FRANCISCO RODRÍGUEZ
Días después de las sucias elecciones del 2006 y de que el Tribunal Federal Electoral le hubiera regalado el triunfo a Felipe Calderón por intermediación de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox al horrísono, tuve una plática con un corresponsal israelita recién habilitado en nuestro país. Más que periodista, parecía interventor político.
Obviamente, el periodista no era cualquier moco de pavo. De la derecha internacional ilustrada, cercano a los financieros de Nueva York, a quien no escapaba el conocimiento del odio que ha prevalecido en el Medio Oriente desde 1948, año en el que Estados Unidos inoculó el huevo de la serpiente en los territorios palestinos.
Juntos, recordamos cómo la NBC convirtió, de la noche a la mañana, a un personaje como David Ben-Gurion en paladín de una independencia falsa. Israel nunca había sido dueño de ningún territorio, pero eran las épocas donde se pagaban las famosas crudas morales del Holocausto. EU puso un vigía en el centro de los pozos petroleros árabes.
Pero ya al referirse al conflicto post electoral mexicano, mi interlocutor apuntaba que “alguien tenía que ceder”, pues si esa condición no se daba, nuestro país estaba al borde de la balcanización y el encono. Lo que irremediablemente llevaría a una guerra civil. La frialdad en sus ojos concluía que estábamos partidos en dos.
Le comenté que quienes debían reconocer su derrota en las urnas eran las fuerzas de derecha que habían provocado la división del país, generando un ambiente explosivo de crispación e incertidumbre. Le indiqué que, con base en los datos duros, el supuesto triunfo de Calderón sólo era sostenido en los organismos y tribunales que querían entregar el patrimonio nacional.
Que “ceder” era un supuesto que acompaña a una situación de ilegitimidad e ilegalidad, y que quien estaba obligado a conceder era quien irrumpió con la fuerza de las armas el transcurso institucional de las campañas electorales. Este argumento no lo comprendía el israelita, pues para él no tenía cabida el hecho de que la sociedad mexicana estaba dispuesta a aceptar la claudicación ni el costo de la sumisión.
La historia oficial, encubridora de las peores infamias en Latinoamérica
Uno de esos días apareció la lista oficial del Consejo de la Judicatura Federal, integrada por los nombres de quienes debían ser los jueces, encriptados bajo la apariencia de “ciudadanos por encima de cualquier sospecha”.
Resultaban ser los mismos que habían decidido durante las últimas décadas sobre el sufragio popular y representativo, es decir sobre la voluntad de la mayoría de los ciudadanos mexicanos. Los que podíamos pensar éramos peligrosos.
La única verdad sería la oficial. ¡Ah!, la historia oficial que ha encubierto las infamias y provocado las grandes insurrecciones latinoamericanas. Al día siguiente, los diarios daban cuenta de todas las asambleas de notables convocadas para condicionar y amarrar al presidente electo, con el fin de desmantelar las bases del Estado mexicano…
… precipitar la entrega de los energéticos, ejecutar la reforma fiscal que beneficiaba a los poderosos, borrar todo vestigio de reivindicaciones obreras y consumar la traición a la patria. Las reacciones no se hicieron esperar. El panpriísmo echó las bases de la claudicación nacional.
Las preguntas eran: ¿alcanzaría el país para pagar todos los costos y facturas de esa inmundicia?… ¿había sido puesto el país en subasta? Porque las 30 familias dueñas del poder en México exigían su cuota de sangre. Los extremos se tocan, decían los teóricos por doquier, pero en México se estaban uniendo…
… para tañer la campana que convocaba a la guerra civil, a la complicidad con el narcotráfico, y a la entrega definitiva de los haberes populares, propiedades del interés público de la Nación. A todas luces inaceptable, hasta por un principio elemental de supervivencia.
Inmensa voracidad de quienes supuestamente han gobernado a nuestro país
El corresponsal israelita, convencido por los argumentos de la realidad, no tuvo más remedio que aceptarla, pura y dura, tal como era, como es. En sólo tres días se habían develado la descomposición y decadencia servil de los dirigentes del país, los que nos orillaron a una región donde no hay salida posible que no sea la que indica la justicia.
Los episodios nacionales que hoy estamos viviendo. La tenaz resistencia del pueblo a perdonar los gravísimos delitos de lesa patria del huachicoleo, el robo de combustible y el tráfico impune de las importaciones de hidrocarburos que nosotros deberíamos producir y refinar…
… sólo encuentra su explicación en la inmensa voracidad de los mandarines que supuestamente nos han gobernado y de un artero atraco a la Nación en el que las únicas beneficiadas son las empresas extranjeras, los financieros neoyorkinos y el bolsillo de los últimos seis presidentitos y sus voraces pandillas de desquiciados sociales.
La mayoría del pueblo está definida por el juicio penal a los responsables
México ha sido sometido a una prueba de fuego, a un examen de conciencia nacional del que sólo podremos salir bien librados por el amor a la patria, con el apoyo de las organizaciones sociales, representantes sindicales legítimos…
… medios de comunicación comprometidos con los objetivos superiores de la Nación y una férrea solidaridad internacional en favor del nuevo régimen. No hay para dónde hacerse que no sea esa línea de resistencia y combate a los traidores a la patria.
Urge convocar a la mayoría del pueblo que está definida por el juicio penal a los responsables de este desaguisado. La conspiración existente entre los mandarines y sus ejecutores en el campo, Romero Deschamps y sus secuaces es real y altamente peligrosa para los destinos superiores de la Nación. Esto debe resolverse de una vez y para siempre.
Deben acabarse los tiempos de la desinformación e ignorancia provocadas
Pocos momentos tan emblemáticos como el presente para demostrar la edad adulta del pueblo mexicano. Una comisión independiente de ciudadanos lúcidos y coherentes debe impartir su veredicto en contra de quienes han abusado de la confianza y de la sumisión hasta hace poco imperante en nuestro país.
Deben acabarse los tiempos de la desinformación e ignorancia provocadas desde los emporios de la comunicación, complicitados voluntariamente con los traidores y los capos de la delincuencia organizada.
Aquí ya no cabe un traidor más.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Escribe don Oscar de los Santos: “Yo trabajé en Pemex desde el año 1980. Me jubilé para no seguir conviviendo con lamehuevos, agachones y cobardes, obviamente con sus excepciones, los menos. Empecé en un barco cisterna llamado Mesiniake Floga, griego. Llegaban decenas de barcos extranjeros y se les cargaba petróleo, mientras otros barcos fondeados esperaban a ser cargados. ¡Desde 1980! ¡Ya se puede imaginar cuanto robo! No había control. Ridículo, ¿no? Luego trabajé en plataformas fijas. Robo por donde quiera. Todos los aires acondicionados son rentados, supongo otorgados sin licitar, Cada seis meses o cada año cambio de equipo y compañía nueva. Computadoras, la misma historia. ¿Y los dueños de esas compañías? Seguramente funcionarios de Pemex, ya que trabajadores de esas compañías subían a plataformas… Aunque usted no lo crea… Sin herramienta, sin materiales, ¿cómo le hacían? Tomaban material y herramientas que alguien les proporcionaba (recursos del propio Pemex) y todavía se sigue haciendo. Reportar anomalías equivalía a recibir amenazas, intimidaciones, aunado a un sindicato pervertido, corrupto e hijos de putas. ¿Cómo defenderte? Seria excelente que investigaran a todos los gerentes y subgerentes que han estado y a los que están en el área Cantarel y verán que todos son millonarios. ¿Con su sueldo? Y este es el robo hormiga nada que ver con lo que actualmente sucede.”
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