ello vale la pena mirar las cosas desde un punto de vista diferente, no cayendo como muchos en la distracción del recuento de los daños, sino en la trama de décadas de corrupción, ambición y privilegios que han puesto otra vez a una población entera de rodillas ante el poder de instituciones de gobierno e iniciativa privada que hoy se disfrazan de benefactores de la sociedad para curarse en salud y ocultar como ladrillo a ladrillo construyeron buena parte de esta tragedia.
En lo personal me provoca asco escuchar a dueños de cadenas de hoteles, supermercados y corporaciones hablando de solidaridad con los empleados y trabajadores de la industria del turismo y servicios cuando de todos es sabido que la gran mayoría de esos trabajadores eran, son y seguirán siendo explotados en labores denigrantes y trabajos que rayan en la esclavitud, sin más que las mínimas garantías de ley cuando sea ineludible por los hoy adalides de la solidaridad, pero sobre todo a ojos ciegos de la Secretaria del Trabajo y Previsión Social que como siempre ha permitido la injusticia sea parte indivisible de todo trabajador mexicano.
La misma sensación de hastío que me causan todos los funcionarios públicos que ahora se prestan preocupados, sorprendidos, solidarios y profundamente afectados por la desgracia de más de un millón de desamparados, ¡Cuánta hipocresía, cuánto cinismo!..
Y no se puede olvidar a los medios de comunicación que trabajan como casas de apuestas ilegales buscando los mejores momios para apostar tanto al ganador y beneficiario de la tragedia como a los perdedores, ¿Será el ejecutivo, serán los empresarios, será el PAN-PRI-PRD, será acaso MORENA, Xochitl, Sheinbaum?..
Realmente algún día será obligado dejar de lado el recuento de los daños que nos publicitan e imponen como dato de importancia capital y establecer como mayor relevancia el origen de las tragedias y la consecución de irresponsabilidades, corrupción y avaricia desmedida a la cual nos tienen acostumbrados, pues insisto esta tragedia con todo lo devastadora e improbable, sorpresiva (¡Qué no lo fue!) que haya podido ser no debió causar tal devastación, sobre todo a los más necesitados, a los más pobres, a los más desamparados.
Hoy nuevamente nos someten al argumento simplista que dicta la salvación de Acapulco, de Guerrero, del país, es mediante la reactivación de la economía turística, de servicios., mercado y consumo antes que la dignificación de la vida de cientos de miles mediante la justicia constitucional y que aún mucho antes del meteoro ya era letra muerta para víctimas no del huracán sino del contubernio entre gobierno y empresas.
Finalmente, ya sean 15 mil millones de pesos, 300 mil millones de pesos o 1,000 millones de pesos para la reconstrucción de Acapulco y el estado de Guerrero el dinero provendrá del presupuesto federal, ya sea de manera directa o indirecta y ese presupuesto se origina en los impuestos que usted y yo, paciente lector, pagamos de manera directa e indirecta.
Así pues pensemos un momento en la importancia del recuento de los daños.
-V. Roccas.