Enaela García CEO de CYCSAS
La actualización a PCI DSS 4.0 marca un antes y un después en la seguridad de pagos, donde la implementación de DMARC (Domain-based Message Authentication, Reporting, and Conformance) se erige como una defensa clave. Proteger las transacciones va más allá de blindar los sistemas internos; implica asegurar la autenticidad de cada comunicación corporativa, frustrando así el avance de fraudes como el phishing.
El correo electrónico, un pilar de la comunicación empresarial, sigue siendo un blanco predilecto para los ciberdelincuentes. La suplantación de identidad, táctica común, busca engañar a clientes y empleados, exponiendo datos críticos. Aquí, DMARC se presenta no solo como un requisito obligatorio para marzo de 2025 bajo PCI DSS 4.0, sino como un baluarte para la confianza y la integridad digital.
PCI DSS 4.0 introduce un enfoque más adaptable, permitiendo a las organizaciones moldear sus estrategias de seguridad a medida. DMARC se alinea perfectamente con esta visión, ofreciendo visibilidad sobre intentos de suplantación y herramientas para neutralizar correos fraudulentos. Al implementar políticas de rechazo o cuarentena para correos no autenticados, las empresas pueden reducir drásticamente el riesgo de ataques dirigidos.
La implementación de DMARC exige precisión. No basta con activarlo; requiere una configuración detallada, monitoreo constante de informes y ajustes progresivos para evitar falsos positivos que puedan interrumpir la operatividad. Esta es una oportunidad dorada para elevar la seguridad empresarial. DMARC no debe ser visto como una carga, sino como un escudo indispensable en la era digital.
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